7. Un ensayo controvertido y una declaración de intenciones.

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En las últimas semanas he pasado por tantos estados anímicos que cada amanecer es una nueva aventura. A veces las lágrimas me deslizan directamente hasta varios metros bajo tierra, y otras la adrenalina me lanza de un impulso a la décima planta del cielo. En este vaivén de emociones me estoy apoyando en las personas que tengo más cerca: Mimi, mi hermano y Silvia. A ellos tengo que agradecerles que estén aguantando mis bromas fuera de lugar, mis impredecibles tristezas y las repentinas ausencias.

Todos estos sentimientos se deben a que me estoy volcando con mis cinco sentidos en el concierto de fin de gira en Madrid, para el cual queda actualmente una semana exacta. Estoy feliz. Muchísimo. Ni siquiera puedo encontrar palabras para expresarlo. Pero también estoy atacada y muy cansada, porque dar ese concierto implica noches sin pegar ojo y más horas de ensayo que de sueño.

Después de muchos esfuerzos, ya podemos decir que todo está a punto. Hemos elegido la escenografía, el vestuario, el maquillaje, el repertorio y cada detalle del show con la intención de que lo disfrutemos tanto el público como yo. Habrá un par de versiones nuevas y algunos invitados para explotar al máximo el potencial de una noche tan especial para mí, ya que marca el final de una de las etapas más importantes de mi vida musicalmente hablando y, aunque poca gente lo sepa, también en lo personal. Después de este concierto, aprovechando que llega el verano, me concederé una pausa necesaria antes de volver al trabajo.

Hoy me he traído al local de ensayo a Silvia y a Mimi con el objetivo de mostrarles junto a la banda las nuevas versiones que estarán en el concierto de fin de gira. De una forma o de otra, tarareando en el coche o con la guitarra en el sofá de casa, ambas han escuchado ya un poco, pero quiero que lo vean al completo y me den su visto bueno. Mi hermano e Inés también estaban invitados, pero ya tenían una reserva para comer en un restaurante y no han podido venir.

-¡Qué guapo, tío! – Mimi salta de su asiento al ritmo de sus propios aplausos cuando acabamos uno de los temas. – Me flipa la batería al final con tu voz así de fondo.

-Está guay, ¿verdad? ¿No es demasiado rockero? – Pregunto esquivando el micrófono para acercarme a ellas.

-Nunca es demasiado rockero. – Añade Silvia. – A mi me encanta así. Más incluso que la versión anterior.

-Gracias, chicas. – Comento juntando las palmas de las manos y dedicándoles a ambas una mirada de agradecimiento. – Venga, os cantamos la última y acabamos, que estos chicos estarán deseando volver a casa.

Vuelvo corriendo al micrófono y miro a todos los miembros de la banda para comunicarles, moviendo los labios y sin emitir ningún sonido, cuál será la siguiente. Quiero que les pille por sorpresa, especialmente a Silvia, porque es su canción. La que le compuse al poco de conocerla, pero no me atreví a cantársela hasta mucho después en mi casa. En el concierto la presentaremos y grabaremos la actuación, puesto que será el primer single del próximo proyecto que se estrenará pasado el verano. Por supuesto, no lo sabe. Tan solo mi hermano, la banda y yo estamos al corriente.

El sonido es muy distinto al que tenía cuando nació. Ha sobrepasado el acústico y se le han sumado el resto de los instrumentos, por eso la madrileña no cae en la canción que es hasta que empiezo a cantarla. Entonces sí, se le cambia el gesto por completo y, después del bloqueo emocional, le sale una sonrisilla que trato de devolverle sin emocionarme demasiado. Creo que es mi peor ensayo de todos los que he hecho de esta canción, pero es que tenerla delante con los ojos humedecidos me trastoca y me impide dar cada nota con la precisión habitual.

En mitad de la canción, Mimi parece darse cuenta de lo que está pasando y nos mira a ambas alternativamente. La observo un par de segundos, pero pronto mi mirada vuelve a desviarse a la castaña. Cada acorde, cada letra y cada silencio están compuestos pensando en ella, por eso quiero cantársela. Porque, aunque yo la haya escrito, es más suya que mía.

Dos versos enredados (Parte 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora