34. El corazón en la mano y los pulmones en la boca.

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NARRA MIRIAM

-¡Por fin te dejas ver el pelo! – Exclama Mimi con los brazos extendidos al abrir las puertas de su piso, que durante unos meses también fue el mío. Si supiera lo mucho que me ha costado plantarme aquí hoy quizás no tendría esa sonrisa en la cara. De hecho, si no fuera porque Silvia ha insistido en que no podía dejarlo pasar para siempre, a lo mejor no hubiera abierto la conversación ignorada con la cantante para teclear un tembloroso y poco seguro "¿Tienes un rato esta tarde?". – Llevas días desaparecida, eh. Sé que vives gracias a tu Instagram, que sino me hubiera preocupado y todo.

-Ya, lo siento. Es que Silvia ha tenido unos días regulares y cuando no he estado trabajando he estado con ella.

En eso no miento. A mis pocas fuerzas de enfrentarme a Mimi se le ha sumado que, después de haber visitado su casa con Iván, la madrileña ha necesitado unos días para recuperarse. Más silencio del habitual en el piso, madrugadas en las que me despertaba y su lado de la cama estaba vacío y algunas de sus lágrimas en mi pijama. Lo único que parecía darle un poquito de luz en su particular tormenta eran sesiones de besos y caricias, así que me he volcado en ofrecérselas en cada uno de mis minutos disponibles, y a veces no eran suficientes. Pero el tiempo ha ido poniendo las cosas en orden otra vez. Anoche durmió del tirón y hoy se ha levantado con una sonrisa y un "qué guapa estás" de esos que sé que dice en serio, aunque estábamos desayunando en pijama y ni siquiera había pasado por la ducha.

-¿Todo bien? ¿Ha pasado algo?

-Pasado familiar complicado, ya sabes.

Entonces deja de hacer preguntas porque en nuestras conversaciones ya establecimos hace tiempo sin planearlo que "pasado familiar complicado" es un código que implica parar los pies y redirigir el tema hacia otro lugar. El pasado de Silvia es solo suyo, y es tan complejo que no me creo con ningún derecho de exponerlo ni un poquito. Es una línea roja que sorprendentemente Mimi ha aceptado y siempre respeta evitando situaciones incómodas.

Mi amiga me ofrece un lugar en el sofá y apenas veinte segundos más tarde vuelve de la cocina con un par de cervezas y una bolsa de patatas fritas. La comida no la voy a tocar, pero la cerveza me va a venir bien para darme un impulso. He venido aquí con el claro objetivo de que Mimi me acabe confesando lo que yo ya sé, pero no tengo ni idea de cómo voy a conseguirlo. Si no me lo ha contado ya, ¿por qué lo iba a hacer ahora? Debe pensar que su mentira sobre el tío desconocido le ha funcionado increíblemente bien, así que será difícil que la deje a un lado para ofrecerme la verdad.

-Siento mucho la nochecita que os di en el evento del otro día. – Empieza así, sin rodeos, clara y concisa como es ella. O como solía serlo. – Vi a Lucía y perdí la cabeza. Si no llega a ser por vosotras a saber qué hubiera hecho.

-Por suerte estábamos allí y lo evitamos.

-Me cabreó un poquito que me metierais en ese taxi, la verdad. Pero es lo que debíais hacer y por eso sois mis amigas. - ¿Las amigas se mienten? Porque ocultarse la verdad es una cosa, pero mentir a la cara directamente es otra y duele mucho más cuando sale a la luz. Y duele más aún si quien lo ha hecho es Mimi, una de las personas que más me ha demostrado que puedo confiar en ella y yo me he esforzado para que viera que puede esperar lo mismo de mí. – Y siento mucho también la interrupción del baño. – Añade, con una sonrisilla naciéndole en las comisuras. - ¿Silvia me sigue odiando por cargarme ese polvazo?

-Silvia no te odia. – Quizás no es su persona favorita en el universo en estos momentos, pero de ahí a odiarla hay un largo camino. – Lo que pasa es que últimamente se está llevando muy bien con Lucía y...

-Y se ha posicionado en su bando. – Interrumpe. Aunque yo iba a acabar la frase de forma menos tajante y con más tacto, al final iba a significar lo mismo. – No la culpo. Tiene mucho más sentido ponerse de su lado que del mío. Sabes perfectamente que tú también estarías de su lado si no fuera porque somos amigas desde antes.

Dos versos enredados (Parte 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora