Capítulo XXI

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Yoongi estaba sentado en la barra de la cocina frente a Taehyung, lo observaba separar las manzanas de los gajos de mandarina para después comerlos individualmente. El pelinegro intentaba disimular mientras este masticaba cada bocado pero la verdad le era difícil desviar la mirada de sus rosados labios.

Sus ojos estaban concentrados en el castaño mientras él se enfoca en su plato. Y pensar que Yoongi estaba nervioso por estar a solas con el chico que le ha robado el sueño las últimas semanas. El estar sentado frente a él le hace tener cierta paz interior.

Yoongi no está acostumbrado a rodearse de más de dos personas ajenas a su familia. Casi siempre estuvo solo, hasta que llegó Namjoon claro, pues en la escuela lo conocían pero prefería evitar formar cualquier tipo de relación afectiva. Yoongi no es de muchas palabras al principio, pero una vez lo conoces bien y comienzas a desear jamás haberle dado derecho de hablar. Solo que con Taehyung es diferente, sus manos comienzan a sudar cada que lo ve y por algún motivo siente que nunca ha sentido tanta paz interior. No es como esas estúpidas mariposas en el estómago, es un sentimiento diferente. Un sentimiento de tranquilidad, de seguridad.

Cuando Taehyung termina de comer sus frutas, mira al pelinegro frente a él como si fuera un perrito perdido. Tal parece el castaño estaba tan entretenido comiendo que olvidó que no estaba solo y mucho menos en su casa. Taehyung le regaló una sonrisa tímida a Yoongi y este comenzó a reír risueño. "Que tierno se ve" pensó.

—¿Cuánto tiempo pasó?— preguntó el castaño levantándose con el plato en las manos.

No el suficiente, pensó Yoongi.

—Eres rápido comiendo de hecho— contestó siguiéndolo con la mirada.

—Normalmente tardo mucho pero hoy...— Taehyung detuvo sus pasos hacia la barra y miró fijo al pelinegro.

El suave golpeteo rítmico comenzó a subir de volumen, tun-tun-tun, ritmos cardíacos mezclándose mientras los segundos pasan, tun-tuntun-tun, miradas fijas hablando un idioma único y personal, tuntun-tuntun-tuntuntun, conversación rítmica entre dos almas destinadas.

Sin darse cuenta, sin siquiera procesarlo, ambos han sellado su destino.

*

Más tarde, en la habitación de Yoongi, Taehyung miraba las pocas decoraciones en las paredes de esta. Un póster de La Ley le sacó una sonrisa ladeada. Yoongi intentaba conectar la extensión de la TV que, ya que casi nunca la miraba, estaba atorada detrás del centro de entretenimiento. Taehyung se sentó en la cama de Yoongi por un segundo antes de levantarse como si se hubiera sentado en un alfiler. Yoongi al darse cuenta sonrió y le aseguró estaba bien sentirse ahí.

Al estar la TV instalada, ambos chicos se sentaron en extremos opuestos de la cama. Tuvieron unos largos segundos en silencio dónde sus miradas chocaban "por accidente" y su única respuesta era sonreír y bajar la mirada.

—Entonces... ¿Qué te gustaría ver?— preguntó Yoongi aún con la mirada gacha.

—¿Y si mejor escuchamos música?, talvez tus artistas favoritos— contestó el castaño levantando los hombros.

Yoongi dejó el control remoto de lado, comenzando a caminar hacia donde guardaba sus discos pero en un segundo ambos giraron bruscos sus cabezas hacia la puerta.

—Yoongi, ¿Dónde esta mi...? Oh, no sabía que tenías compañía...— comentó su padre con las cejas levantadas.

—Mucho gusto soy Taeh...— no terminó de presentarse ya que el pelinegro lo interrumpió.

—Les dije que tocaran la puerta antes de entrar pa'— dijo Yoongi con tono fastidiado.

Yoongi se acercó a la puerta ahuyentando a su padre con señas de manos pero este reaccionó.

Las tortillas©«TaeGi»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora