Martina quien en un principio se había dejado llevar por los sentimientos, incluso dejando caer algunas lágrimas removidas por la ansiedad y los nervios ahora se veía más tranquila, su hijo se había encargado de ello, la había abrazado y dicho palabras dulces hasta que todo sentimiento de intranquilidad había abandonado su cuerpo, ahora estaba sencillamente feliz, tanto que las comisuras de sus labios se elevaban por completo mientras ella diestra en su arte terminaba de adornar los platos, en ellos se podía apreciar un puré de paga adornado con algunas hojas de perejil, y al lado el filete de pechuga de pollo bañado en la salsa que previamente había preparado, al final tomó una servilleta de papel y limpió los bordes, no importaba que fuera una cena sencilla en su casa, siempre trataba de dar lo mejor de sí y ahora no podía hacer menos por los dos hombres más importantes de su vida, quienes aguardaban en el comedor a que ella llevara los platillos.
En hora buena había optado por aquella comida, una de las favoritas de su hijo, lo que parecía encajar perfecto para darle la tan merecida bienvenida.
Por otro lado, Owen ahora algo indeciso sobre la respuesta del chico ante la relación que sostenía con su madre, se debatía mentalmente en qué podía decir para romper el tan tangible hielo que al parecer se había formado entre ambos, es que incluso la mirada glacial del chico le hacía sentir el frío de la Antártida sobre sus huesos, pero un resquicio de duda se sembraba al verlo junto a su madre puesto que no hacía ningún tipo de rabieta como si se tratase de un niño consentido, sino que por el contrario mostraba más aplomo y seriedad que alguien de su edad.
Aquello era algo realmente extraño, porque él mismo a esa edad se recordaba como un dolor de cabeza para sus padres, y aunque en ese tiempo estaba movido por la tristeza de las comparaciones constantes y de no sentir jamás algún tipo de motivación o esperanza por parte de su padre, no era ni por un milímetro algo comparado con lo que observaba en aquel joven.
El cabello era definitivamente más claro que el de Martina, incluso su color de piel y sus ojos se diferenciaban, pero en él había ciertas expresiones que veía en su novia, como si se tratara de ella misma, por ejemplo al extender una sonrisa como respuesta inmediata al recibir algo que le gusta, precisamente la que estaba haciendo al ver el plato que su madre ponía en frente para su deleite.
-¿Sabías que venía?- cuestionó el chico levantando una ceja ante lo cual su madre sólo devolvió la sonrisa de Damián y negó con un movimiento de cabeza
-Claro que no, ha sido toda una sorpresa, sólo que he pensado en ti todo el día, o mejor dicho, todos estos días y sin darme cuenta elegí esto para preparar.
-Se lo ibas a preparar a tu novio- las últimas dos palabras se escucharon un poco diferentes a las del resto que componían la oración, no obstante la sonrisa no se alejó de las facciones del chico a quien a decir verdad su madre había heredado excelentes genes, porque desde ya podía verse que él sería un hombre muy atractivo y seguramente rompería muchos corazones.
-Sí- respondió la aludida llevando su mano al cabello de su hijo para peinarlo con sus dedos, aquello no era algo premeditado parecía genuinamente involuntario y hacía ver a Martina de una forma diferente, algo que Owen antes no había notado, aquella se veía más cálida, era como si realmente un tipo de calor emanara de su cuerpo y cubriera a aquellos que estaba a su lado, era amor de madre, algo que el raramente observó en su propia familia, o por lo menos no de esa forma y no era como si su propia madre no lo amara, sólo que expresaba su sentir de otra forma y debía administrarlo entre tres.
-Ya mamá- se quejó el chico moviendo la cabeza- ya no soy un niño- afirmó orgulloso de sí mismo y como respuesta la expresión de Martina simplemente lo dejó embelesado, Owen veía cómo sus labios se alargaron y contrajeron mientras el labio inferior sobresalía mostrando la piel interna, ella estaba haciendo un puchero, aquello fue realmente grato de apreciar y en especial demasiado tentador, lo que de inmediato le hizo generar una importante pero hasta el momento desapercibida pregunta ¿cómo podrían estar juntos físicamente con su hijo presente en casa?- Él había salido del hotel con la disposición de no volver hasta el día siguiente, incluso no había sido necesario empacar algo de ropa para el cambio porque ya disponía de lo necesario en una parte del closet de Martina.
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Martina en busca del O
ChickLitMartina Risso, años atrás su vida no fue sencilla después de quedar embarazada y ser obligada a casarse como consecuencia, para convivir con alguien que nunca la satisfizo sexualmente ni la amó. Pero ahora, como adulta y alejada de su familia es una...