Capítulo 10

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Me dirijo a ver como se encuentra Fernando, si es que ya despertó, una vez leí en un sitio web que a veces las personas que están muy tristes duermen mucho.

Subo las escaleras y al llegar al antiguo cuarto de Fernando toco delicadamente la puerta, puesto que no sé si está dormido o no y si lo estuviera no quisiera despertarlo, necesita descansar al menos un rato; entiendo el dolor que debe sentir, estamos hablando de su madre, la persona que le dio la vida y Sonia fue una excelente persona y apuesto que le dio todo el amor que una madre le puede dar a su hijo, cosa que mi madre no hizo conmigo, pero bueno... esto no se trata de mí, hoy no...

-Adelante –escucho decir a Fernando del otro lado de la puerta, abro y me lo encuentro sentado en la cama.

-Fernando no quería molestarte, simplemente venía a ver si ya estabas despierto y por lo visto sí, así que yo iré a seguir vigilando allá... -estaba diciendo cuando me hace un ademán con la mano haciéndome entender que pare de hablar.

-Cristina, sé que este no es el momento indicado pero... debo hablar contigo –dice invitándome a entrar y sentarme en la cama.

-El momento indicado no existe –digo de puro impulso- lo siento solo lo dije porque lo pienso, pero igual no es importante, así que dime.

-Por lo que tengo entendido mi madre te dejo la cafetería para que te hicieras cargo de ella, ¿no es así? –preguntó viéndome a los ojos.

-Así es, pero si te molesta renunciaré a ese derecho –le digo rápidamente, no lo conozco muy bien pero si eso le molesta no pelearé por la cafetería.

-¿Cómo crees que me molestaría eso? –Preguntó retóricamente- en realidad me parece bien.

-¿En serio? –le pregunto sorprendida.

-Sí, mamá sabía que yo soy un hombre de negocios y que vivo algo lejos de aquí, entonces me alegra que haya pensado en quien dejarle la cafetería, y a pesar de que te conozco muy poco no cabe duda que fue una gran elección la que hizo –dijo con una pequeña sonrisa, aunque noto en sus ojos que por dentro está destrozado.

-Entonces, ¿qué es lo que pasa? –le pregunto con la duda de por qué quiere hablar de la cafetería.

-Pues... veo que este es un momento muy duro, sé que te enteraste hace muy poco de lo de mi madre, entonces si esto te parece abrumador y dudas de poder hacerte cargo de esto, solo dímelo, yo veré que la vendan y... -estaba diciendo Fernando.

-Con todo respeto Fernando, pero... Sonia amaba ese lugar y siento que no es correcto venderla si ella amaba la cafetería –le interrumpí.

-Bueno, entonces corrijo –dijo él frotándose el ojo con la mano- si dudas de lograr hacerte cargo de la cafetería solo dilo y yo enviaré a alguien para que se haga cargo de mantenerla en buen estado y funcional.

-La verdad es que no estoy muy segura de poder hacerme cargo, pero... Sonia por alguna extraña razón confió en mí, entonces haré todo lo posible por mantener el negocio estable –le digo midiendo muy bien mis palabras, en serio que no estoy para nada segura de poder mantener el lugar, ese lugar me trae a Sonia a la mente, pero por eso mismo es que lo intentaré, de alguna manera se lo debo a ella.

-Me parece bien, te dejaré mis números telefónicos para que puedas contactarme y si surge algún inconveniente o algo, no dudes en llamarme –dice levantándose de la cama- ahora ve a casa, cámbiate, descansa un poco e incluso si no quieres venir no lo hagas, en realidad tú no tienes que cargar y soportar esto.

-Ni siquiera quiero irme –le digo con total honestidad.

-Agradezco tu buena voluntad y lo aprecio mucho, pero la verdad es que... quiero que vayas a descansar de esto, si quieres volver después está bien, pero por favor ve un rato a tu casa –dice suplicante.

Tú, mi solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora