Harry pov:
Corro a mi auto en medio de la noche cuando Quinn, una de las amigas de Luna, me llama y me dice que ella se desmayó en un club del centro y que no pueden traerla aquí.
Por supuesto, Harry Styles siempre al rescate.
Luna ha sido mi mejor amiga desde la escuela secundaria. Hemos estado compartiendo casa desde que estamos en la universidad, una que nuestros padres nos dieron cuando nos graduamos de la escuela secundaria.
Luna y yo estamos recién graduados, ambos somos enfermeros en un hospital en el centro de Chicago y tenemos hasta los mismos turnos. Es básicamente como si fuéramos hermanos.
Y no voy a mentir, he estado enamorado de ella desde el día en que se encontró conmigo en el baño de chicos cuando se escondía de unas alumnas que la molestaban en la escuela, ahí es donde nos conocimos. Me sorprendió su belleza, pero en ese momento tenía novia, así que le pedí que fuera mi amiga, más tarde, nos convertimos en los mejores amigos. Cuando rompí con mi ex novia de esa época estuve a punto de decírselo, pero ella se adelantó y dijo que el chico que le gustaba la invitó a salir.
Hasta el día de hoy, me digo a mí mismo que tal vez aún no es el momento. Ahora sigo esperando y esperando y nunca me aparto de su lado. Intento tener citas, pero cada vez que salgo con un chica, busco las cosas que me encantan de Luna y cuando no puedo verlas en ellas, termino borrando sus contactos en mi teléfono.
No sé si es mi suerte o qué, pero ella no ha tenido citas desde que rompió con su último novio en la universidad. De todos modos no la presiono para que salga conmigo. Aunque hubo una vez en la que nos dijimos en la universidad que nos casaríamos si cumplíamos veintiocho años y seguíamos solteros.
Y cumpliremos esa edad en dos meces.
Llego a la dirección del club y estaciono mi auto en el lugar más cercano a la entrada. Llamo a Quinn, quien me dice que están adentro. Por suerte la discoteca no es tan grande, solo deseo poder encontrarlas rápidamente. El guardia me deja entrar y el fuerte aroma a alcohol llena mis fosas nasales. Empiezo a revisar el primer piso.
—Hola amor, pareces perdido. ¿Puedo ayudarte?— una chica me pregunta de repente. Su falda corta y su blusa no cubren mucho de su piel y se ve bastante borracha. Sin embargo, no estoy de humor para coquetear o tener sexo esta noche. Solo estoy aquí por una chica y no es ella.
—No, discúlpame— digo cortésmente e inmediatamente me alejo de ella.
—¡Harry! ¡Harry! ¡Por aquí!— escucho la voz de Quinn llamándome, así que corro en su dirección.
—¿Dónde está ella?— pregunto una vez que las alcanzo.
—Justo aquí. Dios, está destrozada— Rebecca, una de sus amigas, farfulla.
—¿Por qué bebió de todos modos? Pensé que solo estaría de compras con ustedes, chicas— digo, sentándome al lado de Luna, quien se derrumba en el sofá de su mesa.
—Ella dijo que quería olvidar algo. No le entendí, mencionó tu nombre, creo que estaba llorando por ti— Quinn responde.
¿Llorando por mí? ¿En serio? ¿Por qué Luna lloraría por mí? ¿Hice algo mal? Todo lo que hago es cuidarla y amarla en secreto. Oh dios, eso suena tan cursi.
—Gracias por contactarme. La llevaré a casa. ¿Ustedes estarán bien?— les pregunto mientras recojo a Luna al estilo nupcial.
—Sí, nuestros novios están en camino— Rebecca dice, dejándose caer en el sofá— ¡Cuídense!
—Uhm, Harry— dice Quinn antes de que nos vayamos. Me vuelvo hacia ella— Creo que le gustas mucho. Por favor, cuídala.
—Siempre lo hago— digo, cargando a mi chica hacia la salida.