🧡Capítulo 4~Doncel🧡

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Tres semanas después JungKook estaba siguiendo su rutina al igual que TaeHyung hacía.

El pelinegro seguía trabajando de día en el local de su barrio y de noche buscando cualquier oferta de trabajo puntual que le diera dinero a él y su familia.

TaeHyung seguía acudiendo como asesor a la empresa de su padre, trabajando como un supuesto don nadie pero con el título de futuro jefe, y por la noche llorando en su cama valorada en miles de wones.

Aquella noche fue una excepción peculiar; él tenía una cena benéfica donde acudían los más importantes representantes de la alta sociedad y Jeon un trabajo como camarero para el que tuvo que fingir ser un chico corriente y cubrir con esmero los tatuajes de su cuerpo bajo ese traje de pingüino apretado.

Pero algo andaba mal, tal vez seguía siendo algo cantoso de dónde venía y por eso las miradas sobre él.

-Buenas noches. -Saludó JungKook al llegar a su mesa asignada, la mesa redonda repleta de los jóvenes herederos en esa gran sala de hotel costosa. - ¿Desean vino? -Cuestionó amable, mostrando la botella que portaba en sus manos. Los jóvenes en la mesa asentían en lo que él los miraba interrogante.

Sus manos temblaron ligeramente al verlo allí. A pesar de estar sentado se seguía mirando su gran altura, incluso más imponente al estar erguido y no encorvado como cuando lo conoció. Portaba un traje demasiado estallado a la perfección de color dorado, seguramente hecho a medida, y su cabello rubio resplandecía a conjunto de sus ojos azules. Aquella mirada bajo esas lentillas le congelaron.

TaeHyung por su parte lo había visto nada más abrió la boca para saludar; vistiendo un traje de tres piezas negro pero con camisa blanca. Ese pantalón entallado a sus muslos músculos hasta arriba de sus caderas marcando su cintura en el proceso, una camisa blanca impoluta y un chaleco negro a juego de la pajarita en su cuello. El largo cabello azabache perfectamente recogido en un moño alto a mitad de altura en su cabeza.

JungKook trató de recomponerse y procedió a hacer lo que debía. Comenzó a servir pequeñas dosis de vino tinto en las copas de los jóvenes chicos en la mesa como debía hacerse, su mano izquierda a su espalda y la derecha sujetando la botella de cristal desde el culo con gracia.

Una mano rozó, acarició disimuladamente, la suya derecha. Las tiritas en su mano, que tapaban los tatuajes en sus dedos, retorciéndose en el proceso.

-Tienes las manos muy estropeadas cuando deberían ser bonitas, es una lástima que las gastes para trabajar, ¿verdad? -Preguntó el chico al que le estaba sirviendo, un joven de tez pálida y ojos pequeños con la apariencia de un ángel endemoniado. JungKook solo lo ignoró y siguió su proceso de servir más copas, debía servir seis en total; se detuvo a la cuarta.

-Yo quiero vino, pero blanco. -Habló el chico de la quinta copa, uno de pelo rojo brillante, él asintió. -De importación desde Italia. -Demandó sin dignarse a mirarlo.

-Iré a buscarlo, con permiso. -Hizo una pequeña reverencia antes de marcharse de nuevo hacia la cocina. Pasando de largo la espalda de TaeHyung se fijó en el chico junto a él, el pelimorado llamado NamJoon.

-Pedazo culo tiene. -Habló SeongHwa, el mismo chico que había osado tocar su mano viéndolo con descaro caminar lejos de ellos.

-Cuerpazo en sí con ese traje. -Concordó Yeosang con su amigo.

-¿Cómo será sin él puesto? -La pregunta de SeongHwa terminó por incomodar a TaeHyung, él quería ignorar todo, ¿pero cómo hacerlo cuando hablaban así de JungKook? -Tengo el presentimiento que debe ser un pobre doncel del sur. -Con soberbia lamió sus labios.

JungKook llegó sintiendo el sudor bajar por su espalda a la cocina en busca de esa botella de vino blanco importada. ¿Cómo ese imbécil podía haberse dado cuenta? ¿Por qué realmente no podía saberlo no?

Hold On; de ricos y pobres (KookTae) (TaeKook) (NamMin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora