De ricos es ser indiferente y egoísta; ser feliz pero muy serio y estirado; ser derrochador y nada trabajador.
De pobres es ser desinteresado y empático; ser desdichado pero sonreír y positivo; ser tacaño y muy trabajador.
¿Cuántos de estos estigmas...
Eran poco más de las seis de la tarde y debía volver a casa, prepararme una bolsa de aseo y después ir a casa de Rosé. La organización había sido clara entre todas y, mientras Lisa ya estaría allí, yo debía recoger a JiSoo e ir para comenzar nuestro plan.
No podía mentirme y decir que no estaba ansioso y ciertamente preocupado, por suerte tener a JiSoo y a Jennie de nuestro lado y su infalible inteligencia sobre alarmas, cámaras y demás era un lujo que nos podíamos permitir.
Odiaba estar ocultando esto a mi niño bonito, no es que lo fuera a hacer para siempre, pero hasta que el plan diera su fin y por ende su resultado era lo mejor. Es el famoso dicho: cuantas menos personas lo sepan mejor te irá en la vida y más suerte tendrás.
-Adiós Jessie. -Me despedí al verla parada junto a la puerta de entrada recogiendo un par de paquetes de un mensajero.
-¿Ya se va señorito? -Preguntó sonriente, yo asentí. -Pensé que se quedaría a dormir, al menos a cenar.
-Tengo planes con unas amigas, ya sabes, noche de chicas. -Dije restándole importancia y comenzando a colocarme el casco de mi moto.
-Que la pase bien.
-Jessie, por favor, no me hables de usted. -Sonreí bajo el casco integral. -No merezco ese título, debería ser al revés, la llamaré Noona a partir de ahora. -Decreté decidido, me agradaba mucho esa mujer.
-Oh, no puedo permitir eso. -Negó con su cabeza, su cabello negro se movió con gracia en la coleta alta que portaba
-Vamos, al menos mientras no haya ningún Kim cerca. -Dije con burla pero en tono de gracia. Su siguiente afirmación me dejó helado sobre el asiento de mi moto, ella me miraba sonriente.
-Tu padre era parecido a ti sobre los pensamientos sobre los del norte y el sur.
-¿Mi padre? ¿Lo conocías? -Una nostalgia infantil me abrazó el corazón. Eran escasos los recuerdos con él, tal vez incluso inventados por las anécdotas que mi madre me contaba; porque realmente solo recordaba muy claro esa escena que marcó mi vida.
-Íbamos juntos a clase, ambos nos casamos el mismo año. -Con cariño me sonrió, yo caí en algo bastante obvio ahora que la volvía a observar.
-¿Entonces eres del sur? -Ella asintió. -Nunca te he visto por allí Noona.
-Desde hace años vivo en esta casa, allí están mi marido y mi hija. -Asentí, su semblante triste por estar lejos de su familia cambió a uno ilusionado. -Tal vez la conozcas, es más o menos de tu edad. Le dicen Hwasa.
Agradecí portar el casco, porque no deseaba que viera mi mueca molesta. Aún se la tenía jurada a Hwasa por haber hecho llorar y entrar en aquella crisis a mi niño bonito con la mención de su hermano mayor. Supongo, que lo supo, por su madre. Pero, aunque no fuera correcto que Jessie hablara a su hija de lo que ocurría a la familia donde trabajaba, lo comprendía. Cuando tu vida gira entorno a tu trabajo, quieras o no, terminas dando anécdotas de este a las personas que quieres.
Y Jessie parecía llevar el tiempo suficiente en esa casa como para haber cogido cariño al hermano de Tae y por ende, incluso, llorar su marcha o la muerte de su madre.
-Sí, no somos muy cercanos. -Decidí decir en un susurro natural. -Debo irme o llegaré tarde, nos vemos mañana Noona.
-Adiós JungKook.
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