Capítulo XII

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Dicen que no hay días malos, solo días en los que no nos va como esperábamos, pero desde el punto de gusta de Seokjin, para Yoongi ese día parecía ser ambos con claridad.

Yoongi estaba sentado en la sala de su casa, más bien desparramado en el sillón. Tenía el ceño fruncido e ignoraba todo lo que había a su alrededor. Su mamá ni siquiera se quiso acercar al ver cómo este balbuseaba de repente a la nada. Aunque si pensó en mandarlo al psicólogo o un brujo tal vez sería más apropiado, solo esperaba no comenzará a hablar en lenguas.

Seokjin lo observaba de lejos, desde el marco de la sala para ser precisos, pensaba en que podía estar atormentando a su primo para que haga esas caras tan específicas. Si no supiera que era la sala, pensaría que Yoongi estaba en el baño con problemas estomacales. Últimamente, Seokjin quería acercarse más a su primo ya que, aunque no se llevaban mal, pensaba que debían ser más cercanos y compartir más de su día.

Seokjin caminó directo hacia Yoongi, decidido a preguntar que le ocurría y ayudarlo con ello, pero fue interceptado por su tía.

—Mijo, ya que Yoongi está de malas, ¿Me harías el favor de ir por la tortillas?— dijo la morena sacando el dinero de su bolsa.

—Claro, tía pero...— el castaño miró a su primo aún metido en su mundo— no se dónde está la tortillería, no he tenido tiempo de navegar el vecindario.

—Ay, pues dile a Yoongi que te acompañe— la mujer miró a Seokjin como si lo que acababa de decir fuera una simple banalidad —No, ni me veas así, tal vez a ti no te grite tanto si lo molestas.

Seokjin pasó saliva y suspiró mirando a su primo hacer gestos de nuevo. Su tía le tendió el dinero y al ver qué esté no lo agarraba se lo puso en la mano diciéndole "ándale, se van a acabar las tortillas, apúrate."

Y así fue como Seokjin se encomendó a todos los santos que conocía y se fue acercando de a poco a su primo en el sillón.

—Yoo-yoongi- tartamudeo al estar a un metro de distancia el pelinegro —Yoon-gi— volvió a llamarle, está vez tocando suavemente su brazo.

Yoongi no se movía, no respondía am llamado de su primo. Parecía como si estuviera en otra dimensión.

—Yoongi— volvió a intentar agitando el hombro del pelinegro.

Grave error.

Yoongi hizo caso, si, pero al levantar la vista para encontrar la de Seokjin, sus ojos parecían tener llamas por pupilas. Seokjin estaba casi seguro de que el aire en la habitación se había reducido considerablemente al ver el gesto mortalmente serio del pelinegro.

—¿Que quieres?— gruñó el pelinegro.

—Y-yo, me mandaron... Este...— intentaba decir el castaño pero su legua parecía haberse torcido —¿Me acompañas a las tortillas? Mi tía me mandó pero no sé dónde están.— logró decir Seokjin soltando todo el aire que le quedaba.

—Ah, si vamos— contestó Yoongi sonriendo repentino y cambiando por completo el gesto serio a uno de completa alegría.

Seokjin se sentía desorientado con el cambio pero de igual forma siguió a su primo fuera de la casa.

*

Una vez en la tortillería, Yoongi logró convencer a su primo de que él compraría las tortillas por él para que no se sintiera incómodo. Seokjin no entendía como es que eso iba a ayudarle si lo mandaban después y debía ir solo, además ya era un adulto y debía ser independiente. Pero no quiso ir en contra de su primo, ese día no, apreciaba demasiado vivir.

Iba a seguir a su primo dentro del local pero un chico de cabello rojo lo distrajo. El chico hacia señas y sonidos como si le hablara a un perro o gato entre los arbustos y a Seokjin le llamó la atención por algún motivo que no entendía.

Las tortillas©«TaeGi»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora