Capítulo V

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Yoongi estaba desanimado y decepcionado de si mismo. Sus esperanzas de ser algo más que "el chico que siempre compra medio kilo", si es que siquiera lo notaba el castaño, se estaban desvaneciendo. Se estaba rindiendo.

Y vaya que había intentado todo lo que le era posible para acercarse al chico. Ni siquiera su mejor amigo, su mejor arma, pudo ayudarlo por culpa de sus hormonas y los bellos amigos del chico tortillero. Era patético para Yoongi pensar que había otra manera de que se acercara a él, su introversion jamás se lo permitiría.

Así que ahí estaba, caminando hacia la tienda mirando el suelo y pataleando cada roca y basura que cruzara su camino. Tenía aproximadamente tres días seguidos que evitaba ir a la tortillería por dos razones, no quería toparse con el tal Jimin en caso de que el chico tortillero aún no regresara y si estuviera ahí no quería seguirse ilusionando. Pensaba que, después del fiasco con ambos chicos y su mejor amigo, debería darse un tiempo para aclarar su mente. Quería pensar en sus sentimientos sin estar todo el tiempo expuesto al castaño.

Estando a unos metros de la tienda, le dio una patada con fuerza a una piedra pequeña sin fijarse al frente y un ligero quejido lo hizo levantar la vista. Esto debe ser una broma, pensó el pálido.

Ouch, buena patada— dijo el castaño seguido de una pequeña risa.

Yoongi solo lo miraba boquiabierto, sin poder creer que le estaba hablando a él y que justamente a ÉL le tuvo que pegar con esa estúpida piedra.

—Me alegra verte y saber que estás bien— dijo el castaño sonriendo y mirando a Yoongi con las cejas arqueadas al ver qué no respondía— ya sabes, porque no te he visto ir a la tortillería.

—Ah, si, eso... Yo he estado... castigado— mintió el pelinegro intentando no mirar al castaño fijamente.

—Tiene sentido, entonces supongo que te estaré viendo por allá de nuevo— mencionó el chico, Yoongi lo miró con el ceño fruncido —...porque ya estás afuera... Si entendí bien, el castigo era no salir y estás afuera ahora así que...

—¡Ah, si si! Ya me quitaron el castigo, si.— contestó Yoongi un poco demasiado alto.

—Me alegro, espero verte pronto de nuevo, digo te veo ahora pero me refiero a comprando tortillas o donde sea pero de nuevo.— hablaba el castaño demasiado rápido para cuando terminó la oración.

—Claro, nos veremos de nuevo...— dijo Yoongi haciendo una mueca con los labios y frunciendo levemente la nariz. 

—Taehyung, me llamo Taehyung— dijo el castaño entendiendo el gesto del pálido —¿Y tu?

Yoongi estaba distraído admirando la belleza de Taehyung y el hecho de que por fin le puede poner nombre a la cara que le ha estado quitando el sueño todos estos días. El castaño lo miro extrañado y abrió la boca con la intención de repetir su pregunta cuando Yoongi reaccionó.

—Yoongi, ese es mi nombre— logró contestar el pálido apretando las manos en puño.

Lindo— susurro Taehyung para si mismo— Bien, entonces nos vemos luego Yoongi, espero tengas lindo resto del dia— dijo despidiendose agitando la mano hacia el pelinegro mientras se alejaba.

¡Oh! creeme que lo tendre, pensó Yoongi mientras le respondía el gesto de mano y lo miraba irse con la boca abierta. Lo miró hasta que desaparecio en la lejanía, no podía creer aún que había entablado una conversación con el castaño. No podía creer que ahora no solo era "el castaño de la tortillería", Taehyung es su nombre. Taehyung, Taehyung, Taehyung. Yoongi quería repetir ese nombre todo lo que restaba del día en su cabeza y al siguiente día y al siguiente y el siguiente. Debía contarle a Namjoon pensó el pálido abriendo los ojos muy grandes y casi gritando de emoción al pensar la gran noticia que le daría a su amigo.

Yoongi estaba a punto de correr de regreso a su casa cuando recordo que aún debía llegar a la tienda y comprar lo que su mamá pidió si quería seguir vivo para contarle a su mejo amigo la gran noticia.

*

—Estoy orgulloso de ti, Yoongi— dijo el pelimorado poniendo su mano en el hombro del pálido —nunca imaginé que pudieras interactuar con él.

—¿Osea que no me tenías esperanzas? Que gran amigo eres— comentó en tono sarcástico Yoongi sacando la mano de encima de su hombro.

—No, ni te enojes conmigo porque tu tampoco te tenías esperanzas ya, te conozco bien— se defendió Namjoon alejandose a la puerta de la habitación de su amigo.

Yoongi no pudo contestar porque su amigo tenía razón, como siempre. No tenía más que decir, solo podía aceptar el hecho de que su amigo estaba feliz por él y él tambien lo estaba de que lo estuviera. Siguiendo a su amigo quién ya había abierto la puerta, Yoongi salió casi saltando con dirección a la planta baja de su casa. Era la hora exacta en que Namjoon dejaba de hacerle caso y se dedicaba a tomar un lugar en la mesa del comedor. Era la hora de la cena. Namjoon adoraba la comida de la mamá de Yoongi. Yoongi a veces pensaba que su amigo solo se quedaba a dormir en su casa para poder comer lo que su mamá cocinaba y puede ser que no este tan equivocado. 

Con una gran sonrisa en el rostro, el pelinegro se sento en la mesa a lado de su amigo. Cuando su mamá lo miró, sostuvo su corazón con la mano libre y dio un pequeño salto logrando que el plato que tenía en la otra mano se tambaleara. Naturalmente y porque el drama era de familia, su mamá estaba impactada.

Ese día nadie le ponía atención a la comida, excepto Namjoon claro esta, todos estaban perdidos en sus pensamientos. Aunque el único que importaba era el nombre del castaño repitiéndose una y otra vez en la mente de Yoongi.










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Mil gracias por leer, tengan bonito día.

Las tortillas©«TaeGi»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora