-Hace mucho tiempo que esperaba este momento –dijo Astrid sonriendo antes de lanzarse sobre Arydeen –no sabes cuánto.
Arydeen se apartó de su camino pero Jesst ya se encontraba a su lado y la agarraba por la manga de la chaqueta para intentar lanzarla al suelo. Aunque en un principio pareció sorprendida no había ningún rastro de duda en su rostro. Sin ningún tipo de dificultad y con una rapidez increíble agarró a su padre por el brazo y se lo torció hacia la espalda para dejarlo inmovilizado. En ese momento Astrid llegó por su espalda y le asestó un golpe en la espinilla que hizo que hizo que se doblara hacia atrás sin dejar de soltar a Jesst. Justo en ese momento, sin que Astrid pudiera reaccionar, Arydeen le plantó un codazo en toda la mandíbula que hizo que retrocediera. Después del golpe, su hermanastra aprovechó para golpear a Jesst, que aun forcejeaba, en la cabeza y lo despidió contra la mesa que ocupaba el centro de la sala como si se tratara de basura.
Este quedó inconsciente en el suelo junto a la mesa. En el borde de la mesa de madera había una mancha roja, pudo advertir Astrid, seguramente, pensó, donde había dado con la cabeza y temió por un momento que estuviera muerto. Corría a socorrerle cuando oyó una voz a su espalda
-Ya solo quedamos tu y yo hermanita –dijo Arydeen, mirando a Jesst –pobre, me caía bien… Espero que esté vivo ¡para que pueda contemplar tu muerte!
Arydeen se acercó a la mesa, se sacó el frasco que aun llevaba colgado al cuello y lo depositó sobre ella.
-No estaría muy bien que se cayera o se rompiese mientras te arranco los dedos ¿no?
Astrid no dijo nada y se situó enfrente de ella. Parecía que esperara a que su hermana lanzara el primer ataque. Arydeen se separó de la mesa para encarar a Astrid que observaba fijamente sus movimientos. Ella se fijo en ese momento, mientras esperaba, en guardia, en los crueles ojos de su hermana, la luz de la sala se reflejaba en ellos y en medio de toda esa luz se pudo ver a ella misma, pudo ver sus propios ojos, los cuales no eran tan diferentes a los de su hermana, guardaban en su interior el mismo sentimiento de rencor y desprecio.
-No somos muy diferentes –dijo Arydeen –la misma sangre que corre por mis venas corre por las tuyas. Juntas podríamos crear un gran imperio. Solo tienes que acceder a compartir mi trono, seriamos invencibles –hizo una pausa –no es necesario pelear, derramar más sangre ¿No han muerto ya suficientes?
-Sabes que nunca aceptaré estar de tu lado –dijo Astrid –estás loca.
-Como desees –dijo, y se lanzó sobre Astrid. Esta se movió muy rápidamente esquivándola, parecía como si hubiera anticipado los movimientos de su hermanastra. Esa rapidez desconcentro a Arydeen, que cayó al suelo golpeándolo con las rodillas. Aprovechando aquella incertidumbre, Astrid salió disparada hacia la mesa y cogió el frasco que contenía el gas. Arydeen, demasiado concentrada en derrotar a Astrid parecía haber olvidado el frasco. Astrid sin perder tiempo lanzó en frasco contra el suelo. Este se rompió con un ruido de cristales rotos. Mientras el gas salía se esparcía por la sala Astrid corrió hasta su padre y lo arrastró hasta la puerta. Allí se paró y se volvió para mirar a Arydeen.
-Te equivocas –le dijo –tu y yo no nos parecemos en nada.
Después de esto salió de la sala rápidamente cargando con Jesst para evitar el gas, que poco a poco, se apoderaba de todo el edificio y que en aquellos momentos también inhalaba Arydeen, que hacía esfuerzos para conseguir respirar en medio de la neblina que envolvía toda la sala.
Cuando consiguieron salir al aire libre, Astrid cerro el agujero de la pared de la montaña y arrastró a Jesst hasta la arboleda donde el resto del grupo les esperaba impaciente.
-¡Astrid! –gritó Krez al verlos y corrió para ayudar a arrastrar a Jesst hasta los arboles.
-Necesita ayuda urgente –dijo Astrid nerviosamente –un golpe fuerte en la cabeza.
-Yo cuido de él –saltó Nyx –mi madre hacía remedios, me enseñó a curar todo tipo de heridas –Astrid asintió y le pasó el relevo a Nyx, que ya preparaba unos vendajes utilizando tela de su camisa.
-Ha funcionado –dijo entonces Astrid, todos se pararon para mirarla al escuchar sus palabras –el gas, he roto el frasco. Se a expandido por toda la montaña.
-¿Y entonces que pasará? –dijo Oido –¿no nos afectara?
-No, claro que no –Astrid sonrió –se ha quedado dentro. La magia que protege la montaña ha parado el gas, como se suponía que tenía que hacerlo si este se soltaba fuera de ella.
Hubo una pausa, Nyx continuó con su trabajo al darse cuenta que había dejado a Jesst desatendido al recibir la noticia.
-Entonces… -susurró Crozat, que había dejado el grupo de prisioneros para unirse a la conversación.
-Si –dijo Astrid contenta –adiós Zahrkeks. Bueno… en realidad tampoco están muertos, solo que ahora son personas normales y corrientes, sin ningún tipo de poder sobrenatural. También estoy segura de que ahí fuera hay más de ellos, solo hemos eliminado del mapa a los que estaban dentro de la sede.
-Sí, pero la gran mayoría se encontraba dentro –dijo Crozat.
-Tienes razón –contestó ella –eso es bueno. Muy bueno. Encontrar y acabar con el resto no será tan difícil ahora.
Con la ayuda de todo el grupo, cargaron a Jesst y a Pegeen en una cama improvisada hecha con troncos y se dispusieron a comenzar el camino hacia el campamento de la resistencia.
En ese preciso instante Krez oyó un ruido proveniente de la montaña, avisó a Astrid. Los dos se acercaron y pudieron ver a una persona que salía por un agujero en la pared. Se trataba de una chica de la edad de Astrid más o menos y parecía que cojeaba. Cuando la chica se giró y los vio, Astrid pudo reconocer en aquel rostro demacrado que ofrecía, a su hermanastra Arydeen. Ella intentó acercarse a su hermana arrastrando la pierna derecha, la que la hacía cojear, detrás de ella. No tuvo tiempo para decir nada. Por el costado de Krez pasó volando a la velocidad del rayo, una daga de metal que se acabó clavando en el pecho de la hermanastra de Astrid. Krez se giró y se encontró a Astrid con la mano alzada. La daga había sido suya.
-¿Era tu hermana no? Arydeen –dijo Krez
-Esa nunca ha sido mi hermana. Los hermanos se quieren y ella solo amaba el poder. Tu eres más hermano mío de lo que podría haber llegado a ser ella jamás –Astrid y Krez se fundieron en un abrazo
–Tú sí que eres una hermana para mí –le dijo Krez a Astrid y los dos regresaron junto al grupo que ya les esperaba para emprender el camino de regreso a la fortaleza de las estrellas.
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El Rayo Partido
AdventureKrez es un chico que vive en las calles de Clott. Años atrás un desconocido asesinó a sus padres y quemo su casa. Ahora que saben que está vivo han vuelto a por él. Él escapará de la ciudad en la que ha vivido toda su vida y empezará su historia. De...