Capítulo 31

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NARRA ELENA

—Vamos Molly, que debemos llevar todo esto a casa —dije besando la nariz de Molly y cogiendo las galletas del supermercado. Estábamos allí y ya llevamos muchas cosas.

—Tita —dijo señalando unas galletas de osito. Las cogí y las dejé en sus manitos.

— ¿Elena? —oí una voz masculina. Me volteé y vi al doctor sexy con una niña pequeña a su lado.

—Hola —sonreí.

—Hola, ¿como estas? —preguntó acercándose a Molly. La niña me miraba con timidez.

—Bueno, bien, Jared está deprimido pero mejor, hablar con Lya lo mejoró.

—No me refiero a eso, me refiero a tu embarazo —me dijo muy cerca, eso me ponía nerviosa.

—Bien, tengo antojos y mi vientre aumentó un poco. Estoy de dos meses y medio —dije acariciando mi vientre notable.

— ¡Oh! Elena, ella es mi hija, Nathalie —dijo, —Y yo me llamo William, no me presenté —dijo sonriendo.

—Hola pequeña —saludé acariciando su cabello, era preciosa.

—Hola —dijo tímidamente, se formó un silencio incómodo.

—Bueno, ¿querrías venir esta noche a cenar a mi casa? Si puedes claro —preguntó nervioso.

—Eh... es que Molly...

—Molly puede venir, siempre estamos solos, así que —dijo encogiéndose de hombros ¿y la madre?

—Claro, está bien. Mejor llamo a mi madre y que se la quede.

—Este es mi número y dirección, a las nueve en mi casa —dijo entregándome una tarjeta, asentí y se fue.

—Adiós preciosa —le dije a Nat. Ella sonrió y se despidió.

—Molly, creo que estoy enamorada —dije, ella rió y sonreí.

(...)

Me terminé de duchar, salí del baño y me sequé cuidadosamente mi cuerpo.

Molly se había ido con mi madre. Fui a la habitación y tiré la toalla quedando desnuda. Cogí ropa interior blanca de encaje y miré el armario. Me puse unos jeans pitillo negros, una camisa de tirantes blanca y unos tacones altos de tacón fino color negros.

Alisé mi cabello y me eché brillo de labios. Oí un claxon desde el apartamento y salí de este. Bajé por el ascensor y me mareé un poco. Salí del ascensor y anduve hasta su auto.

—Estás preciosa —dijo, sonreí y me sonrojé.

—Gracias —dije besando su mejilla. Me puse el cinturón de seguridad y arrancó. Vi un coche venir a nosotros y me alarmé, cerré los ojos y abracé mi vientre.

—Joder —gritó William, abrí los ojos y lo vi mirando, había esquivado el maldito auto.

— ¿Estás bien? —preguntó mirándome y cogiendo mi mano.

—Sí, solo me asusté. Estoy bien, gracias —dije acariciando mi vientre.

— ¿Puedo... —antes de que terminara la pregunta puse su mano en mi vientre abultado y la moví.

—Lo siento —dijo, quitó su mano y le sonreí. Llegamos a su casa y se bajó. Rodeó el auto e hizo lo mismo conmigo.

—Gracias —susurré saliendo con su ayuda. Cerró la puerta y abrió la de su casa, su casa era como una de película. Entramos y abrí la boca de sorpresa, era de cine.

Lya Thompson Donde viven las historias. Descúbrelo ahora