23. Dos nuevos proyectos y la primera pieza.

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NARRA MIRIAM

-Y, por último, este es el dormitorio. – Abro la puerta para que mi amigo Lucas pueda ver el interior de la zona de la casa que probablemente ya tenemos más apañada.

-Tía, qué bonito.

El chico entra con rapidez para toquetear y curiosearlo todo. En el centro está la cama con sus sábanas blancas impolutas, que no durarán mucho así porque Silvia tiene la mala costumbre de desayunar en la habitación, no por comodidad sino por prisas. Le va dando pequeños sorbos al Cola Cao mientras va sumando prendas a su vestimenta. También hemos puesto un cabecero de madera sencillo que combina a la perfección con las mesillas flotantes que hay a cada lado de la cama. La de la madrileña un revuelto de papeles y cosas; la mía aún vacía.

En la habitación también hay un armario empotrado pequeño que por suerte venía con la casa, al que le hemos sumado una cómoda en la que poder guardar el resto de la ropa. Para ser sinceras, un cajón y medio más cinco perchas del armario son de la fisioterapeuta, mientras que todo el resto del espacio lo ocupo yo. Sobre la cómoda estás los accesorios, como collares y anillos, que es lo que está mirando ahora con detalle Lucas.

-Tenéis baño en la habitación y todo. – Comenta cuando ve que hay una puerta más dentro del dormitorio.

-Es muy pequeñito y aún lo tenemos tal cual nos vino, pero sí.

Enciendo la luz para que vea que lo que digo es cierto. Tan solo un retrete, un lavabo y una ducha en la que apenas cabe una persona, pero ahí está. No nos podemos quejar. Apenas llevamos unos días viviendo aquí, pero ya hemos comprobado que tener dos baños, aunque uno sea así, es toda una ventaja. Silvia, que no se maquilla tanto y va con más prisas, usa este, mientras que yo me tomo mi tiempo en el otro, que además tiene luz natural.

-Me encanta la casa, Miriam. – Declara mi amigo mientras volvemos al salón para sentarnos en el sofá. – Además, la estáis dejando super mona.

-Eso es más cosa mía, porque Silvia pasa. Pero bueno, casi que mejor así porque no hay debate. Todo lo que se me ocurre le parece bien. – Lucas se ríe y me lo pega.

Entre unas cosas y otras, aunque hablamos frecuentemente por teléfono, hacía mucho tiempo que no nos podíamos ver en persona. Casi se me había olvidado lo bien que lo pasamos siempre juntos y lo importante que fue para mi cuando me mudé a Madrid. Pero por suerte hoy está aquí y podemos celebrar juntos que todo nos va bien a los dos. Él ha conseguido resolver los problemas que tenía con su chico y su familia, y yo ahora vivo con la que considero la mejor persona con la que puedo compartir mi vida.

-Os tengo que traer un regalito para el piso, pero no me ha dado tiempo. – Dice. - ¿Necesitáis algo?

-No te preocupes. Me vale con que vengas de vez en cuando a visitarnos.

-No, no. Algo traeré. Aunque sean unas sales para el baño. - Insiste. – Quién te lo iba a decir, ¿eh? De pronto estás viviendo con tu novia en Madrid cuando hace no tanto era un tabú el tema de ayudarte a encontrar un novio. ¿Qué digo novio? Ni siquiera querías un rollete de una noche.

-No sé, Lucas. A veces la vida te da sorpresas.

Muchas veces he pensado en soledad en este tema y estoy totalmente de acuerdo con él. Pasé en apenas unos días de rechazar cualquier posibilidad de encontrar el amor a quererlo todo con una chica que no sabía que tendría tantos secretos por descifrar. Supongo que simplemente tenía que llegar ella.

-En tu caso te dio sorpresas y un rompecabezas, porque anda que no es complicada tu chica.

-Bueno, lo fue en un principio, pero mereció la pena. Ahora todo está bien. – Siento un suave picor en el estómago cuando me habla de lo complicada que es Silvia. Si supiera la mitad de lo que sé y de lo que he vivido con ella ni siquiera se referiría a ella con ese término. Aunque sí fue difícil y costó resolverlo, creo que también se merece que destaque que ahora es distinto y que los progresos son evidentes. Hay días que sigue rompiéndome la cabeza, pero lo entiendo, igual que entiendo que desde fuera pueda resultar incomprensible. Es algo que queda entre nosotras y debe ser siempre así. – Además, todos tenemos lo nuestro, ¿no? Cuando me pongo también puedo ser complicada.

Dos versos enredados (Parte 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora