43. Un salto al vacío y un poco de fiebre.

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SILVIA

La vida del artista es muy distinta a la de la gente corriente, por eso, aunque es lunes, Miriam ha podido quedarse haciendo planes de ocio con sus padres mientras que yo, con la comida en la boca, he tenido que venir a trabajar. La rubia dice que su vida sin poder establecer rutinas es todo un caos, porque nunca puedes preparar una agenda demasiado prolongada en el tiempo y constantemente aparecen nuevos compromisos inesperados que te lo descolocan todo, pero yo creo que no me iría nada mal dentro de ese desastre. Lo prefiero a mis horarios enclaustrados.

Sin embargo, a pesar de estar perdiéndome una tarde divertida con mi chica y su familia, hoy vengo al polideportivo contenta y con muchas esperanzas, porque estoy dispuesta a llegar a donde sea para sonsacarle información de Lucía a Belén. Se acabó quedarme a un lado de esa relación, sea del tipo que sea. Entiendo la teoría de Miriam de que las dos necesitan tiempo y resolver sus sentimientos antes de contármelo a mí, pero es que no puedo quedarme de brazos cruzados ante tremendo acontecimiento.

Mientras estoy organizando el día y la semana en mi sala de trabajo, pienso en cómo voy a hacerlo. Me gustaría sacar el tema de una manera disimulada, aunque no tendré ningún reparo en hacerlo de forma más directa si no lo sonsaco en el tercer intento. Me come demasiado la intriga como para andarme con rodeos. De pronto, alguien llama a la puerta y, al darle permiso para que abra, descubro a Belén, una de las protagonistas de mis pensamientos. No me puede venir mejor.

-¿Puedo pasar?

-Claro. – La animo a que se siente al otro lado del escritorio, en una de las sillas que tengo delante. - ¿Qué tal va ese tobillo?

-Bastante mejor. Últimamente solo me molesta si hago mucho esfuerzo.

-Perfecto, aunque no deberías descuidarlo. – Advierto. - ¿Has venido para que te eche un vistazo?

-No, no. He venido para hablar de Lucía. – Me deja tan sorprendida que lo diga así, de manera tan directa, que casi se me abre la boca a la misma velocidad que los ojos. Me he ahorrado los rodeos y el romperme la cabeza encontrando la forma disimulada de sacar el tema, porque ya lo ha hecho ella en línea recta y a mil kilómetros por hora. Así me gusta.

-¿De Lucía? – Me hago un poco la tonta, ya que la situación ha venido así. - ¿Por?

-En la fiesta del equipo a la que te acompañó nos dimos los teléfonos y últimamente hemos estado hablando bastante. Es muy maja y nos llevamos muy bien. Además, las dos hemos pasado por situaciones parecidas con nuestras parejas y sienta muy bien tener alguien con quien hablar que sabes que te va a entender.

-Me alegro de que hayáis encajado. – Comento, ansiosa por saber qué va a venir a continuación. No creo que solo haya sacado el tema para comentarme que se han hecho amiguitas. - ¿Es ahora cuando viene el pero? – Belén se agarra las manos de manera nerviosa y me evita un par de segundos la mirada. Por fin vamos a ir al grano.

-Creo que me gusta. – Aleluya. Tengo que contener la sonrisa para no parecer una loca delante de la futbolista. – Bueno, es guapísima, monísima y majísima, así que no lo creo. Estoy segura de que me gusta.

-Efectivamente, Lucía tiene todos los "-ísima" del mundo. Todos los buenos. – Concreto. - ¿Y cuál es la parte mala? – La invito a seguir contándome su dilema y ella suspira.

-Me gusta un poco, y no me gustaría que fuera a más si no tengo nada que hacer con ella. – Explica. – Sé que hace poco que lo dejó con Mimi y no sé si está preparada para tener algo con otra persona.

-Tú también lo dejaste hace poco con Susana.

-Pero es distinto. Ellas estaban perfectamente y de pronto se jodió. Lo mío con Su llevaba roto muchísimo tiempo y yo solo me empeñaba en intentar rescatarlo en vano.

Dos versos enredados (Parte 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora