Capítulo 34

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La comida estuvo deliciosa y la de cabello oscuro no dejó de admirar la presentación de los platos y la decoración del exquisito restaurante, sus pensamientos la llevaron a imaginarse algún día con un lugar así, aunque fuese un sueño lejano porque según ella aún le faltaba mucho por aprender.

Sus pensamientos escaparon de sus labios y Owen no dudó en apoyarlos, la veía tan feliz tan sólo con la idea que sin duda estaría extasiada cuando aquel sueño se plasmara en una realidad.

Terminaron el día en la casa de Martina, a la cual llegaron para ser cálidamente recibidos por Cariño, quien al parecer se había acostumbrado más a Owen de lo que él mismo pensaba y aquella imagen agradaba a la de cabello oscuro, quien recientemente se había percatado que la sonrisa no abandonaba su rostro, incluso ya sintiendo algo de dolor en sus mejillas.

- Te quiere mucho- afirmó ella mientras veía cómo Cariño se sobaba los pelos que empezaba a soltar tras iniciar la temporada de muda.

-Si tú lo dices- respondió pensando que Martina era muy inocente para conocer los verdaderos sentimientos de la bestia, a quien se limitó a tocar con el dorso de la mano, dando pequeños golpes en la cabeza, para luego sacudir su pantalón ahora lleno de largos pelos –creo que se quedará calvo- afirma mirando pelos en el suelo

-Es normal, los huskys mudan el pelo dos veces año, apenas está empezando, deberías ver las bolas de pelo dentro de unos días- sonrió como si aquello fuera algo gracioso de ver, no obstante Owen sólo frunció el ceño y miró algo consternado al animal el cual sin duda tenía su encanto, pero con ese nuevo dato ahora sabía que esa belleza definitivamente era un pretexto de la naturaleza para que alguien aceptara tan desagradable situación en su pulcra vida.

-Hubieras escogido otro tipo de perro, he escuchado que hay unos que son completamente calvos- aseguró mientras caminaba tras Martina quien se dirigía a la cocina para preparar un té – también he visto que los hay muy pequeños, esos podrían ser más agradable, aún podrías cambiarlo

Martina lo miró divertida, pensando se trataba de una broma mientras Cariño parecía entender de qué hablaban y se abalanzaba sobre Owen, lo cual la mujer entendió como solicitud para jugar, mientras que el hombre supo aquel animal no quería que influyera en el pensamiento de su dueña.

-Cariño es un regalo de mi hijo y no creo que a él le guste ese tipo de perros que mencionas, además a mí me parece que mi bebé peludo es el mejor de todos, no lo cambiaría por ninguno- aseguró la de cabello oscuro mientras se acercó a ambos, para acariciar la cabeza del perro y ofrecer un beso en los labios a Owen.

-¿y ese beso?- preguntó curioso

-Te ves muy tierno con mi bebé peludo y me alegra que se estén llevando tan bien- aseguró con real convicción.

-Divinamente- confirmó con fingida sonrisa, la cual Martina no vio porque buscaba su tetera

Los días pasaron y como últimamente sucedía Owen se quedaba a dormir en casa de Martina, ya parecía un asiduo habitante de esa pequeña casa con un patio grande. En ocasiones le insistía para que ella fuera la que se quedara en la suite, pero con la excusa de no dejar solo a Cariño aquello parecía realmente imposible, así que ya se había resignado a vivir alejado de sus comodidades y que ahora pareciera que cumplía con un horario formal como cualquier otro de sus empleados, quienes llegaban hacían su trabajo y se marchaban a sus respectivos hogares.

No obstante eso no sucedía siempre, y de vez en cuando él se quedaba en el majestuoso hotel cumpliendo con su labor, que en ocasiones parecía incrementar sus horas de trabajo, y por eso decidía quedarse en la suite haciendo la mayor cantidad de papeleo posible.

Martina en busca del ODonde viven las historias. Descúbrelo ahora