Capítulo 14

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-Bomboncito despierta –oí la voz de mi padre hablándome.

Poco a poco fui abriendo los ojos para ver que la mayoría de las personas del avión empezaban a agarrar sus maletas para bajarse del este, vi a mi padre, a Max y a Brent frente a mí.

-Ya llegamos, señorita –dijo Brent muy educadamente.

-Está bien bajemos, por cierto, ¿qué hora es? –pregunté confundida, en realidad no sabía si había diferencia de horario entre Colombia y Nueva York.

-La una de la madrugada –me dijo Max viendo su reloj- entre Colombia y Nueva York solo hay una hora de diferencia.

-Gracias Max –dije levantándome de mi asiento, está vez Brent llevaba mi maleta.

Justo antes de que pararan un taxi vi una tienda de ropa abierta aún, así que pensé que sería ideal comprar un vestido de una vez.

-Benjamín, ahí hay una tienda de ropa y como ya sabes necesito un vestido –le dije acercándome un poco a él.

-Muy bien bomboncito te acompañaremos a comprar y yo lo pagaré –dijo haciéndole unas señas a Max y a Brent para que nos siguieran.

Llegamos y empecé a ver shorts, vestidos, tops y pantalones que me quedaran apretados; al final mi padre termino comprándome tres vestidos, diez tops, cuatro pantalones y cinco shorts.

Luego tomamos un taxi y fuimos al hotel en el que teníamos reservación, me entregaron la llave de mi habitación, la cual debo admitir que no estaba nada mal; así que me puse una playera y un short corto para dormir, aunque realmente no lo conseguí tan rápido.

Desperté cuando tocaron la puerta de la habitación, debo admitir que estaba exhausta por el vuelo y por no poder dormir tan rápido.

-¡Servicio al cuarto! –oigo como una dulce voz exclama al otro lado de la puerta.

-¡Adelante! –gritó para que me oiga.

-Buenos días señorita, mi nombre es Ángela y mayormente yo le atenderé, le he traído su desayuno ya que el señor con el que usted ha venido me lo ha pedido, espero que no la haya molestado –dice dulcemente y ruborizándose ligeramente.

-No hay problema, se lo agradezco mucho –digo arreglándome el desastroso cabello que tengo al despertar.

-Y también le ha mandado este sobre –dice entregándome un sobre blanco un poco abultado.

-Se lo agradezco –digo con una pequeña sonrisa falsa.

-¿Necesita algo más? –me pregunta amistosamente.

-Por el momento no, pero gracias –digo caminando hacia la mesa en la que dejó el desayuno.

-Bueno entonces, con su permiso yo me retiro –dice haciendo una pequeña reverencia.

-Propio –digo sentándome en una silla, la verdad no he visto la hora ni nada pero tengo hambre.

Casi se me cae la baba por ver toda la comida que hay, más o menos siete panqueques con miel que al parecer es natural, un tazón de fresas con crema batida, huevos estrellados con tocino, cereal, leche, una taza con café, un vaso con jugo de naranja y un batido de frutas; sinceramente esto se ve delicioso, tanto que me quisiera quedar más tiempo, aun sabiendo el motivo por el que estoy aquí.

Dejo el sobre en la mesa ya que luego lo veré, empiezo a desayunar y al terminarme todo acabo llenísima, regreso a mi cama con el sobre en la mano y al estar acostada lo abro; para que mentir, lo primero que ven mis ojos al abrirlo son varios billetes, luego veo un papel doblado, lo saco y desdoblo y veo que es una carta.

Tú, mi solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora