Capítulo 26

61 9 0
                                    

Martina se acercó y tomó la botella que él sostenía, la destapó y bebió el líquido refrescando su cuerpo mientras algunas gotas se resbalaban por la comisura de sus labios pasando directamente a su mentón y caían sobre la ya húmeda tela. Owen la observaba fascinado, por no decir embelesado con la belleza frente a si, estaba tan fijo en ella que no sintió cuando se le había acercado la bestia para lamer sus manos, sacándolo por completo de su hipnotismo.

-Agh... ¡qué asco!- Exclamó limpiando sus manos en la tela de su pantalón, definitivamente ese animal sabía lo que él representaba y seguramente con aquel aparente torpe gesto le estaba declarando la guerra, o por lo menos algo así cruzó por su mente.

-Cariño también tiene sed- se agachó y vertió un poco del líquido para que el perro bebiera del agua que caía en una de sus manos y hacía las veces de plato.

-Eso es realmente desagradable- afirmó el hombre y Martina lo observó

-No es para tanto, después me baño

-Si eres una chef deberías abstenerte de tener mascotas- expresó él mirando a la bestia que jadeaba tras el ejercicio.

-No es como si lo llevara al trabajo, no exageres

Owen dejó de mirarlos para recorrer el lugar, de nuevo con sus ojos y observó cómo algunos hombres sin ningún reparo veían con deseo a su novia, porque ahora ella era su novia y él estaba presente pero los descarados hombres parecían no notarlo porque no disimulaban sus lascivas miradas.

El castaño se levantó de la banca y tomó a Martina entre sus brazos sin importarle lo sudada que estaba, la besó en los labios con verdadero deseo en un acto que pretendía dejar claro que ella era suya y no estaba disponible para ninguno de los presentes.

Martina sólo le correspondió, fue algo repentino, pero agradable.

-Estoy sudada, muy sudada- expresó en susurros cerca de los labios que aún no se alejaban por completo.

-Lo sé- susurró también él ahora concentrado en ella

-Pensé que te daría asco- sonrió levemente pareciéndole algo gracioso que aquel que se había molestado porque su perro le había lamido las manos ahora estaba pegado a su cuerpo sudoroso.

-Tendrás que limpiarme cuando lleguemos a tu casa- le dijo con chulería antes de guiñarle el ojo.

-Me parece bien, pero primero quiero mostrarte algo

-¿Qué es?- cuestionó curioso

-Ya lo verás- expresó de forma tranquila pensando en cuál sería la reacción de Owen ante la noticia.

-Puedes decirme de una vez- la incitó a hablar

-No seas impaciente, no es nada malo, por lo menos no para mí... aunque para ti... ya veremos- sonrió y llamó a Cariño quien se había ido a olfatear el trasero de otro perro que recién llegaba al parque al lado de su dueño.

En el trayecto a casa hablaron de varias cosas como lo agradable que parecía ser el barrio, las ventajas de vivir en una casa y no una habitación de hotel por más remodelada estuviera, lo agradable que era tener un perro como Cariño, a lo que Owen sólo asintió sin convicción, mientras veía a la gran bestia caminar ahora más tranquilo al lado de Martina y tratar de meterse en medio de ambos cuando los veía demasiado cerca. Algo que no pasó desapercibido por el hombre que entendía se había iniciado una disputa territorial y de poder por el cariño de la mujer.

Al entrar en casa Martina quitó la correa que sujetaba el collar de su perro y éste entró muy alegre directo al gran plato que contenía su fresca agua. Ella llenó otro plato con su concentrado favorito y le sobó la cabeza como de costumbre mientras él se dedicaba a rehidratarse para luego comer.

Martina en busca del ODonde viven las historias. Descúbrelo ahora