64. Il maligno vive.

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Hk.

Amaneció lloviendo conmigo recostado encima del torso de Yeonjun, la única razón por la cual me había despertado es que este había empezado a toser, muy bruscamente, de igual manera no me moví de mi lugar, hacía algo de frío y el contacto era bastante agradable, ambos habíamos amanecido con los ojos hinchados, me sentía algo culpable por haberle golpeado la noche anterior, pero se me pasaba al instante siendo reemplazado por el sentimiento de "Se lo merecía" y la verdad es que sí, no era nada comparado al sufrimiento que me había hecho pasar el gilipollas.

Este Yeonjun en específico olía a enjuague de ropa con fragancia de lavanda y a una toque dulce que se asemejaba a la canela. Me tomé el atrevimiento de inhalar más hondo con la discreción que se podía a las cinco de la mañana. Podía escuchar voces en el recibidor, eso no me alarmó, me pregunté por que, realmente no importaba, yo seguía intentando inhalar más del cautivador aroma. Era un aroma muy embriagador, no sabía si eran las sábanas o el mismo Yeonjun pero también había empezado a detectar un aroma como a miel o mermelada, yo realmente amaba las fragancias dulces y sutiles, y para colmo del deleite el olor a tierra mojada se filtraba por la ranuras de separación de la madera de la cabaña.

─¿Que haces?─Me asusté al escuchar la voz de Yeonjun adormilado sobre mi, lo mire y no podría haber sido más gracioso, este tenía el cabello totalmente suelto, ya que su media coleta se había deshecho mientras dormía, los ojos hinchados, labios pálidos, se rascaba los ojos con intensiones de orientarse nuevamente.

Se me escapó una risita, él me fulminó con disgusto, me pareció tan adorable su cara de adormilado que para evitar hacer algo más estúpido me volví a recostar sobre su pecho, murmuré palabras que le deseaban buenos días, y para no sonar tan meloso le agregué un idiota al final. Sentí como se le escapó una risa, lo siguiente fue enredar sus dedos entre mi desordenado cabello, y desordenado más de lo que ya estaba.

─Debemos levantarnos ya, mi padre podría entrar en cualquier momento─Asentí y luego de peinarme y él cambiarse la camisilla que llevaba puesto por una camiseta más holgada y con mangas, salimos del cuarto aún con la cara de recién levantados, ambos mayores ya estaban tomando café en los sillones de la entrada, por lo que el recibidor estaba despejado, yo fui a saludarlos, por otra parte Yeonjun entro al baño directamente.

─Estoy tan feliz de que me hayan hecho una visita, amo la vida en las montañas pero la soledad por las noches a veces es abrumadora...─Dice el mayor, quien al parecer se llama Choi Yejun, era más que obvio que el parecido entre los nombres de nieto y abuelo, me senté con ellos en lo que esperaba a que Yeonjun salga del baño para yo usarlo al fin.

Fueron unos 15 minutos de una charla extensa, me entretuvo escuchando las anécdotas de cuando la familia vivía aquí, me entere de que cuando nació Yeonjun vivió los primeros años de su vida aquí, incluso mencionaron levemente a la madre, aún me costaba entender del todo el morbo con el que hablaban de esa mujer cada vez que la nombraban.

Myeong-suk, apellidada Park, su nombre hacía ilusión de significar luz pura, pero algo me decía que luz y pureza no eran sinónimos para referirse a lo que representaba como persona. Dudaba mucho que el señor Choi haya sido el malo del cuento. Y así, poco a poco, sin preguntar nada, iba juntando las piezas para averiguar el trasfondo por mi cuenta, posiblemente no era lo más ético de mi parte querer indagar tanto en la situación privada pero no podía conmigo mismo de la intriga, algo me decía que era necesario que yo lo supiera.

─Buenos días─Saludó Yeonjun, ya se le notaba más despierto, se ve que había tomado una ducha rápida de unos treinta minutos.

─Al fin te dignas a salir, llevo esperando media mañana...─Me pongo de pie yo y me dirijo al baño sin rodeos.

'di nuovo tu?' ─yeonkai.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora