33.

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Fuimos amigos hasta la escuela secundaria, cuando su voz se hizo más profunda, cuando empezó a crecer descontroladamente y cuando descubrió que las chicas lo seguían a donde sea que vaya.

Nunca había sido tan cercana a alguien como lo fui de Harry, aunque tomamos caminos separados. Mientras yo metía la nariz en cualquier libro que pudiera despertar mi interés, Harry descubrió que las chicas fáciles eran un gran objetivo.

Había notado desde mi pequeña ventana que corría casi al ras del suelo que la entrada a su habitación del sótano se abría cada vez con más frecuencia para las adolescentes.

A veces las veía tropezar en el césped cuando la noche se acercaba a la mañana y le sonreían a Harry en la ventana mientras se arreglaban el cabello revuelto y prometían regresar.

A veces su mirada se dirigía fijamente a mi ventana, parpadeando lentamente antes de que la suya se cerrara y el mundo volviera a estar sin él. Harry usaba a las chicas, no quería nada más de ellas después.

Así como Harry y yo nos habíamos distanciado, también lo hicieron mis padres. Mi madre se mudó al norte, se las arregló para llamar de vez en cuando para explicar la vida que llevaba sin mí, eufórica con su novio, que era once años menor que ella. Pero papá siempre fue suficiente, aunque trabajaba la mayoría de los días, desde el amanecer hasta mucho después de que me hubiera ido a dormir. No lo veía mucho, pero hizo lo mejor con lo que tenía. Harry sabía que mis padres se habían separado, había pedido perdón y dijo que entendía porque le había pasado a él también.

Tenía un cómodo grupo de amigos que conocían las maravillas de Harry Styles. Al fin y al cabo habíamos sido vecinos por años. Ahora se había mudado a la universidad y por eso lo veíamos menos, la luz de su habitación ya no brillaba con tanta frecuencia.

Pero varios fines de semana al año, cuando su madre trabajaba hasta tarde en la ciudad, la música saltaba sobre las vallas del barrio y los cuerpos de los adolescentes se movían por los pasillos de la casa.

***

Me acuesto, tendida sobre mi edredón con mis largas extremidades enredadas entre las hojas de la escuela. La fiesta de Harry resuena en las paredes, la música solo un poco baja para evitar que la policía cierre la fiesta prematuramente. Mi teléfono suena, iluminando la habitación con poca luz. Un contacto no utilizado durante años brilla en la pantalla.

De Harry: Chloe.

Mi cuerpo se siente entumecido, cada nervio temblando al borde. Había borrado todos los mensajes intercambiados, todas las promesas de amistad para siempre y las fotos de animales lindos que Harry decía que solo buscó en Google para hacerme sonreír.

No me enoje con Harry por alejarse, ambos nos volvimos perezosos, y nos dimos por vencidos cuando el otro lo hizo. Ninguno tiene la culpa.
Mis dedos tocan la pantalla.

Para Harry: ¿Sí, Harry?

Me lo imagino desplomado contra una pared con una bebida en la mano mientras sonríe con aire de suficiencia y mira su telefono.

De Harry: Ven.

La emoción crece en la boca de mi estómago, el mareo corre desde la parte posterior de mi cuello hasta la punta de los dedos de mis pies. Sin embargo, se que las cosas son diferentes.

Somos mundos distintos y se que es mejor para mí continuar nuestra vida lejos el uno del otro, cuando Harry se fue, sentí un dolor horrible que su ausencia me dejo y no quiero experimentar eso una segunda vez.

Para Harry: Estoy estudiando, seguro que hay gente para entretenerte.

Mi teléfono suena de nuevo casi al instante.

𝘩𝘴 • 𝘪𝘮𝘢𝘨𝘪𝘯𝘦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora