Despierto debido a que James empieza a sacudirme muy fuertemente, le doy una mala mirada y él se ríe.
-Sabes que hoy no es sábado ni domingo, ¿cierto? –pregunta amablemente James, repito los días en mi cabeza y caigo en cuenta de que es viernes y aún tengo que ir a clases.
-Ya lo sabía –respondo girando los ojos.
-Pues no lo parecía –comenta para luego alejarse de mí- date prisa o llegarás tarde.
Él sale de la habitación y yo me quedo con una cara un tanto confundida, luego agarro mi celular para ver la hora y tiene razón, son las seis y media; ya no tengo tiempo para nada. Me levanto apresuradamente y me pongo lo primero que encuentro, un short de mezclilla celeste, una blusa morada y mis tennis blancos; me hago una rápida coleta, agarro mi mochila, mi teléfono y las llaves para luego bajar corriendo al primer piso, James tiene en mano un licuado que me da y ambos salimos de la casa.
Enciende su motocicleta y conduce lo más rápido posible y permitido para llegar a tiempo al colegio, me despido y entro corriendo al colegio, aún se encuentran mis amigos esperándome así que me acerco a ellos rápidamente y los saludo, luego Eliot se va a su clase y nosotros a la nuestra.
Para mi desgracia, la mañana no paso tan rápido como otros días, deseaba que diera la hora de salida para así ya faltara poco para la reunión con mi padre, cuando tuve la oportunidad le conté mi idea a Anaí, ella me apoyó y dijo que cualquier cosa estaría ahí para apoyarme.
Cuando al fin las clases terminaron me despedí de mis amigos, le pedí a James que me llevara directamente a la cafetería y que yo llegaría a la casa por mi cuenta, él insistió en venir a traerme pero no consiguió que cambiara de opinión así que tuvo que resignarse. Al entrar a la cafetería me recibieron sonrientes y para mi sorpresa entre los clientes se encontraban Zoila, Fiona y la otra chica de la cual desconozco el nombre; al verme me saludaron alegremente y yo les devolví el saludo.
Fui a la sala de empleados encontrándome ahí a Thomas, él al verme me sonríe amablemente, le devuelvo la sonrisa y me siento en el otro extremo del sofá.
-¿Vino por su paga Ramón? –pregunto de la nada.
-Así es, ¿Qué ocurrió? –pregunta curioso.
-Llevaba varias advertencias y ayer cometió otro error en su última oportunidad –respondo sin dar detalles.
-Ya veo, hiciste lo correcto en ese caso –comenta para luego levantarse- mi turno ha terminado, nos vemos luego.
-Nos vemos luego –contesto, luego él se va de la habitación dejándome sola, de pronto un mensaje en mi celular interrumpe mi hora de pensar, se trata de Carlos.
Carlos: Hola Aguilar, mis padres quieren que te invite a cenar, tu hermano puede venir también si así lo desea.
Yo: Vale, ahorita él no está conmigo pero también debo ver, te comento hoy si acepto la invitación para cualquier día o no.
Carlos: Está bien señorita misterio, ten un lindo día, hablamos luego.
Ese mensaje hace que una sonrisa se dibuje en mi rostro y me olvide de todas las preocupaciones.
Yo: Hasta pronto, Vargas.
Luego de eso me desconecto para empezar a pensar muy bien las palabras que diré, cuando ya las tengo listas veo la hora; la una en punto, así que me levanto para ir a ayudar un rato en la cafetería. En lo que estuve ayudando el tiempo se pasó volando, por suerte había programado una alarma porque si no se me hubiera pasado la hora, deje a Thomas a cargo ya que Susana ya había cumplido su turno de hoy y me dirigí con paso decidido y veloz a la dirección que mi padre había enviado.
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Tú, mi sol
Teen FictionCristina Aguilar, la chica desastre, la chica fuerte y ruda del colegio Calatrava, que ya no halla razones para vivir y que su vida se ha ido desmoronando poco a poco, todos creen que ella no tiene ningún problema y no le prestan la mínima atención...