Capítulo 5

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Abro los ojos y de repente me empieza a doler el ojo en el que me han dado el puñetazo, intento levantarme pero es en vano, me duele todo el cuerpo después de la paliza que me ha dado mi padre, sacó el celular y veo que son las cinco de la madrugada.

Debo levantarme, así que como puedo me pongo de pie, voy a la cocina para agarrar un trozo de hielo y ponérmelo en el ojo, luego subo a arrastras las escaleras para ir a mi habitación y tomar vendas para luego tomarme dos ibuprofenos, saco las vendas de una caja que tengo oculta bajo la cama; la cual contiene vendas, pastillas, maquillaje para cuando tengo dañada la cara, dinero para emergencia y compresas.

Decidí ducharme para quitar toda la suciedad que tenía, al terminar me aplique una crema para el dolor, luego me vende, me vestí y por último me maquille para que no se notara tanto el moretón, agarré los ibuprofenos y como pude baje las escaleras y fui a la cocina para comer algo y luego tomarme las pastillas; para las seis ya estaba lista para ir al colegio así que agarré la mochila y salí de mi casa, me puse los auriculares, puse mi música escandalosa y empecé a caminar hacia este.

Al llegar no hubo nada extraño, por suerte no recibí miradas ni comentarios cuando me vieron, eso me hizo creer que no se notaba para nada el moretón; fui a mi casillero, deje todo excepto el libro y cuaderno de matemática y me dirigí a mi salón de clases.

Al llegar me coloqué los auriculares y puse mi música, esperando a que mi molesto profesor apareciera, luego de un rato lo hizo, cerró la puerta y se sentó, por alguna extraña razón vi hacia el asiento a la par mía, Carlos aún no había llegado.

-Bueno chicos hoy... -estaba diciendo el profesor cuando tocaron la puerta, él se levantó y al verlo le lanzó una mirada fría- que sea la última vez, Carlos.

Carlos entró y se dirigió rápidamente a su lugar, tan rápido que casi se cae.

-Como estaba diciendo, hoy trabajarán un par de ejercicios que están en la página ciento cincuenta y dos del libro, tendrán el día de hoy y el de mañana para trabajar los ejercicios –dijo sacando su computadora y empezando a teclear súper rápido.

Empecé a trabajar los ejercicios cuando de pronto siento que alguien me está observando, levanto la cabeza y veo a Carlos viéndome fijamente, alzo las cejas y le lanzo una mirada confundida.

-¿Necesitas algo? –le pregunté viéndolo fríamente.

-Me ayudas con las operaciones –dijo sin cambiar de expresión.

-¿Hay algún problema Carlos y Cristina? –nos pregunta el profesor lo cual hace que toda la clase se nos quede viendo.

-Solo le pido a Cristina que me explique –dijo Carlos viendo al profesor.

-Está bien –dijo el profesor volviendo a teclear en su computadora.

-¿Por cuál operación vas? –le pregunté apenas interesada en explicarle.

-Por la segunda –me contestó relajadamente.

Empecé a explicarle y cada vez que intentaba volver a hacer mi tarea Carlos me interrumpía, así que él terminó una página con operaciones antes que yo, pero cuando dejo de molestarme las hice rápida y eficazmente, cerré el libro y puse mi música escandalosa.

De pronto volteo a ver y noto una mirada de confusión de parte de Carlos, que se queda viendo fijamente por donde tengo el moretón, y caigo en la cuenta de que no es que no se note, es simplemente que no es importante para los demás, pero... ¿por qué para Carlos si lo es?

-Cristina ven aquí por favor –me dice el profesor Smith.

-¿Qué necesita profesor? –le pregunto fingiendo interés.

Tú, mi solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora