Capítulo 24

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La noche había pasado y la mañana había llegado tan rápida como nunca antes, Owen se había encargado de celebrar el nuevo compromiso con una noche de sexo apasionado y besos tiernos, una combinación realmente adictiva para la sensible piel de Martina, quien se encontraba tan agusto como nunca antes lo había estado.

Por primera vez en su vida le había costado trabajo levantarse temprano, sentía que algo invisible la ataba a la cama y en especial al cuerpo desnudo de ese apuesto hombre que ahora podía llamar suyo. Estaba tan feliz que por momentos se pellizcaba el brazo para saber si todo aquello no era tan sólo parte de un bonito sueño, pero al sentir el dolor en su piel sabía que era real.

Owen continuaba dormido, su respiración lenta y algunos ronquidos así lo demostraban, así que ella tan sólo prefirió levantarse lentamente y en silencio para preparar algo de comer y llevarle el desayuno a la cama, no sabía por qué pero de tan sólo imaginarlo la hacía sonreír como una niña pequeña.

Daba pasos lentos y con cada uno sentía dolor en su entrepierna, y con ello recordaba una noche muy entretenida así que aquel dolor no le molestaba por el contrario le gustaba, Owen era realmente apasionado y se había encargado de demostrárselo anoche más que en veces anteriores. Ella ya había perdido la cuenta de la cantidad de orgasmos que habían hecho vibrar su cuerpo, pero lo que sí sabía era que todos se los generaba él, quien podía excitarla con tan solo una mirada.

Bajó a la cocina y procedió a tomar lo que necesitaba, así sacó tocino el cual sofrió en una sartén sin aceite dejando que se tostara con su propia grasa, también alistó la cafetera con agua y el café que a él parecía gustarle, aunque pensaba en que debía prepararle otro tipo de café, pero no tenía lo necesario para hacerlo, así que suspiró y se resignó a que fuera un café normal.

Mientras la máquina hacía su trabajo, volteaba los pedazos de tocino. Algo demasiado grasoso para su gusto, pero por una vez no le harían daño. Tomó el pan entre sus manos y lo colocó en la tostadora, mientras vertía huevos a sofreír en la misma sartén en la que se preparaba la carne. Una vez estuvo listo lo vertió en dos platos, lo acompañó con el pan recién tostado y con un humeante café recién hecho. Satisfecha sonrió frente a un típico desayuno americano, del cual ella no era muy fan, pero de verlo tantas veces en películas románticas quería saber si era tan bueno como se suponía cuando se desayuna con tu pareja.

Esta última línea de pensamiento la hizo sonrojar, ahora ella tenía una pareja, y saltaba de emoción como una niña. Luego recordó que su bebé estaría esperándola y se apresuró a tomar el celular para llamar a Nina, la niñera de Cariño o por lo menos así le decía a ella y hacía tan bien su trabajo que siempre era bien recibida por su perro.

Marcó y el teléfono al otro lado repiqueteó un par de veces, sabía que Nina también era de las que se levantaba temprano, a pesar de que era muy joven, pero era realmente responsable con los trabajos de medio tiempo como los de cuidar mascotas, que le encantaban y sus estudios de veterinaria, que la hacía la mejor opción para cuidar de su querido y gran bebé.

-Hola- contestaron al otro lado de la línea

-Hola, te llamo para pedirte un grande favor, anoche no pude llegar a casa y mi cariño está solo, así que como te imaginarás debe estar muy estresado, por favor ve a casa, sabes en dónde está la llave de repuesto, lo sacas a pasear y lo alimentas

-Oh, Martina... no puedo, lo siento- se disculpó rápidamente - no sabía que me necesitarías hoy y así de temprano y salí con mis amigos, así que estoy lejos de la ciudad, llego hoy en la noche.

-No te disculpes, no tenías por qué saberlo, ni siquiera yo sabía que te necesitaría para cuidar a Cariño, no te preocupes, en un momento salgo para allá así que disfruta de tu viaje, eres una excelente niñera de mi bebé y te mereces pasarla súper bien- le expresó de forma sincera.

Martina en busca del ODonde viven las historias. Descúbrelo ahora