Capitulo I

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El pelinegro estaba tumbado en el sillón cambiándole a la televisión mientras comía Takis cuando su mamá le aventó el morral a la cara. Estaba vacío pero la sorpresa fue suficiente para hacerlo tirar su papita al suelo.

—¡Mi Taki!¿Ves lo que haces con tu imprudencia, madre?— se levantó de inmediato tomando la fritura del suelo alfombrado —¿Y esto pa' que?— dice tomando con dos dedos el morral* a su lado.

—¡Imprudencia tu abuela!— le contestó su bella madre alzando su mano en forma de amenaza —es para que vayas por las tortillas.— dijo y se dispuso a regresar a la cocina pero se queda viendo con asco a su hijo.

—¿Qué nunca has visto tanta belleza o qué?— le dijo Yoongi para después soplarle a la fritura en su mano.

—Nunca he visto tanta asquerosidad, ¿Enserio te lo vas a comer, Yoongi? Ni siquiera está aspirada la alfombra.— dijo con disgusto.

—Pues sí, ni modo que lo deje ahí nada más porque lo tiraste.— dijo y esquivó la mano de su madre que iba directo a su frente.

La señora Min le dejó el dinero suficiente para comprar un kilo de tortillas de maíz en el sillón y regresó a la cocina esperando que la sopa no se haya pegado.

Yoongi tomó el dinero, contándolo para ver si se completaba una partida en las maquinitas, y el morral para después apagar la televisión y levantarse refunfuñando y arrastrando los pies. El dinero era casi exacto pero no sobraba suficiente para las maquinitas. Su mamá ya se lo esperaba, astuta la mujer pensó el pelinegro entrecerrando los ojos.

Salió de su casa y la brillante luz del sol le obligó a cerrar los ojos repentinamente y esperar unos segundos a que el dolor de cabeza se fuera para poder avanzar. Detestaba los rayos del sol así como el calor en general, esa temporada de verano en particular lo tenía sintiendo como basura. Su piel era muy sensible también y por eso vestía mangas largas o sudaderas ligeras para cubrir sus brazos.

La tortillería no quedaba muy lejos, pero al ser verano unas cuantas calles se volvían unos cuantos kilómetros por recorrer. Caminaba pateando las piedras que se cruzaban en su camino sin levantar la vista del suelo. Al haber recorrido ese vecindario por los últimos 17 años, bueno 15 ya que empezó a caminar a los 2, estaba seguro de poder llegar a cualquier lugar con los ojos vendados.

Al doblar la esquina donde se encontraba la tortillería, Yoongi se detiene tras chocar con otra persona y se ve obligado a subir la mirada. La línea para las tortillas es inmensa. Al pelinegro le parece extraño que la fila se extienda hasta tres locales antes de llegar a la tortillería pues nunca había visto tantas personas queriendo comprar tortillas.

¿Tan buenas son que se corrió la voz y gente de todos lados quiere comprarlas? pensó Yoongi.

¿Habrá decaído la producción de maíz y está es la última oportunidad que tendremos de comprar tortillas? Se preguntó mientras miraba como más personas llegaban a formarse detrás de él.

Definitivamente algo fuera de lo normal tendría que haber ocurrido pero el pelinegro no podía pensar con claridad ante la intensidad del calor.

La fila avanzaba de a poco y, según los cálculos de Yoongi, faltaban unas diez personas para su turno. El chico pensaba que la próxima su mamá tendría que darle más dinero para las maquinitas como recompensa por esa espera tan fastidiosa. Ni siquiera una nube se atrevía a tapar al sol ni por unos segunditos y Yoongi estaba a punto de salirse de la fila y regresar a casa con la excusa de que se acabaron las tortillas por hoy. Al fin que con la cantidad de gente comprando no sería muy lejos de la verdad. Pero Yoongi no es un cobarde, no, él no se iba a ir de ahí sin un kilo de tortillas. Él iba a hacer que la maldita espera bajo el sol valiera la pena y se iba a quedar esperando su turno.

