Me despierto cuando ya es otro día, lo sé por el simple hecho de que el sol está alumbrando fuertemente como lo hace en las mañanas en este hermoso parque, me levanto del pasto, poco a poco los recuerdos de ayer se van juntando en mi cabeza y reacciono; Sonia va a morir, mi madre está en coma, mi padre es un completo estúpido y no tengo a nadie más...
Decido ir a ver cómo está mi madre, recuerdo que debo pasar frente a la cafetería de Sonia, ya que por ahí queda el hospital, por un momento me acobardo; pero luego empiezo a caminar, sé que no podré huir por siempre de mis demonios, y creo que es hora de enfrentarlos.
Al pasar frente a la cafetería me doy la sorpresa de que se encuentra cerrada, pero ahorita me concentro más en la salud de mi madre que en eso, así que luego averiguaré el porqué. Minutos después llego al hospital y al cruzar la puerta me encuentro a Sonia hecha un mar de lágrimas total, cuando me ve se limpia los ojos y se acerca a mi muy despacio con miedo a que yo salga corriendo.
-Cristina... -dijo Sonia tocándome la mejilla- por favor no te alejes.
-¿Por qué estás llorando, Sonia? –pregunté limpiando un par de lágrimas de la cara de Sonia.
-Necesito que seas valiente y muy fuerte –dijo llevándome a sentar.
-¿Qué ha pasado? –le pregunto frunciendo el ceño.
-Tu madre, dijo que te amaba mucho y que esperaba que nunca te rindieras... -dijo secándose un par de lágrimas.
-¿Por qué te dijo eso? –pregunté con confusión y miedo.
-Anoche, me llamaron del hospital, me dijeron que tu madre había despertado, fui a casa a buscarte pero no había nadie, entonces vine aquí, en el momento en que entré por esas puertas tu madre me preguntó por ti, le dije la verdad; entonces empezó a agradecerme, habló de ti... -estaba diciendo Sonia, pero sabía que había algo más.
-¿Qué fue lo que paso entonces? –pregunté esperando que fuera directo al grano.
-Lo que sucede es que ella sufría de problemas del corazón, y de la nada, le vino un ataque... al ver que estaba mal inmediatamente llamé al doctor pero no vino lo demasiado pronto y ella... ella murió... -dijo y acto seguido sentí como que si la sangre se me hubiera helado totalmente, sentí un gran vacío en mi pecho y esperé a que las lágrimas llegaran, pero nunca lo hicieron.
-¿Dónde está el cuerpo? –fue lo único que logró salir de mi boca.
-De eso es lo que debo hablarte, ¿quieres un funeral o prefieres que te den las cenizas? –me preguntó Sonia dándome un abrazo.
-Creo que prefiero que me den las cenizas –respondí, no quería que la gente se enterase de que mi madre había muerto y la mejor forma sería si no se le hacía un inútil funeral, además qué sentido tiene hacerle un funeral, de todas maneras con eso ella no regresaría.
-Muy bien, les diré a los doctores, a menos de que quieras verla por última vez –dijo empezando a levantarse de la silla.
-No gracias, así está bien –le dije, sé que parece que soy la persona con el corazón más frío que pueda existir, pero en verdad que no quiero ver a mi madre ahora, no estuvo presente en mi vida mucho tiempo y ahora ya no tiene sentido verla.
-Bueno, vendré en unos minutos –dijo Sonia empezando a caminar por un largo pasillo en el que un montón de personas con batas pasaban.
Me quedo pensando en lo que ha sido de mi vida, y no le hallo un lado bueno a todo lo que he vivido, a todo lo que me ha pasado; de pronto recuerdo al chico nuevo, su profunda mirada, su cabello negro, su tez blanca y debía admitirlo, era lindo. Pero no quiero tener ningún sentimiento hacia él ni otro chico, soy un desastre, solo hago daño.
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Tú, mi sol
Teen FictionCristina Aguilar, la chica desastre, la chica fuerte y ruda del colegio Calatrava, que ya no halla razones para vivir y que su vida se ha ido desmoronando poco a poco, todos creen que ella no tiene ningún problema y no le prestan la mínima atención...