Llegamos al casino y a comparación con la primera vez, mis nervios ya no son tantos, aunque siguen ahí.
-Recuerda que pasará si te acercas a mí –le amenacé a mi padre señalándolo con el dedo índice.
-Como dije, pensarás que no estoy ahí –dice tranquilamente, me limito a ponerme el antifaz y a bajar de la limosina, camino con paso firme y decidido hasta llegar al guardia de seguridad que se encuentra, le enseño mi identificación falsa y tarda mucho en devolvérmela que empiezo a ponerme nerviosa.
-Podría quitarse el antifaz para comprobar que es usted –dice seriamente, volteo disimuladamente para asegurarme que ningún reportero esté cerca; en este momento agradezco que Anaí me haya maquillado, me quito el antifaz y el guardia me observa por un buen rato comprobando la identificación.
-Quisiera pasar a jugar en algún momento del día de hoy –digo molesta, aunque es para que no note que estoy nerviosa, me mira enojado por un segundo y luego me devuelve la identificación- gracias.
Entro con una sonrisa falsa, al estar en el casino mi mirada se dirige a las mesas de póker buscando un buen objetivo, me encuentro con dos posibilidades una mesa con tres caballeros de más o menos treinta años y dos mujeres de la misma edad o una con ya leyendas del póker, en esta ocasión decido que iré con los arrogantes de treinta años a los que les gusta alardear; camino con gracia y evitando chocar con las personas hasta llegar a ellos, dos de los hombres levantan la vista.
-¿Qué pasa hermosa? –pregunta coqueto uno de ellos.
-Es una hermosa noche para compartir una jugada de póker –digo con una sonrisa falsa ensayada- ¿puedo unirme?
-Por si nadie te lo dijo, esto no es una fiesta de antifaces cielo, mejor vuelve al circo de donde saliste –dice una de las mujeres y la otra ríe.
-La que debería irse eres tú, porque se nota que no sabes jugar, mejor ve a gastarte tu dinero en poca ropa que se nota que eso te gusta –le contesto al ver su vestimenta, un top muy descubierto y si mi vista no me falla es un short el que lleva puesto.
-¿Y tú me vas a dar lecciones? –pregunta molesta.
-Aunque te diera clases, tu lento cerebro no podría procesar toda la información –digo dándole una mirada de lástima falsa y luego sentándome en la silla que quedaba libre- ¿empezamos la partida?
-Por supuesto –dice sonriente uno de los hombres.
-Ya quiero ver si como ladras muerdes –dice la anterior mujer arrastrando las palabras.
-Cariño, aquí la única perra eres tú –digo mientras le sonrío cínicamente- ay, no quise decirlo en voz alta.
-No le prestes atención, Rocío –dice la mujer que está a la par de ella, me dedicaron una mirada asesina y luego empezó el juego.
Gané la primera jugada para demostrarle que yo sí sé jugar, ella se defendió diciendo que había sido un golpe de suerte luego perdí la segunda y tercera apropósito para que se confiaran más, pero después apenas si perdí alguna; había dejado sin dinero a las dos mujeres y a un hombre, otro se había retirado hace un rato antes de perderlo todo y el otro se negaba a rendirse.
Ya le quedaba poco dinero y dijo que jugaría un todo o nada, yo me limité a apostar la cantidad de dinero que él apostó, tenía escalera de oros pero no me confiaba como para apostarlo todo. Mostré mis cartas y él se quedó sin palabras, al bajar sus cartas lo único que tenía eran tres sietes. Los otros dos caballeros se rieron, yo tan solo tomé mi dinero y empecé a levantarme de la mesa.
-Ahora explícanos el antifaz –dice al que todavía le quedó un poco de dinero.
-Es mi marca personal como jugadora –respondo tranquilamente.
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Tú, mi sol
Ficção AdolescenteCristina Aguilar, la chica desastre, la chica fuerte y ruda del colegio Calatrava, que ya no halla razones para vivir y que su vida se ha ido desmoronando poco a poco, todos creen que ella no tiene ningún problema y no le prestan la mínima atención...