—Estos son bonitos, ¿verdad?— pregunto, mis ojos brillando hacia mi novio. Levanto un par de tacones Gucci de color negro, cuando los vi inmediatamente supe que los necesitaba y también sabía que mi novio argumentaría que tengo 27 pares parecidos en mi armario.
—Sí— Harry asiente— Pero tú ya...
Interrumpo su pequeño discurso que ya he escuchado miles de veces.
—Pero no son estos, Hazz— discuto mientras sostengo los zapatos— Son un clásico y se adaptan a casi cualquier cosa en cualquier ocasión.
—Pero son similares— argumenta.
—Por favor, por favor, por favor, Harry— suplico— Merezco lucir bien, ¿no?— pregunto, dando pestañeos rápidos y lanzándole una bonita e inocente sonrisa.
—Siempre luces bien— Harry dice mientras me siento en la pequeña silla provista para que los clientes se prueben los zapatos— Ven, déjame ayudarte.
Mi novio agarra suavemente el objeto de mi mano. Deslizo mi pie en la abertura del talón y él se inclina para ajustar la pequeña correa sobre mi tobillo. Desliza sus suaves dedos sobre la parte superior de mi pierna y se inclina para dejar un suave beso encima antes de pasar al siguiente.
—Son tan bonitos— exclamo mientras miro los hermosas zapatos.
Levanto mis pies con asombro, mirando el gran tacón. Me he acostumbrado a caminar con tacones grandes y es por eso que estamos aquí hoy. Estoy dispuesta a ampliar mi gran colección porque mi novio me prometió que lo haríamos cuando él llegara a Nueva York.
—Cómpramelos por favor— ruego mientras Harry se pone de pie. Sus ojos escanean los zapatos y se que en el fondo a él también le gustan.
Su mano agarra suavemente la mía para ayudarme a levantarme de la silla. Me paro con piernas firmes y me acerco al espejo de tamaño completo para admirar los tacos en todo su esplendor.
—Tengo que tenerlos— grito con emoción— Harry...— susurro, mirándolo a través del espejo.
—Mady amor— dice en mi oído mientras envuelve sus brazos alrededor de mi estómago. Harry siempre es muy persistente, es como uno de esos candados que tienes que mover varias veces hasta que finalmente se dan por vencidos.
—Son muy bonitos y realmente los quiero— hago un puchero y miro su reflejo elegante en el espejo.
Harry necesita un poco de súplica, un poco de negociación y mucha insistencia antes de finalmente ceder, pero siempre lo hace, ya sea una casa, un automóvil, un yate o un simple collar o, en este caso, un par de tacones.
—Pueden ser un regalo de Navidad anticipado ¿verdad?— trato de negociar.
—Bebé, estamos es septiembre— Harry ríe, ignorando mi entusiasmo.
—¿Y? Yo ya te compré tu regalo de Navidad— miento.
—¿Qué tal si dormimos, volvemos aquí la próxima semana y vemos si sientes lo mismo por ellos, amor?— Harry trata de negociar su salida de esto sabiendo que la próxima semana estaré obsesionada con otra cosa. Intenta escabullirse de mí, pero rápidamente lo agarro de la muñeca.
—No no no no— pisoteo contra el suelo, sabiendo que con un poco de resistencia terminare ganando esta batalla. No entiendo cómo Harry no se ha dado por vencido, haría las cosas mucho más fáciles y sabe que va a perder de todos modos.
—No empieces Mady— gruñe como si pudiera amenazarme a mí, a su princesa, a su bebé, a su posesión más preciada. Como si pudiera negarme mi único deseo, bueno, mi único deseo actual.