30. Llegar tarde y levantar bandera blanca.

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NARRA SILVIA

Una vez más en mi vida voy a llegar tarde. No sé si anoche se me olvidó poner el despertador o es que directamente no lo he escuchado, pero he abierto el ojo a las ocho y veintiséis minutos, lo cuál ha sido un milagro. Aún así, es demasiado tarde porque he quedado a las nueve y media y no me pilla especialmente cerca. Tengo por delante un ratito de tren y otro de autobús hasta mi destino.

Me meto en la ducha en cuanto salto de la cama y sin apenas secarme, con la toalla amarrada por la cintura, empiezo a rebuscar algo que ponerme en los cajones. Primero la ropa interior, después unos pantalones vaqueros cortos y, para terminar, una camiseta de tirantes. En principio he quedado para desayunar, así que me tendría que dar tiempo de sobra a volver, comer y cambiarme antes de ir a trabajar.

-¿Se puede saber qué haces? ¿Por qué tanto ruido? - Pregunta Miriam, a la que he debido despertar abriendo y cerrando cajones. Me siento en la cama y le doy un beso en la frente de buenos días antes de empezar a ponerme los calcetines.

-Hola, rubita.

-¿Te has vestido ya? ¿Dónde vas? - Me mira sin entender con un ojo todavía dormido.

-Ayer se me olvidó decírtelo, pero me habló Lucía y me dijo de quedar. - Comento. - Estaba muy mal, así que voy a ir a desayunar con ella y a ver qué me cuenta.

-Madre mía, entre una y otra nos van a volver locas. - La gallega se estira para recobrar el conocimiento y acaba sentándose en la cama. - No salgas así, eh. Tienes el pelo empapado. – Advierte, pasándome la mano por la espalda humedecida.

-Estamos en pleno agosto, Miriam. Además, si no salgo así, no llego. - Ella refunfuña, mientras que yo trato de meterme las zapatillas bruscamente sin desabrochar los cordones.

-Pero oye, ¿no íbamos a ir hoy a mirarte algo de ropa para el evento del sábado? - Dice de pronto, cuando ya estoy a punto de salir por la puerta. Solo me queda coger la cartera y el móvil para marcharme cuanto antes.

-Habrá que posponerlo.

-No sé cuándo, Silvia. Tengo unos días un poco liados. - Miriam bufa y se lleva las manos a la cabeza. Eso indica que está pensando y buscando una solución. - Puedo intentar hablar con la marca que me va a prestar a mí el vestido.

-No pienso ponerme un vestido. - Respondo de inmediato con mala cara, apoyando la mano en el marco de la puerta. La última vez que llevé uno fue con unos diez años y solo lo recuerdo por las fotos.

-Ya lo sé, tonta. Pero a lo mejor tienen algo que te pegue o pueden hacerlo.

-Está bien, está bien. Lo dejo en tus manos. No me falles, por favor. - Escurro el bulto por falta de tiempo y de ganas, pero espero no arrepentirme. Soy un poco exquisita en cuanto a ropa si hay que elegir looks de ese estilo. Ni siquiera sé qué se supone que me tengo que poner en ese tipo de eventos. - Me voy. Te quiero.

-¡Te quiero!



Unos quince minutos más tarde de la hora prevista y con el estómago rugiendo por no haber desayunado todavía, bajo del autobús en la parada que pilla más cerca de la casa de Lucía. Solo restan un par de minutos andando, que me hago casi corriendo, a pesar de que ya le he advertido en un mensaje de que me voy a retrasar un poco y me ha contestado que no pasa nada. Antes de coger el transporte público he tenido que perder un rato más en una pastelería que tenemos debajo de casa para no venir con las manos vacías.

No me acordaba de que el edificio de la fotógrafa no tiene ascensor, y me cambia el humor en cuanto me doy cuenta de que tengo que subir los tres pisos por las escaleras. Es poco, pero a estas horas y con hambre parecen quince. Apenas he estado aquí un par de veces que hemos quedado las cuatro para comer o cenar. Unos segundos después de llamar al timbre, una irreconocible Lucía me abre la puerta. Lleva una coleta muy despeinada, cero maquillaje y ropa de chándal o directamente de pijama. Además están las ojeras y la palidez de su rostro, que no hacen más que empeorar su imagen. Ya sabía que me la iba a encontrar mal, pero no así.

Dos versos enredados (Parte 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora