Capítulo 22

23 5 2
                                    

Luego de todo ese episodio en el colegio fui a mi casa a darme una ducha con agua fría, sé que me duché en la mañana pero en estos momentos necesitaba salir a respirar aire fresco o sentir el agua fría, solo esas dos cosas podrían hacer que despeje mi mente en estos momentos.

Luego de eso almorcé un poco, vi la hora y faltaba todavía una hora para las tres y no tenía ni idea de que hacer, hasta que recordé lo que platiqué con Anaí así que agarre mi celular y marque el número de mi padre. Un tono... dos tonos... tres tonos...

-Que maravillosa sorpresa bomboncito –dice tras contestar la llamada.

-Solo llamo para informarte que para el siguiente viaje irá una amiga, aunque no la llevaremos cuando vaya a jugar, ¿entiendes? –solté sin rodeos, era mejor hablarle de una y no salirse del tema con él.

-Vale, así será y dile que no se preocupe que yo le pago el boleto de avión –contesta- ¿algo más?

-No, lo demás lo discutiremos cuando estemos allá –respondo.

-Bueno bomboncito, un placer hablarte –dice al otro lado de la línea y yo solo ruedo los ojos.

-Adiós Benjamín –contesto fríamente y con eso cuelgo.

Quedaba mucho tiempo, pero me desesperaba encontrarme en estas cuatro paredes, las cuales en una época habían servido para mantener la calidez y el amor familiar, me habían visto llena de esperanza; pero eso ya no existe, la perdí hace mucho. Siempre dicen que la esperanza es lo último que se pierde, pero... ¿y si en realidad la esperanza se va mucho antes y solo nos deja una pequeña pizca? Ya que sabe que nos decepcionaremos y con eso solo aumentará el dolor.

Decido no pensar más en eso o terminaré peor de lo que empecé; agarro las llaves, mi celular y un poco de dinero por si es necesario, tal vez pueda ocuparme en algo allá en la cafetería hasta que sea la hora asignada.

Cuando estoy llegando veo que a lo lejos se acercan Sofí y Edgar. "¿No podrían haberse olvidado de mí?" pensé.

Tú fuiste la amable, ahora no te quejes.

No sabía que eran familia de Carlos.

Vale, un punto. Pero ya no puedes escapar.

¿Y cuándo he podido?

-¡Cristi! –grita alegremente Sofía cuando está cerca de mí y corre a abrazarme, yo me agacho y la recibo con los brazos abiertos aunque no tan cómoda.

-Hola Sofí, ¿cómo estás? –Pregunto separándome de ella y levantándome- buen día Edgar.

-Buen día, Cristina –contesta sonriente.

-Estoy muy bien –responde Sofía a mi pregunta.

-Me alegro por ello, hermosa –digo sonriéndole tiernamente- ¿qué les trae por acá?

-Bueno veníamos a verte, Sofí insistió tanto que acabó convenciéndome –dice soltando una pequeña risa a lo cual le seguí, aunque la mía no era tan real.

-Oh vaya, aprecio mucho eso pero... hoy no vamos a abrir y a las tres tengo una reunión –digo apenada de que vinieran hasta acá en vano.

-¿Entonces no quieres estar con nosotros? –pregunta tristemente Sofía, veo como afloran unas cuantas lágrimas y mi corazón se estruja.

-Sofí, te juro que me encantaría estar con ustedes, pero hoy en serio estoy ocupada y no puedo, pero te prometo compensártelo –respondo preocupada de que rompa en llanto.

-Entiende a Cristina, ella tiene otras cosas que hacer –dice Edgar regalándome una sonrisa comprensiva- ¿me darías tu número para poder contactarte? Así cuando Sofí quiera verte te llamamos y arreglamos los detalles.

Tú, mi solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora