2.

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El sonido de mis zapatos golpeando el pavimento resuena en mis oídos mientras sigo corriendo. No voy a ninguna parte en particular, solo necesito irme. Al fin había decidido escapar de mi tóxico hogar.

Mi cabeza comienza a sentirse nublada, mis rodillas ceden involuntariamente y caigo al suelo. Respiro hondo y me pongo de pie haciendo todo lo posible por volver a correr lo más rápido que puedo.

No pasa mucho tiempo antes de que me vuelva a sentir mareada, por suerte esta vez veo un banco a unos metros de donde estoy. Camino hacia él, suspirando ruidosamente a la vez que me dejo caer encima. Ahora me duelen las piernas por haber corrido tanto tiempo.

Miro hacia las estrellas, pensando en cómo mi vida dio un vuelco en cuestión de semanas, ahora no hay vuelta atrás. Estoy sola y solo tengo mi teléfono y una barra de chocolate conmigo.

Escucho pasos acercándose e instantáneamente me pongo tensa. Siento una presencia detrás de mí y empiezo a sudar. Lentamente giro la cabeza para ver a un hombre alto mirándome con ojos preocupados.

—¿Está todo bien?— habla, su voz profunda y áspera, un acento fuerte. No parece que sea de por aquí.

—Uhm, estoy bien— digo.

—No te ves bien.

Me toma un momento darme cuenta de que definitivamente no me veo bien. Probablemente todavía tengo lágrimas secas en mi rostro.

—¿Puedo sentarme?— pregunta, señalando el lugar vacío a mi lado. Asiento con mi cabeza vacilante, él camina y toma asiento.

Noto su atuendo. Lleva un abrigo largo, jeans negros y una camiseta que dice "safe sex". Suelto una pequeña risa que el no logra escuchar.

—No estás a salvo aquí solo a esta hora. Puedo dejarte en tu casa.

—No, eso no será necesario. Estoy bien— lo interrumpo. Mi casa es el último lugar en el que quiero estar ahora.

—Deja de decir que estás bien. Está bien si no lo estás— dice de una manera amable— Pero no te voy a dejar sola aquí, es muy peligroso.

Miro su rostro, sin saber cómo responder a esa declaración. Tiene el cabello largo y rizado, color chocolate, labios un poco gruesos, ojos verdes y las facciones de su cara bien marcadas, en especial su mandíbula.

—Ni siquiera me conoces— digo sin pensarlo. Una pequeña sonrisa aparece en sus labios antes de hablar de nuevo.

—Sé que no nos conocemos, pero todavía estoy preocupado por ti. Nadie merece estar solo.

Mi corazón se acelera con sus palabras y una pequeña sonrisa se abre camino en mi rostro por un segundo.

—¿Siempre sueles ser así de agradable?— pregunto. El deja escapar una risa profunda.

—Lo intento.

—Yo um... me escapé de mi casa— declaro. Por alguna razón, tengo una confianza rara en el extraño. Él asiente con la cabeza.

—Me lo imaginé. ¿Qué tal si te llevo a mi casa? Tengo mucho espacio, puedo conseguirte ropa y puedes quedarte todo el tiempo que quieras. Pero no voy a dejar que te quedes aquí.

Mis ojos se abren ante su oferta, no puedo volver a mi casa pero... el chico es solo un extraño.

—Oh, no, no, no puedo pedirte que hagas eso. Yo solo... me quedaré en un hotel.

—¿Tienes el dinero?— pregunta con una sonrisa, casi como si supiera la respuesta. Miro hacia otro lado y niego con la cabeza ligeramente— Realmente no tengo ningún problema en que te quedes en mi casa. Vivo solo de todos modos. Será bueno tener una buena compañía. Parece que a ti también te vendría bien.

Me saco el esmalte de las uñas mientras tengo una batalla interna conmigo misma. El chico parece muy amable y digno de confianza, pero las apariencias engañan.

—¿Y si eres un asesino?— yo digo. Deja escapar una carcajada ante eso.

—Puedo asegurarte que no soy un asesino. Entiendo tu vacilación, pero puedes venir y verlo por ti misma. Aunque no estoy muy seguro de cómo hacerte creer que no soy un asesino.

Se que no debería ir a su casa, pero tengo esta extraña sensación en el fondo. Sé que no es un asesino, ni siquiera una mala persona.

—Iré— parece sorprendido por mi rápida respuesta.

—Está bien— sonríe y se levanta, ofreciéndome su mano— Soy Harry por cierto.

Yo sonrío.

—Soy Bella. Gracias por dejar que me quede en tu casa, Harry— le digo sinceramente.

—Cuando quieras Bella.

𝘩𝘴 • 𝘪𝘮𝘢𝘨𝘪𝘯𝘦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora