Harry cae con dureza al suelo cuando su espalda es empujada bruscamente por uno de los idiotas egoístas que tristemente habitan esta escuela.
—¡Oye!— grito, mis botas de combate resonando en el piso debajo de mí— déjalo en paz, eres un idiota— digo ayudando a Harry a levantarse del suelo, aunque hago el esfuerzo el logra levantarse por si solo, mi pequeño cuerpo no está exactamente equipado con una gran cantidad de fuerza.
—¿Por qué te importa tanto, nena?— el chico que empujo a Harry me cuestiona.
—Porque nadie se merece la mierda que recibe Harry— protesto, cruzando los brazos sobre mi pecho— y no me llames nena— siseo.
—Wow, quién sabría que la chica sexy es tan rebelde— el sonríe maliciosamente— eso definitivamente es demasiado sexy.
—Dios, eres un imbecil— le digo más que enojada por toda la situación— Harry ¿a dónde vas?— pregunto empezando a seguirlo, el chico tímido se aleja con su vista fija en el suelo.
—A casa, ¿a dónde más podría ir?— murmura despacito, hay un pequeño puchero en sus labios.
—¿Podemos pasar el rato?— digo mirándolo con ojos suplicantes.
—¿Por qué alguien como tú querría ser vista con alguien como yo, y ademas pasar el rato?— dice lentamente, analizandome con sus ojos verdes.
Tiene razón, es extraño, me consideran "popular" aunque nunca perseguí ese titulo. Harry es una persona completamente diferente a mi, del tipo que no busca problemas pero que de alguna manera siempre los atrae, un objetivo fácil si se quiere.
—Porque creo que hay más en ti de lo que todos piensan, así que esta tarde es tu oportunidad de mostrármelo— le digo honestamente— además creo que eres muy sexy— bromeo.
—¿E...en serio?— dice con un tartamudeo nervioso, su ceño fruncido cambiando por unos rasgos suaves.
—Si— sonrío, enlazando mi brazo con el suyo—entonces, ¿adónde?
—Oh um yo... ¿p-podríamos ir a mi casa?— pregunta tímidamente.
—Suena bien— sonrío tratando de calmar sus nervios, Harry relaja un poco sus hombros en respuesta.
Estaciono mi auto en el camino de entrada, el rizado me guío a su casa mediante indicaciones confusas, es blanca y hay plantas florales a su alrededor.
—¿Aquí es?— pregunto, volviéndome para mirar a Harry en el asiento del copiloto.
Asiente tímidamente, se desabrocha el cinturón de seguridad y sale del auto con torpeza.
—¿Quieres algo de beber?
—Sí, por favor— le contesto mientras entramos al lugar. Las paredes son de un blanco impecable junto con la tela de los sillones y todo en la habitación esta perfectamente organizado, hay algunos cuadros familiares sobre la chimenea y uno abstracto en la pared.
—Vaya, tu casa es preciosa— exclamo, mis ojos observan todo con atención.
—Gracias— Harry sonríe con confianza, mientras alcanza unos vasos haciendo que su camisa se pegue contra sus músculos de la espalda sorprendentemente tonificados, luego se inclina para sacar un cartón de jugo de la nevera, me da el tiempo suficiente para que yo le dé una palmada en el trasero haciéndolo sonrojarse furiosamente.
—¡Oye!— grita, desviando la mirada para ocultar sus mejillas carmesí.
—Vas a lamentar eso Sam— gruñe, casi sonando seductor y estoy segura de que esa no fue su intención. Sonrío, me gusta la forma en que suena mi nombre saliendo de su boca.