Unos cinco minutos después, la fila por fin estaba avanzando lo suficiente como para llegar a tener un poco de sombra. La tortillería era un local pequeño sin mucho espacio para mantener a más de dos o tres personas dentro pero contaba con una pequeña pancarta con el nombre del lugar que daba un poco de sombra. Para Yoongi, el chico pálido y débil que con solo pasar unos minutos en el sol se debilita y necesita de primeros auxilios, era suficiente esa poca sombra.

Las personas cada vez avanzaban más y solo estaba una persona frente a él. Suspirando, se talló los ojos y estiró un poco sus brazos y piernas. La señora frente a él se retiró pasando a su lado soltando una risita muy extraña al parecer de Yoongi. Sin tomarle mucha importancia, continúo estirándose con los ojos cerrados hasta que escucho aquella voz.

—Siguiente.— dijo aquella persona con voz grave provocando que Yoongi abriera los ojos repentinamente.

Frente a él estaba un chico hermoso, piel morena y cabello castaño un poco largo debajo de las orejas. Llevaba un sombrerito como de chef que le combinaba con el delantal azul marino y le quedaba muy bien, según Yoongi. El chico lo miraba regalándole una sonrisa cuadrada que dejó sin aliento al pálido. Ahora comienza a entender porque hay tanta gente queriendo comprar aquí.

—Disculpa, ¿Vas a llevar algo?— preguntó el moreno frente a él.

—Ah, si, un, unas, un kilo, sí— vaciló Yoongi sin poder salir de su ensueño. —Maiz— dijo al ver qué el chico se le quedó mirando como si esperará algo más como respuesta.

El chico solo le sonrió como respuesta y se alejó hacia donde estaban las tortillas saliendo de la máquina. Yoongi lo miraba como si de un ángel se tratara, nunca lo había visto ahí y se veía muy joven como para estar ya trabajando.

¿Será que lo estoy alucinando? Debo comprar una gorra o un paraguas para cubrirme del sol que me está afectando, pensó Yoongi moviendo su cabeza de un lado a otro.

Pero el pensamiento se esfumó en cuanto el chico de la sonrisa cuadrada llegó de vuelta sosteniendo un kilo de tortillas envuelto en papel blanco. Con una pequeña sonrisa, el chico le entregó el paquete y le dio el dinero total a pagar. Yoongi, sin dejar de mirarlo con la boca abierta, le tendió todo el dinero que llevaba en la mano. Al momento de tomarlo, el chico lo miró un poco extrañado pero igual sonriente mientras sus dedos rosaban ligeramente. Ese simple toque fue suficiente motivo para hacer a Yoongi suspirar y sonreír como bobo.

Cuando el chico le tendió el cambio, Yoongi lo rechazo diciéndole Quédatelo, lo mereces más que yo y se fue con el kilo de tortillas en las manos. Antes de salir del local, logró escuchar al chico darle las gracias y decir vuelve pronto. Oh, claro que volveré, pensó Yoongi y salió del lugar.

Los rayos ardientes de sol le hicieron volver a la realidad. Moviendo la cabeza continuamente de lado a lado, comenzó a parpadear como loco y sintió como sus manos quemaban. El muy listo olvidó que llevaba el morral y las tortillas recién hechas estaban, obviamente, calientes. Cómo en cámara lenta, comenzó a meter las tortillas en la bolsa mientras caminaba y pensaba en como hace pocos segundos se perdió en aquel chico tan bello.

Recuerda a detalle como el cabello del chico apenas lograba esconderse debajo del gorro y aquella sonrisa brillante que aún en ese instante le hizo suspirar. Luego pensó en sus dedos tocando los propios, ¿Es esto amor a primera vista?, pensó. Si era o no, ya tendría tiempo de averiguarlo la siguiente vez que vaya a comprar tortillas.

*Morral: bolsa normalmente hecha de tela tejida, es muy común verlas en México.

Las tortillas©«TaeGi»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora