El tiempo pasó y mientras las manecillas del reloj avanzaban con prisa para algunos, pero con lentitud para otros, Owen exponía a sus subalternos un plan para que aquel asunto no se complicara y tanto el político como ellos no tuvieran que enfrentarse en altos tribunales, mucho menos que se afectara la imagen de todo conglomerado hotelero ante el público en general.
Fue así como delegó a cada uno una tarea importante, pero en especial inmediata porque todo debía suceder antes de que las imágenes llegaran a la prensa, así una vez que eso sucediera aquellas fotos manipuladas o no, no tendrían ningún valor y pasarían de un gran y jugoso escándalo a una escena de comedia e insignificancia.
Todos salieron de la oficina tan rápido y atentos a sus respectivas tareas que dejaron solo a su jefe con el señor Johnson el único sin una acción para realizar.
-Señor y ¿qué es lo que yo debo hacer?- indagó el hombre mayor listo para recibir instrucciones-: supongo que será la asignación más relevante así que estoy listo para que me indique- expresó con postura erguida y solícito a escuchar.
-Por supuesto, asistente Johnson, usted mismo se encargará de darle un paseo al perro que vino conmigo- pausó un momento para apreciar la expresión consternada del hombre, quien no esperaba escuchar algo semejante.
-Pero eso qué tiene qué ver con...-Owen intervino una vez más
-Espero haga muy bien su trabajo. Así que vaya de una vez, él debe caminar por un largo rato porque es algo inquieto así que es necesario que se canse- Terminó de hablar y vio los correos pendientes en su computador. No obstante el asistente no salía de la oficina en espera que aquel digiera que se trataba de una terrible broma.
-Señor- intentó decir el hombre mayor, pero en ese momento ingresó su secretaria con el perro a su lado
-Lo siento- dijo la mujer con los ojos rojos y parpadeando, mientras se frotaba la nariz.
-¿Qué sucede Anna?- se alarmó Owen pensando algo más hubiese sucedido, tan grave que su secretaría empezara a llorar.
-Jefe, lo siento, es que yo soy alérgica a los pelos de los perros- reveló un poco apenada, porque de verdad ella quisiera aprovechar ese momento para jugar a tener un perro, algo que nunca en su vida había tenido porque sus padres lo rechazaban tajantemente y en la Universidad tras ir a la casa de uno de sus compañeros, quien tenía un adorable perrito se dio cuenta de que no paraba de picarle la nariz, de estornudar y que se enfermaba tras tener cerca al bonito animal. Después los médicos le informaron de su alergia y por eso trataba de estar lejos de aquellas criaturas por más bonitas que le parecieran.
-Ya veo- pausó un momento-: ¿ahora ve qué tan importante es esta asignación asistente Johnson?- al parecer no se tratará de solo un paseo, sino de atenderlo durante todo el día
-¿Qué?- exclamó el hombre con tal molestia que incluso empezó a evidenciar un tic nervioso debajo de uno de sus ojos.
-Por favor, Anna entrégale a la best... digo al perro para que pueda cuidarlo.
-Si señor- la mujer se apresuró a entregarle el laso al odioso asistente para salir inmediatamente hacia el baño del personal y limpiar cualquier rastro de pelo del animal.
-Muy bien ¿qué está esperando? – indagó Owen mirando ladeado al hombre quien no salía de su asombro. Para él aquello era más que una ofensa, era inaudito e imposible de suceder, por eso por un momento dudó de su propia racionalidad, pero al encontrarse con los ojos fríos de Owen y de un grito en el que se pronunciaba su apellido entendió que de verdad estaba sucediendo.
-Inmediatamente- contestó el hombre tomando el collar en su mano.
-No olvides alimentarlo y darle de beber- agregó Owen antes de que salieran de la oficina.
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Martina en busca del O
ChickLitMartina Risso, años atrás su vida no fue sencilla después de quedar embarazada y ser obligada a casarse como consecuencia, para convivir con alguien que nunca la satisfizo sexualmente ni la amó. Pero ahora, como adulta y alejada de su familia es una...