Capítulo 2

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De pronto suena el timbre, me levanté del frío suelo, me sacudí el pantalón negro y caminé hacia el aula de matemática, me senté en uno de los pupitres del fondo, me puse mis auriculares y esperé a que el profesor Smith entrara.

-Buenos días alumnos –dijo el profesor Smith entrando en el aula- hoy tendremos un nuevo alumno, espero que lo traten bien y lo hagan sentirse cómodo, ¿de acuerdo?

-De acuerdo –contestaron la mayoría de chicos al unísono.

-Bueno, pasa chico –dijo el profesor y unos segundos después entró un chico de pelo negro, unos ojos negro profundo y de tez blanca- chicos les presento a Carlos Vargas y será su nuevo compañero –dijo el maestro- ¿quieres presentarte a la clase? –preguntó, aunque más que una pregunta era un pedido- anda, no seas tímido.

-Mi nombre es Carlos Vargas, tengo dieciséis años, me transferí del colegio Townsond y ahora estoy aquí –dijo serio, volteé a ver a unas chicas y ya estaban babeando, "torpes", pensé, no entiendo cuál es la emoción, aunque creo que es solo porque el chico ese es nuevo.

-Bueno, bienvenido Carlos, espero y te sientas a gusto aquí, ahora veamos donde te puedes sentar –dijo viendo a todos lados- mira, ahí hay un asiento vacío, a la par de la chica del cabello castaño y sudadero negro.

-Está bien profesor... -se quedó pensativo.

-Raúl Smith –dijo extendiéndole su mano.

-Muchas gracias profesor Smith –dijo estrechando su mano.

Luego de eso caminó hacia mí, "esto es estupendo", pensé sarcásticamente, cuando vi que el chico ya estaba muy cerca me di cuenta que era demasiado tarde para pensar en un plan estratégico para deshacerme de él, Carlos levantó la vista y me vio por un segundo, con esos ojos de un negro que nunca había visto y sé que suena loco, pero para mí, así era; el chico se sentó y sacó su libro de matemática esperando las instrucciones del profesor.

-Muy bien alumnos en la página noventa y cuatro hay unos ejercicios de álgebra, quiero ver que tan bien van, así que resuélvanlos, y el primero que me los entregue todos correctos recibirá un premio –dijo con cara de mafioso.

Para mí no era un problema la matemática y aunque no quisiera el tonto premio del profesor Smith no me iba a hacer la tonta hasta que alguien los llevara, entonces agarré el libro y empecé a resolver los problemas, no tomé ni cinco minutos y ya los había terminado, me puse de pie y fui a dejarle el cuaderno al profesor, quien los revisó en un santiamén.

-¡Felicidades, Cristina, tienes todas las respuestas correctas! –exclamó el profesor sacando un chocolate y entregándomelo.

-Gracias –le dije tomando mi libro y yéndome a sentar.

-Profesor, me está costando un poco esto –dijo Carlos.

-Carlos me encantaría ayudarte pero tengo que terminar estos expedientes –dijo apenado- oye, Cristina te podría explicar.

"Oh genial", pensé sarcásticamente, me levanté y caminé hacia él.

-Bueno, ¿a qué no le entiendes? –pregunté fríamente.

-A todo –respondió sin ninguna expresión en el rostro.

"Creo que esto será fácil", pensé, así que empecé a explicarle, al cabo de cinco minutos Carlos ya había entendido todo, así que fui a sentarme y vi que faltaban veinte minutos entonces saqué mi celular y puse mi escandalosa música a todo volumen, los minutos parecieron años pero al fin sonó el timbre así que me levanté y agarré mi libro.

-No tan rápido, Cristina –me paró el profesor.

-¿Necesita algo profesor Smith? –pregunté tratando de ser cortés.

Tú, mi solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora