Vista, oído y olfato

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-¡Nyx! –gritó Krez –¡vamos que se hace tarde! –los dos se encontraban en la plaza del mercado de Isala, un pequeño pueblo que quedaba muy cerca del bosque. Se habían establecido en una pequeña cueva en el bosque. Cazaban en aquella zona y las piezas que les sobraban intentaban cambiarlas en el mercado de aquel pequeño pueblo. Llevaban tres días y no había ni rastro de Astrid, Plok, Aure y los gemelos, pero para bien tampoco no habían visto a ningún Zahrkek por aquel lugar.

-Le acabo de vender la codorniz a aquel hombre –dijo Nyx contenta –hoy tendremos pan y algo de queso para acompañar nuestra gran cena de caza –rió.

-Eso es bueno –respondió Krez –para variar un poco.

Los dos se alejaron del pueblo por un sendero que conducía al bosque, al cabo de media hora ya se encontraban en su refugio cocinando su cena en la hoguera.

Entonces oyeron un ruido entre los arbustos. Krez y Nyx se apartaron rápidamente de la hoguera y buscaron sus armas. Tenían un par de dagas.

-¿Quién anda ahí? –preguntó Nyx, nadie contestó, pero los arbustos seguían haciendo ruido y escondiendo algo detrás suyo -¿Hay alguien? –repitió.

Oyeron pisadas y alguien que susurraba. Los dos seguían en tensión y sujetando las dagas en sus manos. Al cabo de unos segundos un chico entró en el claro tropezando con los arbustos, una mano le empujó hacía donde ellos se encontraban, lo que les hizo suponer que una segunda persona se escondía detrás de los arbustos. Cuando aquella persona vio a Nyx y a Krez armados como iban, alzó las manos en alto.

-Tranquilos, no queremos haceros daño –dijo el muchacho tímidamente –solo nos preguntábamos si podríais… -paró. Una segunda figura, de la misma estatura, salió de detrás de los arbustos.

-Si seríais tan amables de acogernos en vuestra cena –dijo el segundo muchacho. El primero lo miró.

Los dos iban con ropas viejas y desgastadas. Llevaban los cabellos grasientos y despeinados. Seguramente hacía ya un tiempo que estaban lejos de casa o como ellos, intentando vivir en el bosque.

-Llevamos muchos días sin comer –dijo –además, Vista, nuestra hermana, se ha puesto enferma y sin ella conseguir comida nos es muy difícil. Ella es la que sabe cazar mejor, no sabe usar el arco ni ningún tipo de arma, pero acierta a los animales con cualquier piedra u otro objeto. Mi hermano olió la comida y…

-¿Dónde está Vista? –preguntó Nyx.

-La hemos dejado sentada en un árbol cerca de aquí.

-Vamos –respondió Nyx –os ayudaré a traerla –dijo. En ese momento se dio cuenta de que aun tenía la daga alzada y la bajó rápidamente. Krez la imitó. Al final, no había peligro alguno y además tendrían compañía.

-¿Cómo es que estáis aquí? –preguntó Krez a uno de los hermanos que le estaba ayudando a cocinar los dos conejos que habían cazado aquel día.

-la verdad es que nos escapamos de casa. Los tres, hará ya casi tres semanas –dijo y resopló –es una historia muy larga…

-bueno entonces ¿la escucharemos durante la cena? –dijo Krez sonriendo –también tenemos mucho tiempo. El chico asintió con la cabeza.

-Ah! Por cierto, yo me llamo Oído y mi hermano es Olfato –dijo el muchacho.

-¿Tienen esos nombres tan raros algo que ver con la larga historia que nos contaréis durante la cena? –preguntó Krez.

-Si –dijo Oído –todo.

El Rayo PartidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora