Me estaba preparando para mi primera cita con Carlos, debo admitir que este revoloteo en el estómago aparece siempre que lo voy a ver, pero esta vez era diferente, por primera vez estaríamos completamente solos.
Me vi en el espejo y temí que el short de tela color coral, la blusa de tirantes blanca y mis tenis blancos fueran muy poca cosa, pero Carlos no quiso decirme a dónde iríamos; me coloqué un poco de labial color durazno, delineé mis ojos y por último máscara para las pestañas.
Cuando pensaba que mejor debería cambiarme pude escuchar como tocaban la puerta principal, oí que Carlos y James intercambiaban un cordial saludo y luego lo invitó a sentarse.
-¡Cristina, ya han venido por ti! -grita James desde la planta baja.
-En seguida bajo -contesto con un tono menos alto, podía sentir como me temblaba la voz y empezaba a sentirme todavía más nerviosa.
Dejé mi cabello suelto y agarré una chaqueta de mezclilla celeste por si empezaba a correr más aire. Mientras empezaba a bajar las escaleras podría sentir mi corazón palpitando con mayor fuerza y velocidad.
Al entrar a la sala los dos chicos estaban riendo despreocupadamente, cuando notaron mi presencia se voltearon para verme.
-Te ves hermosa -dijo Carlos mientras me daba una tierna sonrisa.
Él llevaba puesto una playera gris, con una chaqueta deportiva azul con blanco, un pantalón de mezclilla celeste y sus tenis grises.
-Tú también estás guapo -respondo un tanto nerviosa- y linda chaqueta.
-Te he traído esto -menciona mientras me extienden bello girasol, yo lo agarro haciendo contacto con su mano y eso crea una corriente de electricidad entre ambos.
-Gracias, es bellísimo -le agradezco mientras le doy una sonrisa algo tímida- la pondré en un florero para que al volver la pueda sembrar.
-Bueno, aquí te espero -responde mientras se rasca nerviosamente la nuca.
-Yo puedo hacer eso para que ustedes puedan irse tranquilamente -sugiere James mientras se acerca a mí.
-Ni lo sueñes, recuerda lo que le pasó a la margarita -le recrimino mientras dejo la chaqueta en el sillón y voy a la cocina a dejar el girasol en un florero.
-Solo fue un error -alega con cara de inocente cuando vuelvo a la sala, le doy una mirada de falso enojo y luego volteo hacia Carlos.
-¿Nos vamos? -pregunta amablemente.
-Sí -contesto sonriente.
-Llévatela antes de que me haga sentir peor -dice mi hermano para luego hacer una mala actuación de un llanto.
Rodé los ojos y Carlos rió, caminamos hacia la puerta y salimos, Carlos pasó sus brazos por encima de mis hombros y una sensación de tranquilidad combinada con un torbellino de emociones me inundó. Ahí me di cuenta que por culpa de James se me ha olvidado la chaqueta.
Llegamos al parque al que fuimos con Sofía la primera vez y bajo dos enormes árboles se encontraba una manta con una cesta de picnic original.
-¿Te gusta? -cuestiona sonriente.
-Es maravilloso -digo mientras lo veo a los ojos perdiéndome un instante en ellos, pero una corriente de frío hace que instintivamente me rodeé con los brazos.
-¿Quieres mi chaqueta? -pregunta preocupado.
-No hace falta -respondo apenada.
-Vamos, no quiero que te enfermes -dice a la vez que se quita la chaqueta y me la coloca por encima de mis hombros para luego darme un tierno abrazo, al cual correspondo casi de inmediato.
Nos quedamos así por un momento mientras disfrutaba del aroma de su ropa combinado con lo que parecía ser menta. Me preguntaba cómo ese chico podía transmitirme tanta paz.
Luego comimos unos sándwiches con pollo y bebimos limonada mientras charlabamos de todo y nada a la vez. Dimos una vuelta al parque para luego regresar a mi casa.
Estando ya en la puerta me empiezo a quitar la chaqueta.
-Puedes quedartela, te queda muy bien -dice sonriendo ampliamente- y antes que digas que no, debo avisarte que no aceptaré un no.
-Vale, gracias Carlos -digo componiendo la chaqueta.
-No es nada mi peque -contesta y antes de pensar en lo que estaba por hacer le di un pequeño beso en la comisura de los labios.
-Ten cuidado -le recuerdo sonriente mientras él todavía lo estaba asimilando.
Abrí la puerta de mi casa y entré, corrí hacia el sofá y me senté dejando escapar un suspiro, sin duda alguna, no podría pedir algo mejor, con ese chico me sentía bien y podría apostar que siempre será así.
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Tú, mi sol
Novela JuvenilCristina Aguilar, la chica desastre, la chica fuerte y ruda del colegio Calatrava, que ya no halla razones para vivir y que su vida se ha ido desmoronando poco a poco, todos creen que ella no tiene ningún problema y no le prestan la mínima atención...