Capítulo 52

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No sabía si habían pasado minutos, horas o días, su cabeza parecía partirse en dos y en el proceso todo le era borroso y extremadamente confuso, abrió los ojos y vio sólo oscuridad, a pesar de que por algunas aberturas tras las cortinas se apreciaban franjas luminosas que le informaban era de día, la cabeza palpitaba y sintió su boca extremadamente seca, también el recuerdo de huir de Alejandro llegó a su mente y sintió el peligro acechándole.

Tocó su cabeza y sintió algo seco pegado a su piel desde su frente hasta su mentón, por lo cual subió más la mano en aquella dirección hasta sentir una masa extraña en su cabello como si aquel estuviera pegado gracias a algo que ella desconocía y al tocar la superficie de su cuero cabelludo el dolor aumentó y la hizo encoger sus dedos para no rozar aquel lugar.

Estaba en una cama, eso era evidente, sentía el suave colchón y las telas de miles de hilos bajos su piel, así que se levantó con toda la fuerza que tenía sentándose en el borde y sintiendo se encontraba descalza, no sabía en qué momento se había quitado sus tacones, ni mucho menos en qué momento había ido a parar a aquel lugar.

Se levantó y un dolor agudo en su tobillo la hizo tambalear, lo cual acompañó al mareo del que estaba siendo víctima, pero ¿qué rayos le había pasado para estar en esa condición?, se preguntó sin saber cómo conocer la respuesta. Con todo el esfuerzo que le implicaba caminar, lo hizo de forma lenta hasta la ventana, abrió las cortinas y observó a través del cristal, sus ojos parpadearon con rapidez para acostumbrarse a la luz y de inmediato reconoció el paisaje arborizado que estaba en el exterior, sin duda estaba en la mansión y Alejandro seguramente la había golpeado.

Lo maldijo mentalmente, aunque el dolor se le molestaba hasta para pensar, así que con más esfuerzo fue en dirección a la puerta con la intensión de salir de ahí, pero a pesar de todo el esfuerzo que aquello le implicó por más que movió la manija ésta no cedió, por lo cual golpeó con sus puños la puerta, pero nada sucedió, ningún ruido, ninguna persona al otro lado, por lo cual se sintió sola. Alejandro la había encerrado en ese sitio y ahora tenía que pensar en cómo huir de ahí.

Observó a su alrededor con la esperanza de encontrar su bolso, pero así como los zapatos había desaparecido. Sin saber qué más hacer caminó lento hasta el cuarto de baño sintiendo la absoluta necesidad de ingerir agua. Caminó lento, sosteniéndose de las paredes, su tobillo palpitaba y su cabeza cual comparsa musical le hacía compañía, definitivamente éste era su peor día desde hace muchos años.

Vació su vejiga y bebió abundante agua, pero al mirarse detenidamente en el espejo se asustó de su propio aspecto, se veía tan terrible como se sentía y la sangre seca parecía resquebrajarse en su piel, mientras las manchas rojas hacían de su vestido un objeto de espanto.

Abrió de nuevo la llave y recogió abundante agua entre sus manos para llevarla a la cara la cual lavó y refrescó tratando de borrar esos vestigios de sangre seca, intentó limpiarse la cabeza y el cabello, pero el dolor era insoportable, por lo cual decidió esperar para hacerlo después.

Quería bañarse y cambiarse de ropa, pero sobre todo lo que más deseaba era salir de aquel lugar.

Se lamentó y maldijo el momento en que había puesto un pie de nuevo en aquella casa, la cual para otros sería un sueño y estarían orgullosos de vivir en ésta, pero para ella distaba mucho de la forma en cómo la veía.

Recordó las palabras de Alejandro diciendo que quería que ella le diera un segundo hijo y en ese momento se dio cuenta de que aquel hombre había enloquecido, porque sólo a un demente se le ocurriría algo similar cuando ellos no eran nada y sólo tenían en común un hijo y un papel que los unía en matrimonio.

Como pudo regresó a la cama para sentarse en ésta, el dolor del pie le impedía estar mucho tiempo de pie y menos caminar. Su cabeza seguía palpitando, pero debía pensar para tratar de entender lo que estaba sucediendo, porque muy a su pesar jamás se imaginó que éste sería el resultado de su visita.

Martina en busca del ODonde viven las historias. Descúbrelo ahora