Capítulo 24

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Después de estar por un largo rato viendo a la nada me levanto de mi cama para arreglar todo el desastre que hice, arrojé casi todo, debo aprender a controlar mis emociones ya que no puedo estallar así siempre que me enoje; pero no sé cómo hacerlo. Veo la hora en mi celular, seis en punto; aún falta para que Anaí venga así que iré a comprar hamburguesas ya que no quiero cocinar, agarro mis llaves y mi celular para luego salir y sentir el suave aire frío.

Mientras voy caminando al puesto de hamburguesas volteo a ver una pared en la cual se puede leer: "Dios te va a mandar un ángel que ilumine tu camino". Si al menos ese ángel apareciera en estos momentos... llego al puesto y ordeno las dos hamburguesas con una porción de papas cada una, en el camino compraré algún refresco.

Al llegar dejo las cosas en la cocina y me dirijo a la sala para sentarme en el sofá, antes de poder encender la televisión tocan la puerta, me levanto para abrir la puerta y encontrarme con Anaí; inmediatamente me abraza y se separa rápidamente, la dejo pasar y observo que trae una maleta muy linda.

-Linda maleta –comento.

-Gracias, es mi favorita –dice sonriente- ¿Dónde la pongo?

-Puedes dejarla en la sala –le indico y así lo hace.

-Tengo hambre, ¿Qué cenaremos? –cuestiona caminando a la cocina, solo vino una vez y ya sabe dónde están las cosas, es increíble.

-Hamburguesas –respondo entrando a la cocina y sacando la comida de las bolsas y sirviéndola en un plato.

-¿Y qué tal tu cita con Carlos? –pregunta con una mirada pícara.

-No fue una cita y no quiero hablar de eso –respondo poniéndome un poco tensa.

-Vale, por lo que veo no acabó nada bien –dice para luego masticar una papa frita.

-No, salió con que mi actitud no es de las mejores y cosas así –conté recordando lo que me dijo- y cuando le dije que si iba creer en los rumores que ya ni por Sofí sería su amiga y que no le hablaría a menos que fuera por la obra, ¿y sabes qué dijo? Me contestó que hiciera lo que quisiera porque al fin y al cabo siempre lo hacía.

-Es un tonto –dice Anaí- y no le prestes atención, al fin y al cabo que se lo quede la perra de Zoila.

-Es gracioso, yo también la llamé así –le digo riendo y ella se une a mí.

Luego de comer yo no tenía ánimos de nada así que le pedí disculpas y me fui a dormir mientras ella iba a ver televisión en la sala y luego iría a dormir, le ofrecí la habitación de James pero se negó. Me pregunto dónde se encuentra en estos momentos, espero que esté bien y espero que algún día lo pueda volver a ver.

Me despierto justo cinco minutos antes que la alarma suene, al menos Anaí aceptó el dormir a la par mía, me hubiese sentido terrible si la encontraba durmiendo en el sofá; voy al baño hago mis necesidades, luego entro a ducharme y voy a mi cuarto por ropa. Entro y veo que Anaí sigue durmiendo, saco un pantalón negro de mezclilla y una blusa de color corinto, salgo para ir a cambiarme al cuarto de James.

Al entrar observo sus antiguos posters de las bandas que le encantaban, extraño el molestarlo diciendo que su música era un asco cuando en realidad a mí también me fascinaba. Desearía tener más tiempo con él, quiero que me llame enana y yo decirle jirafa, no estaba lista para que se fuera y ni siquiera sé el motivo de su partida.

No es momento que te distraigas, debes concentrarte para las olimpiadas.

Me cambio rápidamente y camino a mi cuarto para encontrarme a Anaí profundamente dormida, creo que hoy me tocará despertarla a las malas; empiezo a empujarla suavemente pero al ver que es en vano la empujo un poco más fuerte y repitiendo su nombre una y otra vez. Después de un largo tiempo logro que se levante.

Tú, mi solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora