Capítulo 6.

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Natalia bajó más que sonriente, preparando el desayuno para ambas, sin contestar las llamadas de Olga, quien no podía creer que había que llegado (por primera vez) antes que Natalia al trabajo.

Era obvio que sería un día para celebrar.

Makis, por su parte, se quedó unos minutos más en la cama al saber que no necesitaba ir más al colegio, escuchando ruidos en la cocina cuando salió de la ducha, vistiéndose para bajar rápidamente, encontrando a la castaña batiendo unos huevos.

- Buenos días.- La morena se acercó lentamente, observando las tostadas a punto de quemarse y el café hecho por una máquina.- Hacer el desayuno no es lo tuyo?-

- Quería sorprenderte.- Tomó rápidamente lo que estaba haciendo, batiendo más rápido.- Puedo cocinar muchísimas cosas pero el desayuno nunca me sale bien.-

- Y qué haces cada mañana?-

- El café y tengo galletas de arroz.- Makis se rió.- Y fruta.-

- Y por eso estás así?- La castaña seguía con su pantalón de pijama y su torso desnudo, lo que para Makis ya era costumbre.

- Estás más atrevida últimamente.- Las dos rieron.- Me gusta.- Dejó besos por su cuello, mientras Makis cocinaba.

- No te va a gustar si se me quema la comida.- La mayor se alejó rápidamente.- Tienes que ir a cambiarte para trabajar.-

- Está bien.- Caminó hacia la escalera.- Solo por esta vez, ganas.- La pelinegra se rió, sin poder creer la ternura con la que vivía, cuando en realidad parecía preocuparse por ser seria y demostrar que era la adulta.

- Ahora sí.- Dijo divertida Makis al verla con su blazer en mano, acercandose a acomodar el cuello de su camisa.- Las cosas hay que hacerlas con ganas.- La castaña esperó un beso pero nada, ni siquiera en su mejilla.

- Puedo hacerte una pregunta?- Se estaba aguantando las ganas de hacerla desde el primer día, teniendo el permiso de la morena.- Alguna vez te tocaste?-

- Qué?- Dejó su café a un lado.

- Nunca te tocaste?- La pelinegra negó, haciendo que la mayor sonría.- Sabes hacerlo?-

- Quieres que lo haga?-

- No.- Se apresuró a decir.- Cuando estés sola y no puedas dormirte, prueba de pensar en algo que te guste, que te excite y toca ese punto duro en tu entrepierna.- La morena asintió.- Aunque sea una sola vez, te va a gustar.- Terminó su café.- Nos vemos al mediodía.- Le robó el tan preciado beso antes de salir corriendo al trabajo, donde Olga la esperaba sentada en su oficina.

- Cómo es eso de que vienes más tarde?-

- No puedo?- Dejó su blazer colgado del perchero.- Ustedes lo hacen siempre.-

- Porque me quedo con Andrés haciendo... cosas del hogar.-

- Quitándole el polvo al colchón?- Olga asintió, haciendo que la castaña sonría.- Yo todavía no llegue a eso.-

- A qué te refieres?-

- Nunca te cuento nada sobre eso hasta que no es seguro, no me molestes.-

- Le sacaste el polvo a tu colchón?-

- Aún no.- Cortó la castaña tomando sus gafas para empezar con su trabajo.- Además, es menor.-

- Pedofila.-

- No tan menor.- Rebatió sonriendo.- Nos llevamos nueve años, Olgui.-

- Tiene dieciocho?- Asintió suavemente.- Hija de puta.-

- Qué? No te metas, porque al último que acostaste antes se que llegue Andrés apenas tenía dieciséis y era en el cumpleaños de mi prima más pequeña.- La rubia alzó sus hombros, saliendo rápidamente del despacho de la castaña, mientras Makis recorría cada una de las habitaciones a las cuales podía entrar, llegando al clóset de la habitación de Natalia para ver cada una de las camisas que tenía perfectamente ordenadas por color, con diferentes modelos, para que hacia su izquierda, todos los pantalones estén igual de acomodados, girandose para ver todos los abrigos que la castaña seguro usaba poco al siempre vestir formal.

Abrió uno de los cajones para ver desde ropa interior hasta camisetas, abriendo el último del centro para sentarse a ver los diferentes conjuntos que seguro Natalia no usaba respecto a la mención de un posible aparato diferente, cerrando al imaginarse lo peor, siguiendo para ver corbatas y moños, relojes y algunas cosas que no tenían un lugar fijo, además de los característicos pañuelos, llegando al último nuevamente para que esposas, antifaces, fustas, látigos y algunas cosas que la menor no conocía aparezcan, cerrando aún más rápido.

Natalia sonreía al verla en su habitación, completamente tranquila, revisando el último armario a la espera de que no salga nada aún más raro, encontrando gorros y bennies, en el segundo diferentes pijamas y abriendo con solo un ojo abierto para encontrar zapatos, volviendo al cajón de la ropa interior que le había llamado la atención, al igual que el que estaba repleto de juguetes.

La mayor, por su parte, había dejado sus zapatos en la entrada para evitar hacer ruido, mientras la morena miraba fijamente un dildo, apretando un botón para dejarlo caer cuando se empezó a mover, empezando a reírse sola para apagarlo, detallando el cuero de la fusta para que otra mano la tome.

- Natalia, mierda.- La misma sonrió.

- Jugamos?-

Una Vida Para Amarte- (Ventino) [Makia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora