35. Dos decisiones y la fiesta menos fiesta del mundo.

1.1K 95 108
                                    

NARRA MIRIAM

Un viaje exprés y de última hora es lo que menos me apetecía para este fin de semana y, sin embargo, fue lo que salió de la boca de mi hermano cuando me llamó por teléfono ayer. Que una radio nos había ofrecido una entrevista y por cuestiones de calendario, tanto mías como de ellos, o lo hacíamos este mismo domingo por la mañana o tendría que posponerse para dentro de unos meses, posibilidad que Efrén descartó de inmediato justificándolo con que la promoción no tiene sentido si se hace cuando no hay nada que promocionar. Bastante elocuente, para ser sinceros, pero no me hizo sumar ni unos gramitos de ganas a coger un tren hacia Barcelona justo el fin de semana que yo apenas tenía compromisos y Silvia no tiene partidos, ni de local ni de visitante.

La cara de decepción que puso la pobre cuando supo que tenía que marcharme a Barcelona fue bastante parecida a la que tuve yo cuando recibí la noticia de Efrén. No es que tuviéramos planes demasiado elaborados, pero el sábado podríamos levantarnos juntas, desayunar juntas, comer juntas y compartir juntas la tarde, sin más, hasta que ella tuviera que irse a la fiesta con las chicas del equipo a la que le habían invitado, y el domingo más de lo mismo, pero sospecho que con un poco de resaca por su parte. Sin embargo, ya es sábado a las siete de la tarde y en lugar de comer palomitas en el sofá de casa viendo cualquier película mientras regaño a Silvia por perder los granos de maíz por el suelo, estoy hablando con ella por teléfono tumbada en la cama de una habitación de hotel haciendo tiempo para que llegue la hora de la cena.

-Mañana a las siete me despertaré porque la entrevista es a las ocho y media, así que después de cenar volveré a la habitación e intentaré dormirme pronto. - Explico, a la vez que jugueteo distraídamente con una goma de pelo.

-Madrugar es tu cosa favorita en el mundo, no es para tanto.

-Solo si lo hago por voluntad propia. - Admito. - Por cierto, ¿le has echado comida a Lola?

-Pues claro, ¿por quién me tomas? No podría hacerle eso a un animalito indefenso. - Una frase tonta y me saca la sonrisa, haciéndome olvidar un poco que nos separan unos cientos de kilómetros.

-Era por si se te olvidaba.

-Era difícil que se me olvidara si te has encargado de llenarlo todo de notitas recordándomelo. - Completamente cierto y quizás exagerado, pero no podía arriesgarme a que Lola no comiera un día. He puesto un total de diez notas en puntos pensados de manera estratégica. Su taza favorita, el libro que está leyendo, la nevera, el espejo del lavabo... Si no rellenaba el cuenco de comida tendría que ser por no querer y no por no acordarse. - Oye, ayúdame. ¿Qué me pongo esta noche?

-¿Todavía no has elegido? - Silvia y su falta de previsión. No por tenerla todos los días en casa me he acostumbrado.

-Qué va. He salido de la ducha hace cinco minutos y llevo un rato abriendo cajones y armarios un busca del look perfecto.

-¿Qué tipo de fiesta es? - Necesito información para poder ayudarla.

-Una con música y bebida en la casa con jardín de una de las chicas. - Hasta ahí ningún dato que no supiera, así que no se me viene a la mente ninguna prenda en concreto. - Yo creo que nada formal. Un estilo casual. - Ahora es cuando se decanta por unos vaqueros, puedo escucharlo antes de que lo diga. - Unos vaqueros. - Confirma. - ¿Los holgados con rotos o los pitillos del culazo?

-Me gustan mucho los de los rotos. Se te ven los tatuajes y...

-Mejor los pitillos. - Me interrumpe, como si ni siquiera me estuviera escuchando después de haberme pedido opinión. Pongo los ojos en blanco y dejo la goma de pelo en la mesilla de mi derecha. De fondo escucho cajones abrirse y cerrarse, así que deduzco que ha puesto el móvil en altavoz para poder desplazarse con las manos libres. - ¿Te puedo quitar la camiseta esa rockerilla que te llegó el otro día?

Dos versos enredados (Parte 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora