8. Un fin de gira y unas sábanas mojadas (Parte 1)

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NARRA MIRIAM

No me despierta el sol ni el despertador. Tampoco los nervios, aunque podría ser. Sí lo hacen unas inesperadas caricias de unos dedos que se cuelan entre mi melena hasta encontrarme la nuca y siguen su deslizamiento por hombros y brazos. Confieso que me hago la dormida un ratito para que no pare, porque me siento tan cerca del paraíso que pienso estirarlo tanto como pueda. Pero luego, cuando me aparta el pelo, aproxima la nariz a mi cuello y empieza con su matinal reguero de besos, se me hace imposible mantener la estoicidad.

-Se te están pegando un poquito las sábanas hoy, ¿no? – Susurra en mi oído.

-¿Qué hora es? – Pregunto, consciente de que aún ni ha sonado el despertador.

-Las ocho y media casi. – Informa. – Pero con los nervios pensaba que no ibas a aguantar ni hasta las siete.

Y es que hoy es el gran día. El del fin de una etapa y las puertas a mi tiempo de descanso. El concierto de fin de gira que llevo meses preparando. He contado los días hasta hoy desde que quedaban más de cien, y por fin hoy ha llegado el momento. Silvia tiene razón. Los nervios me han tenido en duermevela gran parte de la noche. He visto pasar todas las horas en el reloj, y podría haber puesto el pie en el suelo a las seis o a las siete. Sin embargo, tenerla abrazada a mi me ha hecho quedarme un poco más bajo las sábanas y restarle peso a la prisa.

-¿Tienes hambre?

-Un poquito. – Confieso, aún tumbada de lado y con ella a mis espaldas. Su cuerpo se aleja un poco del mío, así que me giro para ver qué trama. Y no es ni más ni menos que una bandeja enorme con el desayuno que hace que me reincorpore hasta quedar con la espalda apoyada en el cabecero. – Qué bien huele.

-Tostada con queso blanco, aguacate y un poquito de pimienta, un zumito de naranja natural y un café fuerte que no falte. Para mi Cola-Cao, que me gusta más. – Dice, señalando cada componente del desayuno. De todo hay contenido doble para que sea suficiente para ambas. Silvia pone la bandeja sobre el colchón y la coloca frente a las dos. Ella es la primera en darle un largo trago a su zumo y después me ofrece una servilleta a mi, que me he quedado embobada mirándola. – Sé que esto de comer en la cama no te va mucho por eso de manchar y las migas, pero hoy hacemos una excepción.

-Siempre dices que yo soy la romántica de la relación, pero tú no te quedas atrás.

-Yo no soy nada romántica. – Niega con la cabeza y le da un bocado a la tostada que supera las capacidades de su boca.

-¿Hay algo más romántico que prepararme un desayuno así y traérmelo a la cama?

-Sí. – Mastica con ganas y traga de golpe con sus típicas ansias antes de continuar. – Escribirle una canción a tu novia cuando aún no era ni tu novia y ahora querer hacerla un single. - Jaque mate. A su verdad le sigue una sonrisa traviesa y justo después me saca la lengua. Aunque llevo a Silvia pegada a los talones, sobre todo últimamente, a romántica no hay quien me gane.

-Del uno al diez, ¿cuántos nervios tienes? – Pregunta.

-Quince. – Confieso. – Quiero que todo salga bien.

-Todo va a salir bien.

Ojalá fuera tan sencillo como creerme sus palabras. Sé que lo dice porque realmente lo piensa y, en el fondo, hemos preparado todo con tanto énfasis que es difícil que es difícil que haya algo que se salga de la ruta. Sin embargo, también sé que en estos días tan importantes es cuando fallan cosas que siempre funcionan o que surgen problemas donde nunca se vieron. Un micrófono roto en el último momento, las voces del público impidiendo que me escuche, una cuerda de guitarra rota. Todo puede pasar y cada segundo pensando me despierta un nuevo miedo.

Dos versos enredados (Parte 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora