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Capítulo 16: Transformación a animaga.

Pasaron cinco meses desde que Demetria decidió convertirse en animaga con ayuda de James.

Tras muchos intentos, sólo faltaba que hubiera una tormenta eléctrica para finalizar el proceso.

Demetria estaba totalmente impaciente y emocionada, contaba los días que faltaban para que la tormenta sucediera.

Y ese día, llegó.

En una tarde algo calurosa de mayo, durante la clase de Encantamientos impartida por el profesor Flitwick, James se acercó a ella para avisarle.

-Esta noche hay tormenta eléctrica. Te espero después de cenar en el Patio de la Torre del Reloj.- Susurró.

Demi sintió un escalofrío al saber que esa noche podría convertirse al fin en animaga y ayudar a su amigo cada vez que hubiera luna llena.

La tarde se le hizo eterna, pues estaba demasiado nerviosa.

Apenas probó la comida en la cena, sólo miraba hacia la mesa de Gryffindor esperando a que James se levantara.

De repente, se escuchó un gran trueno en todo el castillo, asustando a alguno de los alumnos.

Inmediatamente James y Demetria se miraron y se levantaron de inmediato de sus respectivas mesas.

-¿Dónde vas?- Le preguntó Amy. -Apenas has comido.

-Al baño, tengo el estómago revuelto. Espérame en el dormitorio, iré allí directamente.

Salió prácticamente del Gran Comedor sin esperar respuesta de su amiga.

No tuvo que esperar mucho hasta que James salió también del Gran Comedor.

-¿Estás preparada?

-Por supuesto.

Ambos fueron corriendo hasta el Patio de la Torre del Reloj, ya que según James, era el sitio perfecto para hacerse animago.

Nada más llegar, los truenos sonaron con mucha más fuerza, dando la sensación de que en cualquier momento les podía caer un rayo encima.

-¿Has traído la poción?- Le preguntó James.

-Aquí la tengo.

James comprobó si la poción tenía el color ideal.

Debía ser de un color similar al de la sangre, y al ser así, James le dio el visto bueno.

-Genial. Di el conjuro y bébete la poción.

Demetria sacó la varita del bolsillo de su túnica y apuntó a su propio corazón.

-Amato Animo Animato Animagus.

Tras decir el conjuro, se bebió la poción a duras penas, ya que sabía fatal.

Al bebérsela por completo, sintió tal dolor que el frasco vacío y la varita mágica cayeron al suelo.

En un abrir y cerrar de ojos, frente a James no estaba su amiga, si no que frente a él tenía una preciosa perra que no paraba de dar vueltas sobre ella misma a causa de la felicidad.

Era parecida al grim, pero en vez de pelo negro, tenía el pelo completamente blanco.

-¡Demi! ¡Lo has conseguido!

La perra ladró un par de veces y no dejaba de menear la cola.

Potter se rió ante su reacción y se puso de cuclillas con los brazos abiertos.

La gran perra blanca se lanzó sobre él, tirándolo al suelo debido a que no controlaba su fuerza.

James se terminó por sentar en el suelo, aprovechando que la tormenta terminó, y acarició a su amiga, muy orgulloso de ella.

-Sabía que lo podías hacer, siempre confié en ti.

En ese momento, ambos miraron hacia la puerta al patio ya que escucharon unos pasos.

Sirius terminó por entrar al patio, demasiado confuso.

-Cornamenta, ¿qué haces aquí tirado en el suelo? Me dijiste que ibas a la habitación.

-Eh, yo...

Sirius se dio cuenta de que James no estaba solo, si no que detrás suya había un gran perro blanco.

-¿Y este perro?

En ese momento Demetria volvió a su forma humana, y Sirius abrió demasiado la boca sin darse cuenta, debido a la impresión.

-Sirius, te lo puedo explicar, de verdad...

-No hay nada que explicar, Lestrange. No me hiciste caso y te has convertido en animaga, encima a mis espaldas. Que disfrutes mucho haciéndole compañía a Remus en luna llena.

-Sirius, por favor...- Le llamó Demi cuando se dirigió a la salida del patio.

-Por cierto, eres una perra blanca muy bonita.- Dijo, forzando una sonrisa, aunque lo que había dicho lo pensaba de verdad.

Black dejó a Demetria y a James completamente a solas, y a la chica se le empezaron a acumular las lágrimas en los ojos.

Potter notó lo que le pasaba, y no dudó en abrazarla y consolarla.

-Tranquila, Demi. Seguro que se le pasa enseguida.

Después de unos minutos en los que Demetria poco a poco se fue tranquilizando, cada uno volvió a su respectiva sala común.

Nada más entrar a su habitación, Amy empezó a hacerle demasiadas preguntas a su amiga.

-¿Dónde estabas? Me dijiste que ibas al baño y ha pasado media hora, ¿tan mal estás del estómago?

-Sí, bueno, lo que pasa es que he ido al lavabo de Myrtle la Llorona, y ya sabes cómo es... Me daba pena dejarla sola y llorando.

-Ya te dije que no le debes hacer caso. Siempre está así.

-Ya, pero es que no me pude ir hasta que se tranquilizó, sabes que me da mucha lástima.

-Eres demasiado buena, Demi. Anda, vamos a dormir.

Amy, al estar ya preparada para dormir, se tumbó directamente en su cama.

En cambio, Demetria se metió en el lavabo para ponerse el pijama, intentando no soltar sollozos para que sus compañeras de habitación no la escucharan.

Salió del baño y se tumbó en su propia cama, tapándose con las sábanas hasta la cabeza.

Cuando se vino a dar cuenta, ya estaba llorando en silencio al recordar lo que había pasado momentos antes.

Se sentía fatal al pensar que Sirius estaba enfadado y decepcionado con ella.

Lloraba y se tranquilizaba, lloraba y se tranquilizaba, así sucesivamente hasta que llegó la madrugada.

Realmente le había afectado la pelea con Sirius, jamás pensó que podría reaccionar así.

Sabía que él era un chico con mucho orgullo, y le iba a costar perdonarla.

La verdad es que no sabía cómo se iba a atrever a ir al día siguiente a clase y a mirarle a la cara.

A unos metros de distancia de las mazmorras, más concretamente en la sala común de Gryffindor, el mayor de los hermanos Black sentía una extraña confusión.

Estaba decepcionado porque Demetria no le había hecho caso, pero en el fondo, muy en el fondo, no estaba enfadado con ella, aunque él creía que lo que sentía era enfado.

Pero no, Sirius jamás se podría enfadar con Demetria.

No con ella.

Ambos se durmieron llegada las dos de la madrugada, pensando cómo lo iban a hacer al día siguiente para no hablarse.

Al fin y al cabo, todos los días estaban juntos, y les iba a costar no tener la compañía del otro.

Rompiendo las normas || Sirius Black.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora