Capítulo 53

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Otro día parecía transcurrir y a pesar del abuso al que había sido sometida y a los golpes e insultos, Martina se había quedado dormida ya por la extrema fatiga de su cuerpo, su mente la alejó de aquel lugar y en medio del sueño se vio en un parque rodeada de sus dos hombres y de su perro, mientras reían felices y ella misma se dejaba contagiar de esa alegría.

Aquel sueño parecía un bálsamo para su maltratada alma, la cual hasta hace poco agonizaba sintiéndose culpable de lo ocurrido. Aquel sometimiento no había sido el primero en su vida, pero hacía tanto que no lo sentía que casi lo había olvidado.

Años atrás, cuando lo comentó a su madre en busca de ayuda, ésta sólo respondía que era normal y permitido por estar casados además él siendo hombre tenía todo el derecho de estar con su mujer cuando lo quisiese, además que ella misma se había buscado tal situación, así que lo más probable es que fuera designio de Dios. Por lo cual fue la primera y última vez que buscó refugió en los brazos maternos.

No obstante, aquellas palabras por mucho tiempo calaron en su mente y le llevaron a pensar que ella era la del problema, que no sentía placer porque estaba defectuosa, lo cual la obligaba a fingir o a buscar autosatisfacerse gracias a su propia mano.

Pero lo que había vivido hasta hace unas pocas horas había sido la peor experiencia de todas, y lo que la hacía sentirse tan mal era el pensar en Owen, porque de alguna forma sentía que lo había traicionado, por lo cual aún dormida las lágrimas no dejaban de salir de sus ya enrojecidos e hinchados ojos. No obstante, se refugió en aquella imagen y en la alegría de sus seres queridos.

Sus ojos se abrieron de repente al escuchar la puerta abriéndose de golpe nuevamente. Se sentó en la cama y arropó con todas las cobijas para cubrir por completo su cuerpo. Sólo llevaba una bata de baño, porque fue lo único que encontró en la habitación, pero ésta era la única barrera que aunque frágil impedía el acceso a su cuerpo. No obstante, aquella imagen de hasta hace unos pocos segundos parecía darle fuerza y miró al hombre de forma despectiva reuniendo todo el valor y uniéndolo a la rabia que ahora invadían todo su ser.

— ¿Ahora qué quieres?— preguntó ella intentando no mostrar un ápice de temor.

—Al parecer mi querida esposa se ha recompuesto de forma inesperada— mostró esa sonrisa de burla que a ella tanto le fastidiaba.

—Es necesario reponerse de las situaciones desagradables.

—No te hagas la fuerte te he escuchado llorar y gimotear como un niño pequeño.

—Lo que escuchaste no fueron mis lamentos, fue mi asco— Aquel olfateó y sintió un olor nauseabundo saliendo del lugar.

— ¿A qué huele?— miró por la habitación sin comprender.

—Debe ser mi vómito— señaló con los ojos hacia a un lado de la cama y aquel observó un bulto sobre el piso. Martina había cubierto la suciedad con algunas sábanas, sólo para no verlo.

—Eres repugnante— mostró un rostro de desagrado y salió de la habitación tan rápido como pudo.

—Por lo menos eso lo mantendrá alejado— se dijo a sí misma dándose valor.

Se levantó de la cama, pero su cuerpo dolía más que el día anterior, no obstante ignoró aquel malestar y miró por la ventana pensando en la mejor forma de escapar.

Ella era una mujer valiente, Owen siempre se lo susurraba diciéndole que la admiraba por eso. Así que aquel imbécil que ahora la tenía encerrada no sería el que cambiara la impresión que su novio tenía de ella y mucho menos se defraudaría a ella misma, tenía que salir a cómo fuera lugar de ese sitio tan bello como las llamas del infierno.

Martina en busca del ODonde viven las historias. Descúbrelo ahora