Las vacaciones de verano comenzaron hace unos días y Harry está prácticamente en mi casa todo el tiempo. No me importa en absoluto, pero sería bueno si realmente me ayudara con algunas de las tareas del hogar. Afirma que es demasiado fabuloso para hacer cualquier trabajo, casi le tiré el cesto de la ropa sucia cuando dijo eso.
Cualquiera que nos mire piensa que estamos saliendo, pero en realidad no lo estamos. ¿Coqueteamos todo el tiempo?, sí. Debo admitir que me he sorprendido mirándolo demasiadas veces, pero no necesariamente me gusta pensar en eso.
—Harry, por el amor de Dios, por favor, por favor, lava la ropa hoy— me quejo.
Esta tirado en mi sofá y levanta la vista de su teléfono, mirándome de arriba abajo con las cejas levantadas. Pone los ojos en blanco y vuelve su atención a su teléfono, haciendo que me burle con incredulidad y que le arroje un cojín. Se echa a reír y deja su teléfono.
—Está bien, está bien. Supongo que te ayudaré hoy— dice, alejándose.
—Si quieres quedarte aquí, será mejor que hagas el trabajo— grito juguetonamente. Se lleva los dedos a los oídos y se los tapa, riéndose para si mismo. Niego con la cabeza ante su infantilismo y regreso a la cocina para terminar de hacer nuestros fideos con queso.
Me encanta tener a Harry cerca, aunque conseguir que me ayude con las tareas del hogar puede ser un dolor de cabeza.
Pronto, escucho los pasos del rizado llegando a la cocina.
—Listo— anuncia, viniendo detrás de mí y envolviendo sus manos alrededor de mi cintura, luego apoya su barbilla en mi cabeza— ¿Los fideos están listos?— pregunta, refiriéndose a los macarrones con queso.
—Casi, ve a buscar la manta— ordeno.
—Lo que digas jefa— bromea, pellizcando mis mejillas. Harry me sonríe ampliamente cuando saco nuestro almuerzo, le entrego su tazón y me dejo caer a su lado, él me cubre con la manta para que ambos estemos debajo de ellos.
Veo el control remoto en la mesa del televisor, dejo mi cuenco en la madera junto a mí en silencio, esperando que Harry no me vea buscando el control.
Pero cuando me levanto del sofá, mi amigo me ve, corro hacia adelante para poner mis manos en él aparato a un metro de distancia, pero me detengo cuando las manos de Harry agarran mis caderas, impidiéndome ir más lejos. Grito y araño sus manos, pero es más fuerte y de un momento a otro el rizado cae encima de mí.
—Creo que te compadeceré esta vez y te lo dejaré— sonríe y me levanto, arrodillándome frente a él. Me mira con una sonrisa perezosa y le quito el control de las manos.
—Gracias cariño— digo, poniendo énfasis en el término cariñoso y dándole un pequeño beso en los labios.
Me levanto finalmente y camino de regreso al sofá. Mi respiración se detiene en mi garganta y mis ojos se abren cuando me doy cuenta de lo que acabo de hacer. Harry también está congelado en su lugar, mirándome, reflejando mi expresión.
—Mierda— murmuro en voz baja. Siento que empiezo a entrar en pánico y entierro la cara en mi mano.
—¿Me acabas de besar?— le oigo decir.
—Lo siento. Yo uhh... tú. Yo solo... no sé por qué lo hice. No estaba pensando correctamente, lo juro. Tú estabas allí y yo...— empiezo a divagar.
—Oye, oye, oye. Cálmate.
Harry dice, acercándose a mí y arrodillándose entre mis piernas. Toma mis manos temblorosas entre las suyas antes de hablar.
—Está bien, solo respira. No estoy enojado contigo, fue solo un error— me tranquiliza, pero todavía no me siento muy bien pensando en ello como un error. Quiero decir que fue un error, pero no me importó demasiado— Oye, ¿qué pasa? No te estreses por eso, ¿Vale? Está bien— dice, frotando su pulgar sobre el dorso de mis manos.
—¿Cuenta como un error si me gustó de todos modos?— digo honestamente. Él inclina la cabeza hacia mí y frunce el ceño. Estoy a punto de empezar a entrar en pánico de nuevo, pero veo que sus labios se contraen.
—¿Quieres decir que no te importaría hacerlo de nuevo?— pregunta de vuelta. Esa es una pregunta muy sencilla.
—Bueno...— me apago, pensando en una buena manera de evitar la pregunta.
Antes de que pueda procesar algo, agarra mis rodillas, tirando de mí hacia adelante hasta que mis caderas están contra las suyas y también mis labios. Su mano acuna mi cara mientras la otra descansa en mis caderas. Instantáneamente me derrito en su abrazo, disfrutando de la sensación de sus labios trabajando contra los míos. Tarareo en el beso, pasando mis manos a lo largo de su pecho y agarrando su camisa, acercándolo más.
Se aparta por un momento solo para devolverme el beso segundos despues. Su dedo y pulgar sostienen suavemente mi barbilla mientras continúa besándome. Después de un rato, se aleja lentamente, su pulgar ahora recorre mi labio inferior.
—¿Me acabas de besar?— pregunto, una sonrisa se forma en mis labios mientras repito sus palabras.
—Sí, lo hice.