Capítulo 20

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-¿Chica qué te tiene tan molesta?- pregunta Lucy, quien la observa beber con más ímpetu, teniendo en cuenta que antes apenas si había bebido un par de copas, pero ahora pareciera acabar con la botella.

-Los hombres son unos idiotas- se queja la de cabello oscuro.

-¡Aleluya! Amiga- se ríe y la acompaña en un trago.

-Es que no los entiendo, por qué se creen que mandan en nuestras vidas, ¿es que acaso somos una cosa de la cual puedes disponer a su antojo?- pregunta a su amiga entre gritos

-Así que hay alguien que te mueve el piso, ya decía yo que te veía diferente- expresa la morena.

-No, no hay nadie, porque él es un idiota que no sabe ni qué es lo que quiere- se queja y contradice.

-Ya veo ¿y ese idiota está tan bueno como mi primo?, mira que por ahí dicen que un clavo saca a otro clavo y quizás mi primito que no deja de desvestirte con los ojos te pueda ayudar a olvidarte del que te hace rabiar- le expresa señalando a Julián quien está hablando con unos compañeros del restaurante sin dejar de mirar a Martina.

-No lo creo, no quiero saber de hombres en este momento

-Entonces busquemos una linda chica- le propone su amiga guiñándole el ojo.

-Noooo- niega Martina rápidamente

-¿Por qué no? te digo que yo al principio dudé, pero después de hacerlo me quedó gustando- ofrece una sonrisa ladeada a su amiga y ésta la observa de arriba abajo

-No me digas que te olvidaste de los hombres y quieres conmigo

-No, claro que no, además eso complicaría las cosas, y me gustas más como amiga, pero podría encontrar una linda chica para ti- le propone, pero Martina no le hace mucho caso.

-Sabes, el sexo para mí era como un mundo mítico del que quería saber, pero sólo había encontrado que era algo decepcionante y definitivamente alejado de mi realidad, pero ahora encontré a alguien que con sólo mirarme me hace mojarme las bragas y con su voz cerca de mi oído me hace desearlo por completo, y con una caricia suya hace que mi corazón palpite como loco y aunque se supone que no somos nada más que una especie de amigos sexuales, no me gusta esta situación, porque yo quiero más- confiesa a su amiga, quien la observa compasiva

-Entiendo, te has enamorado- la abraza y acaricia su espalda desnuda como consuelo.

-Sí, me he enamorado por primera vez en mis 31 años de vida y también me han roto el corazón al mismo tiempo, porque él no me quiere ni espera nada de mí más que sexo y quizás algo de comida- piensa en que en este último mes ha descubierto cuáles son los gustos de Owen y se ha esmerado en darle lo más delicioso que sus manos puedan hacer, incluso ha logrado que consuma alimentos sanos que al principio estaban en la lista negra, pero sólo porque le parecían desagradables. Sonríe algo nostálgica.

-No te preocupes, si ese hombre no te valora lo suficiente es porque realmente es un imbécil y un ciego, no hay duda de ello.

Los ojos de Martina se ponen acuosos y parpadea rápidamente tratando de alejar ese triste sentimiento.

-Entonces, ¿quién es el imbécil?

-Es un hombre que se comporta como un niñato, así que no importa- se encoge de hombros.

-Pues yo creo que definitivamente un clavo saca a otro clavo, lo digo por experiencia, mira que utilizado casi una caja de clavos para olvidarme del idiota infiel que no me valoró- se queda pensativa- es que tienes razón, los hombres son unos imbéciles, sólo sirven para follar.

Martina en busca del ODonde viven las historias. Descúbrelo ahora