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Capítulo 41: El Reencuentro.

-Remus, ¿dónde se supone que me llevas?

-Ya lo sabrás, no queda mucho.

-Pero, me estás llevando a la casa de los gritos.- Dijo desconfiando.

-Adam, hazme caso y calla.

Remus estaba perdiendo poco a poco la paciencia.

A veces Adam Black podía ser curioso, demasiado curioso para ser verdad.

El profesor hizo lo mismo que esa misma mañana; con un hechizo logro que el sauce boxeador se mantuviera quieto y ambos entraron a través de un túnel.

Lo normal era sentir miedo al estar entrando en una de las casas más terroríficas del mundo mágico, pero Adam no se sentía así.

Más que tener miedo, estaba impaciente.

Subieron las escaleras y al llegar a la casa, pudieron encontrarse a los dos prófugos más buscados del momento.

Cuando el matrimonio se dio cuenta de que no estaban solos, se levantaron del suelo y miraron directamente a su hijo.

Ninguno de los tres daba crédito a lo que estaba viendo.

-¿Papá? ¿Mamá?- Dijo en un susurro, mientras se acercaba poco a poco a ellos.

Demetria se llevó las manos a la boca, ahogando un grito de emoción.

-¡Adam! Mi pequeño.

La mujer abrió sus brazos y el joven no tardó en ir corriendo hacia ella.

Ambos soltaron un par de lágrimas.

Estaba sucediendo lo que llevaban esperando tanto tiempo.

-Te recuerdo que también tienes un padre.

Adam se rió al escucharle y se separó de Demetria.

Caminó hacia aquel hombre pero se quedó parado frente a él.

-Papá.- Le llamó.

-Adam, mi pequeño cachorro.

-¿Pequeño? ¡Tengo trece años!- Dijo, haciéndose el ofendido de manera exagerada.

-¡Calla y abraza a tu padre!

Los dos rieron y se abrazaron con ganas.

-Estaba deseando verte.- Se sinceró Sirius.

-Yo a ti también. Primero te quería matar, y ahora fíjate.

-Te pareces mucho a tu padre, Adam. Eres una copia exacta a él en sus años escolares.

Los tres miraron a Remus, el cual estaba apoyado en el marco de la puerta desde que llegaron.

-La verdad es que sí, pero lo prefiero.- Habló Demi. -Así no queda duda de quién es el padre.

Demetria se rió de su propio chiste, mientras que los chicos la miraban con ternura.

-En el físico se parece a Sirius, pero ha heredado tu inteligencia.- Dijo Remus.

-Gracias por llamarme idiota por segunda vez en lo que va de día.- Se quejó Sirius.

-¿Lo dices de verdad?- Le preguntó al profesor, ignorando las palabras de su marido.

-Por supuesto que sí. Es de los mejores estudiantes que tengo en clase. Sólo es superado por Hermione Granger.

Adam no pudo evitar sentirse alagado al escuchar a su padrino.

-Es imposible ser más listo que esa chica.- Se excusó el joven.

Estuvieron una media hora hablando, hasta que el reloj marcó las diez de la noche.

-Nos tenemos que ir. Tenemos que regresar al castillo.- Avisó Lupin.

Los cuatro se dirigieron a la salida de la casa de los gritos, y allí se despidieron.

-Siempre estamos aquí, en esta casa. ¿Volverás a venir?

-Cada noche vendré para estar con vosotros. No te preocupes por eso, mamá.

Finalmente y tras despedirse de los Black, Adam y Remus volvieron al castillo.

Adam volvió a su habitación más contento que de lo habitual por razones obvias, y eso Harry lo notó.

-¿Dónde estabas? ¿Ha ocurrido algo?

-El profesor Lupin me ha estado dando clases extras. Según él, dice que tengo bastante potencial y que puedo sacar lo mejor de mi, así que muchas noches iré a su despacho.

-Eso es genial. ¿Has conseguido hacer un patronus?

-Todavía no. No entiendo como tú pudiste hacer uno.

Adam se fue al baño para ponerse el pijama, y dejó a Harry solo con sus pensamientos.

Cuando salió del cuarto de baño, ambos se acostaron en sus respectivas camas para dormir.

Pero tras unos minutos, Harry no pudo conciliar el sueño, y se atrevió a preguntar lo que se estaba planteando.

-Oye, Adam.- Dijo en voz baja para no despertar a Ron, Neville y Seamus, los cuales sí estaban durmiendo.

-Dime.

-¿Te ocurre algo con el profesor Lupin?

Adam se incorporó en la cama y miró a su amigo, sorprendido.

-Perdón, no me malinterpretes.- Rectificó. -Lo que quiero decir es que tenéis una relación muy estrecha, como si tuviera favoritismo hacia ti. ¿Es familiar tuyo o algo así?

-Harry, no sé de qué me estás hablando. Sabes que mis padres murieron por viruela de dragón y que me crié con mi abuelo.- Mintió Adam, al igual que todos estos años atrás.

-Sí, claro. Lo siento.- Se disculpó el chico.

-Créeme. Conocí al profesor Lupin en el expreso de Hogwarts, al igual que tú, Ron y Hermione.

Harry asintió con la cabeza y apagó la pequeña lámpara que tenían para iluminar la habitación.

-Buenos noches, Adam.

-Hasta mañana.

Tal y como le prometió a sus padres, Adam fue día tras día a la casa de los gritos en cuanto Remus le enseñó el hechizo para inmovilizar al sauce boxeador.

Siempre le ponía la misma excusa a sus amigos, la excusa de que tenía clases extra con Remus Lupin después de cenar.

Luego de estar doce años a solas y encerrados, no podían estar más contentos con la compañía que les hacía su hijo.

Adam también estaba muy feliz.

Siempre necesitó cariño paternal, y desde que supo la verdad y conoció a sus padres, lo tenía.

Así estuvieron durante meses, viéndose media hora al día después de cenar en la casa de los gritos, pero para el matrimonio, esa media hora les hacía pasar el día con felicidad.

Estaban recuperando el tiempo perdido con su querido hijo, y con eso les bastaba.

No podían pedir nada más, aunque había veces que querían ser una familia normal sin tener que esconderse.

Pero el estar juntos era lo más importante, y eso ya lo habían logrado.

Rompiendo las normas || Sirius Black.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora