Planes de Ataque

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-¿A quién se le ocurrió este magnífico plan? –dijo Vista desde el árbol al que había subido –esa montaña no es una piedra que se pueda pisar –Vista se encontraba en la copa de uno de los árboles que se encontraba alrededor del pequeño campamento que habían montado cerca de la falda de la montaña, en la que se encontraba la actual sede de los Zahrkek. Astrid les había contado que se refugiaban en esa cordillera de montañas, las Caravinas. Eran montañas muy altas y escarpadas. Por fuera parecían amenazantes y inescalables, por dentro se trataba de toda una red de túneles oscuros que perforaban toda la montaña. Astrid había sido criada muy cerca de aquel lugar y conocía bien los bosques de los alrededores de la montaña, esos bosques habían sido su hogar durante mucho tiempo.

Vista bajó del árbol para unirse a la cena que estaban preparando en el claro. Se encontraban allí Astrid, Krez, Crozat, Milton, Arce, Nyx y los tres gemelos. Iban acompañados de cinco hombres más pertenecientes a la resistencia.

Crozat y Arce hablaban de cómo planear la incursión en la montaña. Se les unió Milton y mantuvieron una calurosa conversación durante mucho rato. Astrid era la única que no había abierto la boca desde que habían llegado allí, se había sentado delante del fuego y observaba las llamas que brillaban cada vez más con la oscuridad que iba creciendo alrededor del campamento. Tendrían que esperar durante bastantes horas hasta que se hiciera de noche y pudieran entrar pasando inadvertidos.

Krez y Nyx estaban sentados con Oído y Olfato preparando la cena en el lado opuesto del fuego donde se encontraba Astrid.

-¿En serio queréis entrar en la montaña? Eso no os va a servir –preguntó Astrid de repente a los que estaban preparando el asalto –no sabéis nada de este sitio ni sobre las personas que lo habitan –todos en el campamento quedaron en silencio y escuchaban a Astrid sin decir nada. Podían ver en su cara temor, pero no un temor a lo desconocido, no un temor a una fuerza superior, un temor a los recuerdos olvidados que en aquel instante volvían a su mente desde tiempo atrás.

-¿Qué quieres decir? –dijo Crozat mientras todos se acercaban al fuego.

-Por fuera esa montaña es inescalable, no tiene puertas ni ventanas, no hay respiraderos. Por dentro es todo oscuridad, está construida como un laberinto los pasillos son estrechos y muy ramificados y tienen patrullas en todos los pisos de la sede. Pero pensando que pudiéramos llegar a dentro, no duraríamos ni tres minutos a ser descubiertos. Los Zahrkeks sentirán nuestra presencia, la presencia humana. Nos huelen y oyen nuestros pasos a mucha distancia. Son poco tontos y no son fáciles de engañar. Si alguna vez habéis pensado que teníais una oportunidad de entrar y salir sin que se den cuenta de ello olvidadlo.

Hubo un silencio muy largo dentro del claro

-Cuando era pequeña –continuó Astrid –probé de entrar una vez. Mi madre estaba enferma y decidí que tenía que ir a avisar a mi padre. Logré entrar pero a los cinco minutos ya estaba rodeada de Zahrkeks. Me pegaron y me llevaron a una celda oscura. Estuve allí hasta que me encontró mi padre medio día después. Durante aquel periodo de tiempo, aunque fue corto, no podía ver nada porque solo había oscuridad a mi alrededor pero si podía oir, oí gemidos de dolor, gritos, lamentos, llantos y todo lo que os podáis imaginar. Mi padre consiguió sacarme de allí haciéndome pasar por mi hermana pequeña y me dijo que no probara de entrar nunca más, que lo que había encontrado no era ni una milésima parte de lo que se escondía en aquella montaña y que había tenido mucha suerte. Nunca conseguí sacarme esos ruidos de mi cabeza y ni ahora lo consigo cuando lo recuerdo –Astrid hizo una pausa y volvió a hablar –No es buena idea entrar ahí, creedme, pero si de verdad lo queréis no os vendría mal saber un par de cosas: toda la montaña está envuelta en una especie de magia. Los Zahrkeks son los únicos que pueden abrir puertas en ella. Eso dificulta mucho la entrada porque no hay agujeritos por donde entrar en la sede pero si queremos entrar lo primero que tenemos que hacer es hacernos con una de esas llaves. Todos los Zahrkeks tienen una y se pueden utilizar en cualquiera de las paredes de la montaña

>Segundo: Las celdas se encuentran en los niveles superiores y hay dos tipos de celdas. Uno es como las convencionales: cuatro paredes y una puerta de barrotes, las otras las llaman pozos, no tienen puerta ni nada parecido, utilizan la llave que abre las paredes para entrar y salir de ellas, suele ser bastante complicado salir de los pozos.

>Tercero: Hay una sola puerta de acceso a la montaña y esta se encuentra justo en la falda de la montaña pero está muy vigilada y cuando digo muy vigilada lo digo en letras mayúsculas. Se hacen turnos de cuatro horas, o al menos los hacían cuando yo estaba aquí. Suele haber entre diez y quince guardias vigilando la puerta. Se sube a los niveles superiores por una escalera que se encuentra al lado opuesto de donde se encuentra la puerta.

>Y supongo que eso es todo… ¡A si!.Creo que sería mejor entrar cuando se haga de día, al contrario que nosotros, en la sede suele haber más actividad nocturna que diurna.

-Entonces… -preguntó Crozat -¿Estamos delante una misión suicida? –Astrid asintió.

-Mas o menos –dijo esta.

-Misión suicida –dijo Crozat –allá vamos.

El Rayo PartidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora