Una Larga Historia

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-Nosotros –empezó Oído a recitar la historia mientras cenaban –veníamos de una familia pobre. Nuestros padres estaban pasando una mala época cuando nosotros nacimos. Yo fui el primero y luego vinieron Vista y Olfato. Mi padre quiso probar un experimento con nosotros. Le gustaba mucho observar el comportamiento de los animales y los procesos naturales así que se le ocurrió una idea: nos entrenaría a cada uno con uno de los sentidos, es decir, yo desarrollé una gran capacidad auditiva, Vista podía ver cualquier cosa, cualquier detalle que estuviera dentro de su campo de visión, por pequeño que fuera y Olfato podía distinguir los olores, plantas comestibles, medicinales, venenosas…

>Entrenábamos cada día y todo el día, cada uno en unos ejercicios específicos planteados por mi padre para que pudiéramos desarrollar nuestro pequeño poder, día a día, año a año. Al vivir cerca del bosque, nosotros nos encargábamos del problema de la comida, entre los tres no podía haber ningún animal que se nos escapara, lo oíamos, lo olíamos, lo veíamos y Vista que, por supuesto, era la que más puntería tenía cazaba a las presas. Ninguna podía escapar a su flecha.

>Nuestra situación mejoró al cabo de unos años. Mi padre había encontrado trabajo de ayudante en una herrería y le iban muy bien las cosas… Hasta que mamá murió. Mi padre cayó en una gran depresión y al cabo de un tiempo, al no verse capaz de cuidar de nosotros se volvió a casar. Esa mujer era un demonio y nos trataba de ratas. Era una mujer que podía mantener la familia, tenía dinero y papá no dijo nunca nada que pudiera ponerla en su contra. Nuestro padre era como una marioneta de aquella mujer. Hay que añadir que aquella bruja nos odiaba.

Un día Olfato rompió un plato y sin motivo ni justificación decidió que ya era lo bastante mayor como para valerse por si solo y lo echó de casa sin más.

-Definitivamente. Aquella mujer no estaba loca, sino lo siguiente –dijo Olfato.

-Así que al marcharse Olfato, nosotros marchamos con él –prosiguió Oído –nos supo muy mal tener que dejar a nuestro padre, pero aquella mujer nos hubiera acabado matando y al fin y al cabo, no dejábamos de ser unos simples experimentos para él. Los sentidos que habían alimentado a la familia y que se marchaban. Ahora que no nos necesitaba ¿para qué iba a echarnos de menos si nunca nos vio como a sus hijos?

-No tienes razón Oído –dijo la voz débil de Vista –papá nos quería, es esa mujer que le lavó el cerebro. De seguro que era una bruja y lo hechizó para hacer lo que ella quería.

-Y ya veis –dijo Olfato –esta es la larga y trágica historia de nuestra vida. Y se hubiera acabado de no ser por vuestra acogida, Vista hubiera muerto y nos hubiéramos roto. Somos como tres partes de un mismo pastel, tres cosas diferentes que se complementan entre si cuando están juntas.

-Bueno, erais tres sentidos, ahora somos cinco –sonrió Krez –ahora si que estamos completos.

-Krez –preguntó Nyx -¿tu tienes gusto? –dijo riendo. Todos rieron.

-Creo que aquí todos tenemos un buen sentido del gusto –respondió -¡Todos sabemos apreciar una pieza como la que hemos cenado! –rieron otra vez durante un buen rato.

-¿Te llamas Krez? –preguntó Oído –ese nombre me suena de algo… -Krez asintió, pero le quitaron importancia al asunto –si se me acuerdo de donde lo oí ya te lo diré –concluyó.

Los cinco acabaron de cenar y se fueron a dormir alrededor de los restos de la hoguera en la que habían cocinado. Habían pasado muchas cosas aquel día y todos merecían un largo descanso.

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