14.

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Tragando el nudo en mi garganta, cruzo el campo de fútbol. Los deportistas me fulminan con la mirada mientras paso arrastrando los pies y mirando mis gastadas zapatillas. Sus grandes figuras se ciernen sobre mí, paso una mano por mis rizos, tirando de mi bolso por mi espalda ligeramente. Las hojas crujen bajo mis pies y las chicas se sientan acurrucadas junto a sus novios en los bancos de metal que recubren la escuela.

El viento lame la hierba y el rocío se adhiere a los bordes de mi pantalón. Miro hacia arriba a través de mis pestañas, estremeciéndome cuando siento una presencia a mi lado.

—Hola Harry— Graycee sonrie a la vez que yo la miro a través de mis lentes.

—H-Hola— murmuro, acelerando mi paso. Llego al camino de cemento agrietado, pero el ritmo de Graycee no vacila.

—Harry— repite mas fuerte, agarrándome del hombro, me doy vuelta observando sus intimidantes ojos marrones y me hago pequeño en mi lugar— ¿Te olvidaste?— murmura entrecerrando la mirada. Siento ganas de tirarme del pelo, mierda, pienso, ¿Qué tengo que recordar? Suspira, mirándome completamente sería.

—Tenemos un proyecto juntos, Harry— siento ganas de golpearme en la cara.

—Yo...mm.. lo siento, Graycee— tartamudeo, la chica es del grupo de las populares, las porristas y todo eso, me gusta hace demasiado pero dudo que este a mi alcance, tiene literalmente a todo el equipo de soccer detrás de ella.

—Entonces, ¿Mi casa o la tuya?— ignora mi disculpa y nuestros pasos se sincronizan, haciendo que sonría. Me miro las manos y me las meto en los bolsillos de los jeans.

—Bueno, la tuya está a solo unas cuadras, así que podemos caminar hasta allí— ofrezco, inclinando la cabeza en otro ángulo para poder mirarla, aunque hacerlo me haría sudar las palmas de las manos y se me tensarían los bóxers y eso no debe suceder.

—Esta perfecto para mi, vamos.

Dice, yo asiento en respuesta y los dos salimos de la escuela, doblando hacia su casa, ella habla todo el camino, preguntándome como estoy y qué quiero hacer después de este año. Sonrío y asiento con la cabeza, negándome a hablar más que unas pocas sílabas por miedo a tartamudear o, sinceramente, a vomitar.

—No hablas mucho, ¿verdad?— pregunta, mientras saca sus llaves. Sacudo la cabeza sonriendo levemente para mí.

—Ojalá lo hicieras— hace que me sonroje ¿Ella quiere que hable mas?, empuja la llave hacia la puerta— mis padres están en una junta del trabajo, no volverán hasta mañana, como siempre— habla un poco molesta, un pequeño perro blanco se acerca a nosotros, saltando a nuestras rodillas. Me encojo contra la pared con los ojos muy abiertos, la saliva sale de su lengua en todas direcciones y me muevo detrás de Graycee.

—¡Abajo Buck, abajo!— grita notando mi miedo, le agradezco cuando la mata de pelo se pavoneas hacia el otro extremo de la casa— ¿No eres fanático de los perros?

—Pre-prefiero los gatos— froto mi hombro, siguiéndola a la sala de estar.

—¿Quieres una bebida?— me hace un gesto para que me siente y me da unas palmaditas en la rodilla, lo que me hace moverme incómodo. No es que ella me desagrade, mi atracción es el problema.

—Estoy bien— digo débilmente, camina hacia la cocina y regresa con una pequeña botella de jugo de la cual se pone a beber rápidamente.

—Mi computadora está en mi habitación— señala con la cabeza en dirección a las escaleras— ¿vienes?— ella me mira y me adelanto a seguirla, sus pantalones se estiran sobre su trasero cuando sube las escaleras y tengo que mirar hacia otro lado mientras jugueteo con la parte delantera de mi remera.

𝘩𝘴 • 𝘪𝘮𝘢𝘨𝘪𝘯𝘦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora