Luego de estar estudiando un buen rato decido que es tiempo de ir a visitar a Sonia, me pongo un sudadero azul ya que a ella nunca le ha gustado que use el color negro y no sé si la veré otro día, la verdad no creo tener las fuerzas suficientes como para verla en la maldita cama del hospital, quito llave a la puerta y sin importarme si mi padre está o no, salgo.
Lo encuentro dormido en el sofá y ruedo los ojos, lo mismo de siempre desde que James se largó, creo que él siempre fue el pegamento que lograba mantener unida la familia, siempre lo vi como mi guerrero de brillante armadura a pesar de la diferencia de edad nos entendíamos perfectamente, no entiendo por qué se fue, pero en fin, yo puedo vivir sin él o al menos eso intento.
Al salir de la casa empiezo a caminar, al pasar cerca de la cafetería decido entrar para ver cómo van las cosas, justo cuando entré vi a Carlos sentado en una mesa viendo el celular, por suerte no me ha visto, todavía puedo irme sin que se dé cuenta; poco a poco voy saliendo sin que me vea ya que no quiero que sepa de mi vida personal, logro salir de ahí sin que me note, entonces me dirijo rápidamente hacia el hospital.
Al llegar voy a recepción y digo el nombre de Sonia, la recepcionista me da una pequeña sonrisa y yo intento poner mi mejor cara, no sé si aguantaré tantas miradas de lastima, luego de un rato me dice que ella está en la habitación ciento quince y que puedo pasar a verla pero solo unos minutos porque ella debe descasar, le agradezco y me dirijo a la habitación que me ha indicado.
Al ingresar a la habitación veo a Sonia con un libro en la mano, voltea a verme y me sonríe suavemente, extrañaré ver esas sonrisas... me acerco a ella y la abrazo ligeramente, la quiero pero aun así ella no es una excepción.
-Lo siento tanto –dije conteniendo las lágrimas.
-¿Por qué, Cristi? –pregunta Sonia acariciándome la cabeza.
-Por no lograr quererte como te mereces –dije pensando en que es la verdad, la quiero pero no lo suficiente como ella se lo merece.
-Oh Cristi... no te preocupes por eso, sé que me quieres a tu manera y con eso me basta –dijo apretándome un poco haciendo que me tensara.
-Pero no es suficiente... no eres una excepción... -dije sintiéndome terriblemente mal, no aguanto pensar en que no le pude dar todo el amor que se merecía.
-¿Qué es eso de la excepción? –preguntó Sonia empezando a soltarme para que me sentara y le contara.
-La excepción en los Aguilar... uf... nosotros no somos muy cariñosos, no podemos caminar a la par de cualquier persona es decir sí, pero solo con algunas personas no nos ponemos tensos, lloramos por muy pocas personas y no dejamos que cualquiera nos vea llorar, nos tensamos por cualquier contacto físico; solo las excepciones logran vernos llorar y que lloremos por ellas, que caminemos a su lado, que nos toquen, eso y muchas cosas logran sin que nos tensemos –le expliqué- con muy pocas personas nos volvemos vulnerables, es por eso que las llamamos excepción.
-¿Alguien ha sido excepción en ti? –pregunta Sonia sorprendida por lo que le he contado.
-Hasta ahora no, es muy difícil encontrar a una excepción, además es complicado lidiar con los Aguilar, somos un completo desorden y unos monstruos; no cualquiera nos puede entender y muy pocos nos pueden controlar, somos una total basura –dije bajando la cabeza, todos saben que soy fría pero a Sonia es la primera persona que le comento lo que soy en realidad.
-De verdad espero que algún día de estos llegue tu excepción y seas feliz con esa persona, porque no te mereces lo que estás viviendo, eres una buena persona en el fondo y aunque no lo quieras admitir sabes que lo eres –dijo Sonia con una pequeña sonrisa.
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Tú, mi sol
Teen FictionCristina Aguilar, la chica desastre, la chica fuerte y ruda del colegio Calatrava, que ya no halla razones para vivir y que su vida se ha ido desmoronando poco a poco, todos creen que ella no tiene ningún problema y no le prestan la mínima atención...