¿Y el resto?

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Krez corrió y corrió. Seguía la silueta de Peegen y Nyx que corrían delante suyo. Corrieron hasta llegar a una de las paredes del túnel y buscaron a tientas una de las cuatro salidas de la sala. Nyx encontró una, y entraron ella y Krez. Peegen se había quedado un poco atrás, era más lenta y llevaba la mochila mas pesada sobre sus hombros. Y entonces, en un intento de atraparlos, Peegen se tropezó y cayó al suelo quedando inconsciente.

Los dos la miraron hacia atrás. Nyx se paró y miró a Krez, asustada.

-No podemos hacer nada, pesa demasiado como para que podamos llevarla en brazos.

-¿Qué hacemos?

-No podemos hacer nada.

-¡Pero no podemos dejarla aquí!

-¡Tenemos que seguir, si no nos cogerán! -le dijo Krez- piensa que no podremos hacer nada si nos cogen. ¡Tenemos que seguir sin ella! Tenemos que llegar a algún lugar seguro -Nyx miró a Krez -entonces haremos todo lo que podamos para intentar rescatarla.

Nyx asintió con la cabeza.

-¡Vamos, corre! -dijo Krez. Y los dos siguieron corriendo hacia el interior del pasadizo.

Al final comenzaron a ganar distancia se deben haber parado cuando han visto a Peeg pensó Krez. En el fondo él también se sentía muy culpable por haberla dejado atrás, pero no podían hacer nada, solo podían hacer más por ella si seguían adelante, si no se rendían ante nada.

Corrieron un muy largo trecho de camino hasta llegar a una encrucijada. Allí se pararon y encendieron la primera antorcha desde que habían salido de la estancia.

-¿Y el resto? -dijo Krez -¿Se puede saber donde están?

-Pensaba que iban detrás nuestro ¡que nos seguían!

-Igual yo.

Los dos estaban muy preocupados, se podía ver en sus caras. Miedo. A quedarse solos en aquel oscuro túnel, a no saber el camino. Preocupación. De la mujer que habían dejado atrás, de toda su familia, sus amigos, miedo a que todos estuviesen en peligro.

Seguramente el resto del grupo había huido por cualquier de los otros pasadizos que había en la sala.

-Ya no se oye ningún ruido -observo Nyx

-Tienes razón. Había muchos pasadizos laterales, seguramente se han ido por alguno de estos. 

Los dos se escondieron en un pasillo más estrecho y se sentaron en el suelo para descansar. De fondo podían escuchar el sonido de las gotas de agua al caer en el suelo del túnel, ya que en el techo del túnel, cerca de la pared había un agujero. Aquellos agujeros servían de respiraderos en el túnel, estos subían directamente hacia la superficie. Al estar a tanta profundidad la ventilación era insuficiente.

Durante dos días más estuvieron andando por el largo túnel, solo paraban a descansar cuando estaban realmente agotados y necesitaban comer. En la bolsa que llevaban había muy poca comida, por ese motivo, lo primordial era salir a la superficie para poder conseguirla. En la mochila también había algo de dinero, Peegen, astutamente lo había repartido entre todos por si se llegaba a una situación como aquella.

El segundo día se les hizo muy pesado ya que empezaron a ascender. En cierto modo era una buena noticia, eso significaba que habían seguido el camino correcto y que cada vez estaban más cerca de la superficie. Podían sentir que el aire estaba cada vez menos viciado y la idea de que pronto llegarían, hacía que avanzaran más rápidamente por el túnel.

Al final del segundo día vieron el final del túnel. Era de noche y por aquella razón no habían divisado la salida hasta que no la habían tenido delante de sus narices. El túnel desembocaba en una cueva, la entrada de esta estaba tapada con unos arbustos y hiedra que caía por encima.

Salieron a un bosque. Buscaron un claro y hicieron una pequeña hoguera con los pocos leños que les quedaban. Los dos se quedaron muy aliviados porqué habían tenido mucho miedo de que el pasadizo que habían cogido no los llevara a ninguna parte.

Pero en aquel momento estaban ellos dos solos, perdidos en un bosque, sin saber donde estaban y con unos hombres pálidos y vestidos de negro que los perseguían. El miedo siempre persistía, aunque en aquel momento pudieran sentirse tranquilos o contentos, tenían que estar siempre atentos porqué la situación se podía volcar en cualquier momento.

-¿Y qué haremos ahora? -preguntó Nyx

-No lo sé, supongo que deberíamos dormir, yo haré la primera guardia. Mañana ya pensaremos que hacer.

Los dos se quedaron en silencio al lado de la hoguera que los calentaba.

¿¿Y qué haremos ahora??

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