9. Un fin de gira y un camino largo (Parte 2)

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NARRA MIRIAM

Van pasando los minutos, que parecen horas, y Silvia no aparece. De vez en cuando desvío la mirada hacia mi hermano y le veo teclear en mi móvil o llevárselo a la oreja, pero siempre me corresponde con una mueca apenada y una negación de cabeza. No es que la castaña no haya venido, sino que ni siquiera da señales de vida. Al principio tenía en mi mente la idea de que se había arrepentido, pero según va corriendo el reloj me voy preocupando cada vez más. Aparecen en mi mente otras posibilidades y ninguna es buena.

-Miri, ¿qué te pasa? – Mimi no me pregunta si estoy bien, porque da por hecho que no. Deja el micrófono en el soporte y se acerca a mí, dando por finalizado el ensayo. - ¿Hay algún problema con el sonido? – Niego con la cabeza y, como ella, dejo el micrófono. – El concierto va a ir bien, tía.

-Con estos ensayos de mierda que estoy haciendo...

-Eso es lo de menos. – Dice. Pero no es verdad. Quedan pocas horas para el show definitivo y no he estado a la altura con ninguno de mis invitados, lo cual me arrebata toda la seguridad que debería tener en estos momentos. - No es el concierto, ¿no? ¿Es Silvia?

A través de los micrófonos puede escucharnos el equipo de sonido, así que les digo a todos que estoy un poco mareada y que dentro de cinco minutos repetiremos este último ensayo con Mimi. Entonces, la gente se dispersa por todas partes, y yo tiro de Mimi escaleras abajo hacia la primera fila de butacas. Allí le cuento todo lo que no sabe. Que Silvia prometió estar aquí, que hace unas horas me mandó un mensaje diciéndome que se cambiaría y vendría, y que no he sabido nada más desde entonces.

-Miriam... - Cuando acaba de escucharme, la rubia se sube a la butaca y se sienta en el respaldo. Apoya los pies en el asiento y los codos en las rodillas, y a continuación me mira de una forma muy poco esperanzadora que me hace tragar saliva. – No es la primera vez que la fisio se evapora sin avisar a nadie, tía. No quiero decepcionarte, pero veo más probable eso que la opción de que le haya pasado algo.

-Me lo prometió, Mimi. Silvia promete pocas cosas y siempre las cumple. – Niego con la cabeza y hablo más para mí misma que para ella. – Además, estaba de camino. Tengo los mensajes.

-Estaba de camino y se ha arrepentido. – Mi amiga me coge de la mano e intenta tranquilizarme con caricias. En otras ocasiones hubiera funcionado, pero ahora no. – No pasa nada, Miriam. Aparecerá mañana, te contará lo que ha pasado, la entenderás y os reconciliaréis. Lo de siempre, vamos.

No quiero creérmelo. Prefiero tener fe y confiar en Silvia porque, aunque Mimi tiene razón en todas y cada una de sus afiladas palabras, la madrileña me ha demostrado en los últimos meses que está evolucionando y que, por consiguiente, lo estamos haciendo ambas como pareja. Espero que no le haya sucedido nada mientras venía, pero a la vez tampoco quiero que la realidad sea la que ha expuesto Mimi. No quiero que aparezca mañana, entenderla y reconciliarnos. No quiero eso porque lo hemos soportado ya muchas veces, y no sé con cuántas más puedo lidiar. Porque por mucho que la quiera, si ha hecho eso en un día tan importante para mi sin ni siquiera enviarme un mensaje para avisarme, sería un jarro de agua fría directo a mi nuca.

-Le ha pasado algo. – Afirmo con rotundidad.

-Miriam, por favor... - Mimi se pone de pie y trata de abrazarme, pero doy un paso atrás. Se suponía que este descanso iba a servir para tranquilizarme, pero lo que he conseguido ha sido sentirme aún más inestable. Me cuesta andar y todos mis sentidos parecen estar entrando en cortocircuito. No veo bien, no respiro bien, no puedo hablar. Le ha pasado algo. – Ey, ey. Miriam, ¿estás bien? – Mi amiga se da cuenta y rápidamente me coge por los hombros.

-¡Miriam! – Alguien grita mi nombre y reconozco perfectamente esa voz masculina. Es mi hermano. Giro la cabeza y me lo encuentro al fondo del escenario alzando la mano para que le vea. Con una sonrisa en los labios, señala mi móvil y levanta el dedo pulgar. Todo está bien. Mi próxima respiración es mucho más profunda. Después, hace un gesto hacia atrás, como diciéndome que va a por ella, y desparece corriendo.

Dos versos enredados (Parte 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora